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Los bancos en España refuerzan su solvencia y rentabilidad en 2025

Estadísticas Banco de España sobre entidades de crédito - Banco de España

Las entidades de crédito mejoran sus ratios de capital y reducen la morosidad en el primer trimestre, mientras el Banco de España advierte de la necesidad de vigilar la liquidez y la incertidumbre internacional.

El sistema financiero español inició 2025 con un balance reforzado. Según el último informe estadístico del Banco de España, las entidades de crédito que operan en el país elevaron sus niveles de capital y rentabilidad, redujeron la morosidad y consolidaron su posición de solvencia frente a un entorno internacional marcado por la volatilidad comercial y el repunte de tensiones geopolíticas.

Más capital y mayor solvencia

La ratio de capital de nivel 1 ordinario (CET1) se situó en el 13,66%, frente al 13,19% del primer trimestre de 2024. El capital total alcanzó el 17,73%, con especial solidez en las entidades menos significativas, que superan el 25%. Estos niveles están por encima de los requerimientos regulatorios europeos y confirman que los bancos españoles disponen de un colchón de seguridad mayor para absorber posibles pérdidas.

El apalancamiento se mantuvo estable en el 5,72%, apenas una décima por encima de un año antes, lo que refleja un equilibrio entre crecimiento del crédito y control de riesgos.

Liquidez holgada, aunque en retroceso

La ratio de cobertura de liquidez descendió hasta el 171,3%, desde el 178,7% del trimestre anterior. La caída responde a una reducción del colchón de activos líquidos y a un aumento de las salidas netas de liquidez previstas, aunque sigue muy por encima del 100 % exigido por la normativa. En la práctica, significa que los bancos españoles mantienen capacidad suficiente para afrontar escenarios de tensión a corto plazo.

Morosidad en mínimos y riesgo contenido

La ratio de préstamos dudosos (NPL) se redujo al 2,86%, frente al 2,91% del trimestre anterior, con menor incidencia en las entidades de menor tamaño (2,39%). Los préstamos en vigilancia especial (fase 2) también descendieron, situándose en el 6,05%, lo que indica que los riesgos potenciales de deterioro se moderan.

El coste del riesgo se elevó levemente al 0,91%, aunque todavía por debajo del 1,05 % registrado un año antes. Esto significa que, aunque los bancos destinaron algo más a provisiones, la carga sigue siendo inferior a la de ejercicios pasados.

Rentabilidad en máximos desde la crisis

La rentabilidad anualizada de los recursos propios (ROE) escaló hasta el 14,43%, frente al 12,28% de un año antes. Se trata de uno de los niveles más altos de la última década, impulsado por el aumento de los márgenes de intermediación y el control de costes.

Además, la ratio crédito-depósitos subió hasta el 95,53%, lo que refleja una mayor canalización del ahorro hacia financiación para empresas y familias, aunque todavía en niveles prudentes respecto al equilibrio histórico.

Implicaciones para la economía real

El refuerzo del capital y la rentabilidad bancaria tiene implicaciones directas en la capacidad de conceder crédito en un contexto económico incierto. El propio Banco de España ha rebajado sus previsiones de crecimiento del PIB para 2025 al 2,4%, advirtiendo de los efectos de los aranceles internacionales y de la necesidad de acelerar la ejecución de los fondos europeos, aún por debajo de la media comunitaria.

Asimismo, la institución subraya que el endeudamiento público cercano al 102% del PIB y la presión inflacionista continúan siendo vulnerabilidades a vigilar, pese a que el sector bancario muestra una resiliencia mayor que en ciclos anteriores.

Solidez con retos a la vista

En conjunto, los datos reflejan que el sistema bancario español afronta 2025 en una posición de fortaleza: más capitalizado, con menos morosidad y con rentabilidades que vuelven a niveles previos a la gran crisis financiera.

Sin embargo, el descenso en la liquidez, la desaceleración económica prevista y los riesgos geopolíticos y fiscales exigen cautela. El reto de la banca española será mantener esta solidez en un entorno en el que la incertidumbre externa y la ejecución de los fondos europeos pueden marcar la diferencia entre consolidar la recuperación o ver limitada su capacidad de expansión crediticia.