Macro, ¿la Astrología Económica?

Trump: una estrategia, dos objetivos, y muchas preguntas

En el artículo anterior exploramos la idea de que detrás de las excentricidades de Trump podría esconderse un plan ambicioso, planificado con meses, ¿años?, de antelación que ejecutó con rapidez nada más llegar a la Casa Blanca. Prueba de ello fueron las incontables Órdenes Ejecutivas previamente redactadas que se puso a firmar nada más sentarse en el despacho oval. Este plan, tal y como comentamos, tenía múltiples aristas pero dos grandes objetivos finales: debilitar el dólar y reducir el interés del bono a 10 años. 

Por aquel entonces, hicimos un ejercicio de imaginación tratando de poner orden lógico a todas las medidas que se venían anunciando. Concluimos que si bien en apariencia caóticas y arriesgadas, el trasfondo de aquellas medidas podía tener cierto sentido para cumplir con los objetivos marcados.

Pasados unos meses, me parece relevante realizar un pequeño ejercicio retrospectivo y preguntarnos cuán exitosas han sido estas medidas. ¿Ha conseguido Trump debilitar el dólar y pagar menos por su deuda a 10 años?

Este es mi plan y si no te gusta tengo otros.

Si tuviésemos que definir en una sola palabra la evolución del plan inicial, ésta sería,  y por no hacer demasiada sangre, “torcido”. Al plan se lo está comiendo la realidad, así nos lo está indicando el interés de la deuda americana. 

Bono a 10 años: objetivo fallido

Subiendo aranceles, Trump buscaba generar caos y provocar una venta masiva en bolsa que generase una huida hacia activos sin riesgo: es decir,  su bono soberano. Teoría económica de primero de carrera. Vender riesgo (renta variable) y comprar seguridad (renta fija).

A mayor demanda de bonos el tipo de interés bajaría, reduciendo así el coste de la deuda que Scotty Bessent (Secretario del Tesoro Americano) tiene que refinanciar este año. Recordemos que en 2025, el Tesoro tiene que devolver aproximadamente el 20% del total de su deuda. Para esto, el plan es extremadamente sencillo: emitir nueva deuda para pagar la antigua. Esto es, como ya lo hemos explicado en algún otro artículo, pagar tu tarjeta de crédito solicitando otra tarjeta.

Ahora bien, cuando el coste de esta nueva deuda (interés de la nueva tarjeta de crédito) es mayor que el de la anterior, la deuda total aumenta y corremos el riesgo de entrar en espiral. De ahí el afán de bajar el interés del bono a 10 años con los aranceles: es capital que la nueva tarjeta de crédito pague menos en intereses que la anterior.

Pues bien, tras el anuncio de los aranceles, caos y caídas en bolsa. Hasta aquí según lo planificado. Lo siguiente por tanto era ver cómo crecía la demanda de bonos y bajaba el interés. Sencillo, ¿no?

Contra todo pronóstico (o teoría económica), no solo el bono no bajó, sino que se disparó. Aquí tenéis la evolución del bono a 10 años americano desde entonces. Vemos claramente cómo el efecto inicial, según la teoría, se disipó rápidamente y solo las sucesivas "pausas" anunciadas por Trump han podido calmar algo los ánimos.

Evolución del bono a 10 años americano

El dólar: tenemos que hablar.

A diferencia del bono, aquí sí que podemos decir que algo se ha movido en la dirección que Trump y su equipo deseaba. El índice DXY, que mide el dólar respecto a un conjunto de otras monedas, ha bajado en los últimos meses. El objetivo al menos en apariencia, sí que se estaría cumpliendo. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Se debe al plan de Trump o a la simple casualidad?

La navaja de Ockham es un principio filosófico y metodológico​ según el cual «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable». Para nuestro caso, la explicación más sencilla es el déficit.

Con el déficit nos referimos al desequilibrio entre lo que ingresa el estado y lo que gasta. Y en Estados Unidos, este desequilibrio está descontrolado.

Prueba de ello es (era) D.O.G.E o Department Of Government Efficiency, la niña bonita de Elon Musk, un departamento creado exclusivamente para que el magnate pudiese entrar con la tijera y recortar gasto gubernamental superfluo y así reducir el déficit.  

No entraré en mucho detalle, pero tras mucho ruido en redes y después de exponer algún que otro escándalo, Elon Musk está fuera del proyecto. Tal ha sido el desencanto con el que se ha encontrado que hasta las relaciones con el presidente se han visto deterioradas. 

¿Qué quiere decir que Elon Musk, el hombre que trae de vuelta cohetes del espacio, no haya sido capaz de recortar el déficit? Un déficit por cierto que ronda niveles no vistos desde la II Guerra Mundial. Quiere decir que si quieren reducirlo, eso no se va a realizar por la vía del gasto. 

El Gobierno va a seguir gastando como el juego del Real Madrid de Ancelotti: sin control. En los mercados, más déficit se traduce en mayor inflación a largo plazo. Eso de que la inflación se estabilizará en el 2%, sin otro ajuste creíble, es un cuento chino. Ante esta tesitura, si se espera que un dólar hoy valga más que uno mañana, el mercado vende dólares y este, se debilita.

Hablemos de nuevo de los aranceles.

Otro aspecto que explica la caída del dólar se debe, como es evidente, a la guerra comercial que venimos comentando desde hace un tiempo. De hecho, la causa raíz es la misma que acabamos de comentar, el desequilibrio entre ingresos y gastos.

Con la potencial subida de aranceles, Trump ha visto cómo sus propias empresas entraban en pánico. Forzar la re-localización de empresas en Estados Unidos en el medio plazo tiene un coste en el corto plazo: el aumento de costes y la bajada del consumo. Lo primero es inflación y lo segundo es una posible recesión (bajada de tipos y aumento del déficit). Como veis, volvemos a lo mismo, las expectativas de inflación se mantienen altas y el dólar se debilita en consecuencia. 

A continuación vemos cómo ha evolucionado el DXY durante estos últimos meses.

Evolución del DXY durante estos últimos meses

Sea por el plan de Trump o no, en los últimos meses el dólar ha sufrido ventas. Ventas que han sido aprovechadas por otras monedas (véase el Franco Suizo o en menor medida el Euro) y activos como el Oro o el Bitcoin. 

En definitiva, no parece que a Trump le estén saliendo las cosas como inicialmente tenía previsto: 

  • Reducir el peso de la deuda vía reducción del déficit y de los intereses ha demostrado ser un callejón sin salida
  • Debilitar el dólar para incentivar la producción interna parece más fruto de consecuencias imprevistas que resultados de un plan establecido

Y como decíamos al principio, si no te gusta mi plan, tengo otros.

Crecer.. o morir.

Giro de 180 grados en la Casa Blanca. Lo anunciaba Scotty Bessent el otro día en una entrevista en Fox News:

“Podemos impulsar el crecimiento económico y controlar la deuda. Lo importante es que la economía crezca más rápido que la deuda. Si cambiamos la trayectoria de crecimiento del país, de la economía, entonces estabilizaremos nuestras finanzas y podremos salir de esto creciendo.”

O en otras palabras: si no puedo ajustar por gasto (Elon Musk) y tampoco mejorando mi balanza comercial (Aranceles) sin provocar una enorme recesión, solo me queda una carta: aumentar mucho mis ingresos. Que crezca el PIB y aumente mi recaudación con la subida. Una huida hacia adelante.

Parece sencillo, si conseguimos que el PIB crezca más rápido que la deuda, mi ratio deuda/PIB baja y el sistema sigue siendo sostenible. 

Recordemos, el PIB no es más que una fórmula que refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de un país: 

C (Consumo) + I (Inversión) + G (Gasto Público) + (X-M) (Exportaciones - Importaciones)

El nuevo plan por tanto pasaría por:

  • Consumo: Disminuir impuestos para fomentar mayor gasto de las familias en bienes y servicios
  • Inversión: Desregular, eliminar burocracia y estimular fiscalmente las empresas (bajar impuestos)
  • Gasto Público: Mantener el (crecimiento del) gasto actual, especialmente en defensa e infraestructuras
  • Balance Comercial: Reducirlo vía debilidad del dólar, aranceles y re-localización empresarial

En esta dirección se cerró hace poco el nuevo proyecto de ley de Trump:

Redes Sociales Donald Trump

Para que salga bien el plan y que el PIB crezca por encima de la deuda, Estados Unidos (y el mundo) tienen tres caminos: producir más con lo mismo (aumentar la productividad), inflar los precios (que lo que produzcas sea lo mismo pero valga más) o una combinación de ambas.

Aquí la evolución del PIB de EEUU desde 2010:

Evolución del PIB de EEUU desde 2010

No sé si como yo, empezáis a ver el problema. Con un PIB que promedia un 2% anual desde 2010 y una inflación real bien por encima del 2%, la vía de la productividad no parece ser la ganadora. Sí, podemos pensar que la IA y la robótica pueden obrar el milagro que necesita Trump, pero quizá no en la cantidad y tan pronto como se necesita.

Así pues, nos encontramos que la solución más probable sea la de reducir la deuda inflando el PIB vía inflación. Generar un 8% de inflación anual sostenida en el tiempo, provocar un crecimiento semejante del PIB y rezar para que la deuda siga creciendo por debajo de ese 8% (exceptuando 2020, la media anual ronda el 5-6%).

Parece obvio que el plan inicial de Trump ha fracasado completamente y ahora estamos en territorio de “Aquí hay Dragones”. Trump y su administración se agarran a un clavo ardiendo, esperando un milagro de productividad e inflación que vaya reduciendo el yugo de la deuda poco a poco. Haciendo un símil, buscan que los ingresos de una familia crezcan más rápido (ya sea por subidas de sueldo por meritocracia o por regularización del IPC) que el coste de la hipoteca a tipo variable que tienen contratada.

Ante esta situación..

  • ¿Qué creéis que hará el bono a diez años? ¿Seguirá subiendo o bajará? ¿Y las hipotecas?
  • La confianza global en el $, ¿aumentará o disminuirá?¿Qué harán activos como el oro, el bitcoin o las acciones de empresas sólidas si la receta es seguir como hasta ahora pero pisando el acelerador?
  • ¿Podrán aguantar las empresas y los sueldos el ritmo de la inflación?
  • Y la más importante, ¿funcionará el nuevo plan o será necesario buscar otro?

El tiempo dirá; si me preguntan, volverá a fracasar. Estados Unidos, Trump y los bancos centrales juegan una partida de la que sólo se sale con dolor. Cuídense.