Andrea Rizzi: “El mundo está fallando a los jóvenes; hay que aprender a decir no”

Entrevista Andrea Rizzi - Anna Shatalova (El Diario de Madrid)

El corresponsal de Asuntos Globales de El País y autor de La era de la revancha reflexiona, en conversación con Anna Shatalova para El Diario de Madrid, sobre el nuevo pulso global entre potencias y generaciones, el relativismo moral y la necesidad de rebelarse ante la pasividad.

En un paseo por el Parque de Retiro, en Madrid, Andrea Rizzi comparte con Anna Shatalova una conversación que trasciende la actualidad. Desde las tensiones entre potencias como China, Rusia o Estados Unidos hasta la incertidumbre que sienten los jóvenes europeos, el periodista plantea un diagnóstico lúcido de nuestro tiempo: vivimos en la era de la revancha, un momento de fractura moral, política y generacional que exige recuperar el poder de decir “no”.

Una nueva época de tensiones

En su libro La era de la revancha (Anagrama, 2025), Andrea Rizzi, corresponsal de Asuntos Globales de El País, sostiene que el mundo ha entrado en una nueva fase histórica, definida por dos fuerzas opuestas: los regímenes autoritarios que buscan reconfigurar el orden mundial y los movimientos populistas y nacionalistas que crecen en Occidente.

“El mundo entra en una nueva época. Está definida, por un lado, por las decisiones de China y Rusia, y por otro, por el auge del populismo occidental”, afirma Rizzi durante la conversación.

Según el autor, el encuentro entre Xi Jinping y Vladímir Putin en 2023 y la reciente decisión de Donald Trump de retirar el apoyo financiero estadounidense a Ucrania — aunque sigue involucrado en la venta de armas a Ucrania — son síntomas del mismo fenómeno global: un pulso entre potencias que quieren adaptar las reglas del juego internacional a sus intereses.

Pero esa confrontación geopolítica, advierte, no se limita a los despachos. “Existe también un pulso entre clases sociales dentro de las democracias occidentales, donde amplios sectores populares se sienten descontentos con la evolución económica y política de las últimas décadas”.

La era de la revancha: el resentimiento como motor

El concepto de “revancha” da título a su ensayo y actúa como hilo conductor de su pensamiento. Para Rizzi, la revancha no es solo política o militar, sino también emocional y moral. “El resentimiento se ha convertido en un combustible social”, explica en el libro. Los ciudadanos, cansados de promesas incumplidas, buscan devolver un golpe simbólico al sistema que los ha decepcionado.

Ese impulso se manifiesta tanto en la agresividad de las potencias como en el desencanto ciudadano. De ahí el vínculo que el periodista traza entre el autoritarismo global y el malestar de las democracias. “Ambos fenómenos se retroalimentan: los populismos aprovechan la frustración interna y los regímenes autoritarios la utilizan para cuestionar los valores universales de la democracia y los derechos humanos”.

Una injusticia generacional

Rizzi dedica una parte central de la conversación a los jóvenes. “El mundo está fallando a los jóvenes en muchos sentidos. Las perspectivas se han vuelto precarias e inciertas, y existe una injusticia generacional”, advierte.

La falta de oportunidades laborales, el acceso cada vez más difícil a la vivienda y la incapacidad del sistema internacional para resolver conflictos bélicos conforman, a su juicio, un entorno desalentador para las nuevas generaciones.

Sin embargo, el periodista rehúye el derrotismo: “Sería ingenuo pensar que podemos arreglar el sistema y hacerlo perfecto, pero eso no debe conducirnos al catastrofismo.”.

“Hay que resistir, movilizarse, participar en la vida colectiva. Decir no es parte de la solución.”
 — Andrea Rizzi

El espejismo digital y la vida real

Otro de los temas que atraviesa la charla es la influencia de las redes sociales en la juventud. Rizzi alerta sobre lo que denomina “una hipnosis digital” que sustituye la acción real por una ilusión de participación. “Las redes sociales dan la sensación de estar en contacto con los demás, pero son un espejismo. Pueden ser útiles para tejer relaciones, pero también nos alejan de la vida real”, advierte.

Frente a esa desconexión, propone recuperar la experiencia tangible, la conversación, el compromiso directo: “Hay que tener una vida interior más profunda y una vida digital menos hipnotizada. Desde ahí podemos aclarar los valores que queremos defender y actuar en consecuencia, en conexión con otros, pero también en la vida real”.

Decir no: una rebelión necesaria

El diálogo entre Shatalova y Rizzi adquiere un tono literario cuando ambos evocan a los autores inmortales que inspiran su reflexión: Camus, Kafka, Calvino, Steinbeck o Dante. Entre ellos destaca El barón rampante de Italo Calvino, obra que influyó directamente en el ensayo de Rizzi.

“Cósimo, el joven barón, dice no a sus padres y se sube a los árboles. Es una metáfora espléndida: el poder de decir no”, explica Rizzi.

El periodista asocia esa imagen con la rebeldía consciente, la negativa a aceptar sin crítica lo que parece inamovible. Una actitud que, en su opinión, Europa aún puede permitirse: “Aquí es posible movilizarse, decir que no, exigir, sin pagar un precio grave. En otros lugares del mundo, como China, Rusia o Irán, eso sería impensable”.

Shatalova concluye la conversación con una síntesis esperanzadora: “Como jóvenes europeos, tenemos una misión: aprender a rebelarnos bien, a decir no cuando haga falta”.
Rizzi asiente: “Caminar, pensar y decir no. Esa es la forma más humana de empezar a cambiar las cosas”.

Reencuentro con la realidad

El escenario del encuentro — el Parque del Retiro — no es casual. Para Rizzi, el contacto con la naturaleza es también una forma de pensamiento. “Pasear me ayuda a pensar”, confiesa. “Este parque me inspiró porque está lleno de realidad y de personas. Aquí recordé que el pensamiento y la vida real deben ir juntos”. Al mismo tiempo, los árboles del Retiro le hicieron pensar en la rebelión del Barón Rampante, esa búsqueda de altura y libertad que simboliza también la necesidad de mirar el mundo desde otra perspectiva.

Así, entre árboles y conversación, la entrevista se convierte en un manifiesto sereno: frente al ruido, la desinformación y la pasividad, la resistencia empieza con un acto íntimo de conciencia.