Manos largas
Si Juan Carlos Monedero hubiera sido un indio americano, un Sioux, por ejemplo, su nombre de guerra bien podría haber sido Manos largas. A la izquierda de la progresía vacua hace mucho tiempo que se le cayó la careta; ahora, además, le salen casos de acoso sexual como níscalos en otoño. El cofundador de Podemos, el repulsivo Monedero, es otro cínico más, otro predicador sin trigo, otro fraude que dispensa trato vejatorio a sus alumnas y compañeras de aparato.
Vaya clan de depravados. Ahí les tenéis, dando lecciones de cómo tratar a las mujeres, siendo, como son, unos simples bellacos. Después de Errejón, Monedero, y tras él, Iglesias, los tres mosqueteros de la hipocresía nacional. Los zorros al cuidado del gallinero. Las féminas de la ultraizquierda aireando el feminismo radical mientras sus hombres las acosan, envilecen las relaciones de género y encima callan por temor a quedar todos retratados.
Nada sorprende cuando hablamos de personajes nacidos a la sombra de un cisma político, de una decepción. Cuando los partidos históricos se corrompen, de sus fragmentos surgen monstruos. A Monedero, Manos largas, le llueven las acusaciones de agresión sexual. Es un chiquilicuatre al que sus homónimos tildan de intelectual. Un oportunista que manosea algo más que ideales trasnochados, un ogro disfrazado de Jaimito.
A los hipócritas de la ultraizquierda les da por acosar a las mujeres. Ellos niegan que sean acosadores, han pasado del “hermana, yo sí te creo” al “yo no he sido, hermano”. Han pasado del “solo sí es sí” al “ya veremos si eso”. Las consignas son intercambiables, como los cromos. El fundador de Podemos es otro muñeco diabólico que surgió al albur del nuevo feminismo, Manos largas Monedero es un Frankenstein que acecha en la universidad a sus jóvenes alumnas, el doctor hipócrita que promete la sanación si pruebas su falsa medicina.
Qué pasa en los últimos días con la agenda sexual de los progres. Según desvelan los informes de la Guardia Civil, el exministro Ábalos es muy aficionado a dilapidar el dinero público en meretrices. Su esbirro Koldo guardaba una larga lista de teléfonos de mujeres que él mismo etiquetaba como prostitutas. Muchas fulanas y ningún fulano. Porque no se trata de un ciudadano anónimo, se trata del que fuera número dos del gobierno y ministro de Fomento.
En fin, la neuras de las compañeras y compañeros de Podemos, y, por extensión, de Sumar y buena parte del sanchismo, criminalizando a los hombres por el simple hecho de haber nacido varones, se topan de bruces con las conductas reprensibles, probablemente delictivas y siempre censurables desde el punto de vista ético, de los miembros machistas de dichos partidos de ultraizquierda. Cuánto mal siembran estos fantoches populistas, que se creen de moral superior y resultan ser indecentes hasta la náusea. Esperemos que todos los Manos largas que sujetan la pancarta del feminismo paguen sus ruindades y la sociedad sepa distinguir en adelante donde están las manzanas podridas antes de morderlas.