Las palabras del pasado vuelven: Pedro Sánchez, en el foco tras la dimisión de Cerdán por corrupción
La dimisión de Santos Cerdán revive en redes viejas declaraciones de Albert Rivera y del propio Pedro Sánchez, quien en 2014 exigía responsabilidades políticas a Rajoy
La dimisión de Santos Cerdán, número dos del PSOE, imputado en una trama de corrupción ligada a comisiones ilegales en contratos públicos, ha provocado no solo una fuerte crisis en el seno del Gobierno, sino también un intenso debate social y político, reavivando viejas intervenciones parlamentarias que muchos ciudadanos recuerdan hoy con especial claridad.
En este contexto, dos discursos en particular han resurgido con fuerza en redes sociales y medios: uno del exlíder de Ciudadanos Albert Rivera, pronunciado en julio de 2019 en el Congreso, y otro del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en 2014, cuando era líder de la oposición y exigía responsabilidades a Mariano Rajoy por los casos de corrupción del PP.
Rivera y el “Plan Sánchez”
Durante una sesión plenaria celebrada el 22 de julio de 2019, Albert Rivera acusó a Pedro Sánchez de diseñar un "plan para perpetuarse en el poder" mediante el control de medios públicos, el uso interesado de las encuestas y la blanqueación de sus socios políticos. “Tiene un plan y tiene una banda”, dijo entonces el líder de Ciudadanos, señalando directamente a partidos como Bildu, ERC o Podemos como piezas clave del engranaje político de Sánchez. En su intervención, Rivera también lanzaba una pregunta retórica que hoy muchos rescatan:
“¿Va a dimitir si hay condenas por los ERE al Partido Socialista? ¿Sí o no?”.
Aunque el caso actual no guarda relación directa con el escándalo de los ERE, la imputación de Cerdán por delitos como malversación, cohecho y tráfico de influencias ha llevado a numerosos usuarios y líderes políticos a recordar esta advertencia y sus implicaciones sobre la forma de hacer política del actual Gobierno.
Sánchez en 2014: “No se viene a pedir perdón, sino a asumir responsabilidades”
Más incómoda aún ha resultado para el Ejecutivo la reaparición de un discurso de Pedro Sánchez en 2014, cuando criticaba duramente al entonces presidente Mariano Rajoy por los múltiples casos de corrupción que afectaban al PP.
“Señor Rajoy, lo suyo no es una manzana podrida. Usted debe dar explicaciones, rendir cuentas y asumir responsabilidades políticas”, dijo Sánchez desde la tribuna del Congreso.
Hoy, esas mismas palabras han sido lanzadas contra él por líderes de la oposición, analistas y ciudadanos, en una especie de boomerang político que refuerza la narrativa del desgaste ético del Gobierno. El propio Alberto Núñez Feijóo recuperó esa lógica durante su comparecencia del día, exigiendo la dimisión de Sánchez al considerar que “ya no es el caso Koldo ni el caso Ábalos, es el caso Sánchez”.
Las consecuencias políticas y la presión sobre Moncloa
La reacción del presidente Sánchez, que ha anunciado una auditoría interna del PSOE y se ha mostrado decepcionado con Cerdán, ha sido considerada por la oposición como “insuficiente, tardía y evasiva”. Feijóo ha calificado la auditoría de “pantomima” y ha insistido en que la verdadera investigación está en manos del Tribunal Supremo y la UCO.
El caso, que ya afecta al núcleo duro del aparato socialista, ha provocado además una fractura creciente entre el Ejecutivo y sus socios parlamentarios, a los que Feijóo ha llamado a “no ser cómplices” de lo que describe como el mayor escándalo de corrupción en democracia reciente. En paralelo, se intensifican las voces que reclaman una moción de censura o elecciones anticipadas.
El juicio de la hemeroteca
Mientras el Gobierno intenta contener la crisis política y reputacional, en la calle y en el Parlamento las hemerotecas se han convertido en una herramienta de escrutinio implacable. Rivera y Sánchez, rivales de la legislatura pasada, se enfrentan hoy a sus propias palabras como medida de coherencia ante los mismos males que entonces denunciaban.
Lo que antes se reprochaba al adversario, ahora golpea desde el espejo retrovisor de la política nacional. Y si algo ha dejado claro este nuevo capítulo de la política española es que la memoria pública tiene más peso del que muchos quisieran.