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Pedro Sánchez admite que pensó en dimitir y convocar elecciones, pero descarta “tirar la toalla” ante los casos de corrupción en el PSOE

Pedro Sánchez durante una comparecencia en la sede de Ferraz | Foto de PSOE

El presidente del Gobierno asume parte de la responsabilidad por confiar en Ábalos y Cerdán, pero defiende su liderazgo y promete impulsar medidas de regeneración

Pedro Sánchez ha reconocido este miércoles en el Congreso que se planteó la dimisión y la convocatoria de elecciones anticipadas como respuesta a la crisis generada por los recientes casos de presunta corrupción que salpican al PSOE, pero finalmente ha descartado esa posibilidad: “Tirar la toalla no es nunca una opción”, afirmó rotundo ante el Pleno del Congreso.

Durante su comparecencia para rendir cuentas por la implicación de José Luis Ábalos y Santos Cerdán, exsecretarios de Organización del PSOE, en investigaciones judiciales, el jefe del Ejecutivo aseguró que los últimos acontecimientos han sido “un duro golpe” a nivel personal y político. Sánchez confesó que se equivocó al confiar en ellos, y asumió su parte de responsabilidad: “Estoy decepcionado conmigo mismo”.

Un partido “ejemplar” frente a “la traición de unos pocos”

A pesar de la crisis interna, Sánchez defendió la integridad del PSOE: “Lidero un partido ejemplar. La traición de unos pocos no puede manchar al resto”, subrayó. Insistió en que, aunque comprende las dudas generadas por estos escándalos, está dispuesto a responderlas con transparencia y reformas.

El presidente reconoció haber sopesado la dimisión como “la solución más sencilla, para mí y para mi familia”, pero tras consultar con su entorno, decidió continuar: “Comprendí que tirar la toalla no es nunca una opción”, reiteró.

“Un político limpio” dispuesto a regenerar

Sánchez se definió como “un político limpio” que no conocía las actividades irregulares de sus colaboradores. Aseguró ante la Cámara su intención de impulsar reformas que refuercen la transparencia y la regeneración democrática, comprometiéndose a satisfacer las exigencias de los grupos parlamentarios en esa materia.

La intervención de Sánchez llega en un contexto de creciente presión política, con la oposición pidiendo elecciones y cuestionando la legitimidad de su mandato tras los escándalos. El presidente apeló a la unidad de sus socios de gobierno para mantener la estabilidad y reafirmó que continuará al frente del Ejecutivo para cumplir con su compromiso con los ciudadanos.

El mensaje final fue claro: crisis sí, rendición no. Sánchez se mantiene firme al timón del Gobierno mientras promete respuestas contundentes frente a la corrupción que afecta a figuras clave de su partido.