47º aniversario de la Constitución

Tomás Páramo emociona en el 47º aniversario de la Constitución con un discurso centrado en la libertad, el amor y la concordia

Tomás Páramo

Tomás Páramo protagoniza uno de los discursos más comentados del acto constitucional con un mensaje conciliador: “Antes de cualquier idea va la persona”

El joven creador y comunicador Tomás Páramo fue uno de los protagonistas del acto institucional por el 47º aniversario de la Constitución Española, donde defendió un mensaje de reconciliación, respeto y convivencia frente a la polarización actual. Invitado como orador, Páramo reconoció que aceptó la propuesta con emoción, vértigo y gratitud: “Pensé que no era capaz, me sentí indigno, pero dije que sí”. Tras días de preparación, se subió al atril para pronunciar un discurso que, por su tono emocional e integrador, se ha viralizado en redes.

Ante autoridades y representantes políticos, recordó su infancia, cuando preguntó a su padre a quién votaba. Él le respondió: “Eso no se pregunta, todos somos iguales. A las personas no se les mide por lo que piensan, sino por su corazón”, frase que marcó el eje de su intervención. También reivindicó el valor de la Carta Magna como símbolo de unión tras la dictadura, destacando que la Constitución “no surgió desde la imposición, sino desde el acuerdo” y que sigue siendo la casa común donde cabemos todos.

El orador habló de libertad desde una perspectiva humana y afectiva. “Somos menos libres porque nos falta amor”, afirmó, alertando del auge del odio, los prejuicios y el señalamiento en redes y en la confrontación política. Reclamó diálogo, escucha y empatía para que el desacuerdo no derive en muro, sino en apretón de manos. “No podemos ser esclavos de ideologías ni de ídolos. Nuestra mente no puede convertirse en una prisión”.

Páramo dedicó parte del discurso a su familia, especialmente a su abuelo Tomás, exalcalde de Alcobendas, y recordó una imagen de su niñez como símbolo de concordia: él, niño, caminando de la mano de su abuelo —de derechas— y del entonces alcalde socialista José Caballero. “Ese soy yo, alguien que aprendió que antes de elegir un lado hay que tender la mano”.

Con un cierre cargado de emoción, proclamó su amor a España y su deseo de una nación que sane heridas, que dialogue y que reconozca en su diversidad una fortaleza, no una fractura. “Amo una España que convierte el dolor en esperanza. Una España que prefiere tender la mano antes que levantar la voz”, dijo ante el auditorio. Su última frase resonó con fuerza: “¡Viva la Constitución! ¡Viva la democracia y viva España!”

Su intervención se ha interpretado como un llamamiento generacional en defensa del espíritu del 78, la convivencia y el respeto mutuo como pilares para el futuro del país.