La mirada del centinela

Aquelarre

El 41º congreso federal del PSOE bien pudiera pasar por ser un aquelarre, una reunión de brujas y brujos (lenguaje inclusivo) con objeto de ensalzar a su particular demonio; esto es, Pedro Sánchez. Los allí congregados rugían de furia y ardor por su mesías, reivindicando al líder, sus mentiras, sus manipulaciones, su manera chusca de entender la política, en una apología impúdica de la corrupción y el caudillismo exacerbados. 

Cantaron y rieron los dirigentes socialistas dando la espalda a la realidad: da igual que les cerque la justicia; da igual que la ética les acorrale; da igual que la totalidad del gabinete esté en el disparadero, da igual que prostituyan las instituciones públicas en su beneficio, ellos no se dan por aludidos, están hechos a imagen y semejanza del jefe, son impermeables a la moral, un hato de hechiceros que practican la política woke, entendida como imposición de sus peregrinas ideas. A ellos, lo que de verdad les sustenta en sus cargos es bailarle el agua al puto amo, que diría Óscar Puente. 

Lo del congreso socialista es lo más parecido a una novela de Orwell. Por desgracia, no es ficción, es la banda que gobierna el país. Se permiten hacer apología de la corrupción, alentando a los encausados en el caso ERE. Impulsan el fraude porque ellos son el mayor fraude posible. Son una estafa, políticos que practican el timo del tocomocho, sustituyendo papeletas de lotería por votos. No obstante, después de barridos los pétalos de flores y el confeti, los jueces siguen ahí, investigando las presuntas conductas fraudulentas de las tramas socialistas. La fiesta no se ha acabado, las risas tornarán en rictus de amargura cuando la justicia se abra camino a pesar de la inquisición impuesta por el sanchismo. 

El cinismo que engalanaba el congreso federal socialista es una coraza. Están preocupados por cómo se están desarrollando los acontecimientos. Las bases temen la caída del imperio, Nerón se quemó por jugar con fuego y Sánchez arderá en la pira de sus embustes. Una pira alta como una montaña. Parafraseando a Héroes del silencio: todo arde si se aplica la chispa adecuada. 

Y lo que se les viene encima no es una chispa, es una llamarada. El aquelarre clausurado el pasado domingo en Sevilla deja al socialismo desvalido. Las caras de entusiasmo eran puro atrezo. María Jesús Montero, el bufón del rey, reclamaba combatir la desinformación. ¿Qué les parece? ¿No es realmente Orwelliano? ¿No es la negación de la verdad objetiva? Apuestan por el continuismo; es decir, más bulos, más propaganda, más falsedad. Para qué cambiar si así les ha ido bien. Esa es la triste paradoja, que les vaya bien haciendo el mal. 

Con todo, la brujería sanchista tiene fecha de caducidad. Por fortuna, nada es para siempre y no hay mal que cien años dure. Aunque, de momento, lo que tenemos es a la banda de Pancho Villa al frente del Gobierno. Otra cosa no, pero a resiliente no le gana nadie a Sánchez. Es como la mala hierba, ha crecido en un jardín que se llama España y está destrozando su armonía. Esperamos con impaciencia al jardinero que sepa extraer la mala hierba del sanchismo, que tire de sus raíces hasta arrancarlo de la política nacional.