Vecinos de Conde de Casal denuncian el caos por las obras del intercambiador y exigen una mejor señalización
Los residentes reclaman una mejor señalización y accesos a sus viviendas y garajes ante las obras del nuevo intercambiador, que se prolongarán hasta 2027
Las obras del nuevo intercambiador de transportes en la Plaza de Conde de Casal están generando un auténtico quebradero de cabeza para vecinos, conductores y comerciantes del entorno. Los residentes denuncian falta de señalización, accesos bloqueados y maniobras peligrosas de camiones, que han convertido esta zona del sureste madrileño en un laberinto urbano.
Quejas por el caos circulatorio y los accesos cortados
Según relatan los afectados, el acceso a la A-3 desde Conde de Casal carece de señalización suficiente, lo que provoca que camiones de gran tamaño entren por error a la plaza y queden atrapados al no poder girar. “No tiene sentido”, lamenta Juanjo, vecino del barrio, en declaraciones a Buenos Días Madrid. “Es absurdo, quien lo ha hecho no ha consultado a los vecinos”, añade Francisco, otro residente que sufre las consecuencias a diario.
Los vehículos pesados, al verse bloqueados, deben maniobrar en espacios muy reducidos para salir por la calle Federico Moreno Torroba, generando retenciones y colapsos temporales. Durante esas maniobras, los vecinos aseguran que no pueden acceder a sus garajes ni circular con normalidad por su propia calle.
Rodeos y obstáculos para acceder a los garajes
La situación se agrava por la prohibición de acceso a la calle Federico Moreno Torroba, donde se ubican varias entradas a garajes privados. La señal de prohibido el paso se encuentra a menos de un metro de la entrada de uno de estos aparcamientos, lo que obliga a los residentes a dar un rodeo completo por el perímetro del edificio, atravesando las obras para llegar hasta la plaza.
“Cada vez que queremos entrar o salir del garaje tenemos que atravesar toda la obra. Es un absurdo total”, denuncian los vecinos, que recuerdan que solo en su urbanización hay más de 200 viviendas.
Las obras se prolongarán hasta 2027
El proyecto, impulsado por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital, forma parte del plan para construir el nuevo intercambiador de Conde de Casal, una infraestructura clave para mejorar la conexión entre autobuses interurbanos, metro y líneas urbanas.
Sin embargo, los residentes consideran que la falta de planificación y comunicación vecinal ha convertido el proyecto en una pesadilla. “No nos oponemos a las obras, pero pedimos medidas sensatas y un mínimo de coordinación”, explican desde una de las comunidades afectadas.
Las obras, que comenzaron en 2024, se prolongarán hasta el año 2027, por lo que los vecinos temen que la situación actual se mantenga durante años si no se adoptan medidas urgentes de movilidad y señalización.
Reclaman soluciones inmediatas
Los residentes exigen al Ayuntamiento de Madrid y a la empresa responsable de los trabajos una revisión del plan de accesos, la instalación de señalización clara para desviar a los vehículos pesados y una mejor coordinación con las comunidades afectadas.
“Queremos poder entrar en nuestras casas sin sentirnos atrapados entre grúas y vallas”, señalan los vecinos, que aseguran haber trasladado sus quejas al consistorio sin recibir respuesta clara.
También piden que se habiliten rutas alternativas seguras para peatones, ya que en algunos tramos los pasos provisionales no están bien delimitados, lo que aumenta el riesgo de accidentes, especialmente para personas mayores o con movilidad reducida.
Una reivindicación que crece entre los barrios colindantes
El malestar no se limita a los edificios más próximos a la plaza. Comerciantes de la zona afirman que la reducción del tráfico peatonal y los cortes continuos han desplomado las ventas, y conductores habituales del eje Atocha-A3 reconocen que Conde de Casal se ha convertido en un punto negro del tráfico madrileño.
Mientras tanto, los vecinos preparan nuevas acciones vecinales y escritos de reclamación ante el Ayuntamiento, decididos a que se escuchen sus demandas. “No pedimos que se paralicen las obras, solo que se hagan con cabeza y con respeto a quienes vivimos aquí”, concluye uno de los portavoces del vecindario.