La mirada del centinela

Dust in the wind

De camino a la oficina, rodaba en mi coche escuchando la canción “Dust in the wind”, compuesta por la banda de rock Kansas. La melodía dice que todo es polvo en el viento y, en una estrofa de la canción, nos recuerdan que ni todo tu dinero puede comprar un minuto más de vida. Parece un hecho incontrovertible que todo se acaba convirtiendo en polvo que arrastra el viento. 

Esta cuestión, que es una perogrullada, no acaba de ser comprendida por los socialistas. Hoy, en la sesión de control del parlamento, los miembros del Gobierno jalonaban a su líder como siempre, con ese entusiasmo enfermizo del que aplaude por puro ventajismo. Pedro Sánchez, con la premisa consabida de que la mejor defensa es un buen ataque, zahería a la oposición recordando casos de su corrupción, la otra, la que no les afecta, obviando que ahora son ellos quienes están al frente del Estado, y ellos son, por tanto, quienes nos deben explicar cómo han llegado al paroxismo de la degeneración política. 

Todas sus corruptelas serán polvo en el viento, su ominosa gestión será polvo en el viento, pero antes de que esto suceda, deben dar cuenta de sus delitos. Porque ni todo el dinero robado les dará un solo minuto más de legislatura. Han de pagar, más pronto que tarde, todo el mal que infligen a la sociedad española. De seguir así, de continuar con esta cascada de informes que les involucran en la basura moral de sus incesantes actos corruptos, las siglas del PSOE se verán convertidas en polvo en el viento. El terrasanchismo -término acuñado muy acertadamente por el columnista Teodoro León Gross- es el pilar que soporta el vertedero gubernamental en que se ha convertido el partido socialista. Fanáticos de las siglas y la ideología, que no tiran de raciocinio para comprender las cosas no convenientes al país del que son ciudadanos. 

El sanchismo pasará, no hay mal que cien años dure, pero el maltrato a la democracia ejercido desde sus filas ha sido brutal, tanto, que dejará una huella indeleble de podredumbre pública, difícil de borrar. Su vileza es indómita, se crece en el castigo, como los toros bravos. Pero, hete aquí que Sánchez no tiene nada de bravo; al contrario, es un gurrumino cuya figura se estudiará cómo el presidente que desafió a la democracia. Quiero pensar que ganará esta última; si bien, el camino que conduce a la derrota sanchista final, no parece tener atajos. En cualquier caso, Sánchez y todos los demás bellacos, serán condenados en las urnas. Si esto no se produjera, comenzaría a pensar que el pueblo español está poseído por un encantamiento que, como a Don Quijote, le distorsiona la realidad. 

Hoy, en la sesión de control, Pedro Sánchez ha sufrido un lapsus, un error que ha puesto una verdad en su boca, la primera en más de siete años de presidencia. Ha dicho: “La tolerancia del PSOE contra la corrupción es absoluta”. Así es, en efecto, los socialistas toleran toda forma de corrupción. No se hacen responsables de nada. Si los corruptos campan por doquier en el partido, basta con decir que ellos practican la tolerancia cero. Qué desvergüenza. En fin, también sus mentiras serán, a la postre, polvo en el viento. Todo será polvo en el viento, incluso el cinismo de don Teflón, así apodado por el diario británico “The Times”. También en el Reino Unido saben que España no merece un mafioso por presidente.