A todo nos acostumbramos
El título nos lo deja claro, y es que es así, a todo nos acostumbramos, vivo habitualmente frente al océano y trato con esfuerzo de gozar de la maravilla de ver esa enormidad frente a mí, pero como lo he dicho, con esfuerzo, ya que si me dejo llevar por los problemas cotidianos olvido su presencia en un santiamén.
Por estos días, la guerra posible y cercana ha pasado a ser comentario de café, un tema más de conversación, incluso se bromea con el Kit de supervivencia. ¿Es que acaso hemos perdido la cordura? ¿Es qué esta sociedad en la que vivimos ha perdido el miedo? Creo que todo lo contrario, esconde en sus bromas (memes) las frustraciones y miedos que cada día son más, no por nada los fármacos más utilizados en la actualidad son los que controlan la ansiedad.
Escribió Sigmund Freud en 1905 El chiste y su relación con lo inconsciente “…El pensamiento busca el disfraz de chiste porque mediante él se recomienda a nuestra atención, puede parecemos así más significativo y valioso, pero sobre todo porque esa vestidura soborna y confunde a nuestra crítica…”
Vivimos en un estado de confusión, nuestra crítica está sesgada por una ideología que penetra nuestras vidas, y se retroalimenta por los algoritmos que nos permiten ver lo que necesitamos ver para acrecentar esa crítica limitada.
Me recuerda a aquella frase que circula por las redes (falsamente atribuida al libro Cartas Del Diablo a su sobrino de C.S.LEWIS) donde el Viejo Diablo dice: “…Renunciaron a su libertad. No volvieron a salir de casa. Nunca más fueron a ninguna parte. No volvieron a visitar a sus amigos y familiares. El mundo entero se convirtió en una enorme prisión con convictos voluntarios. Todos aceptaron esta vida para sobrevivir otro día miserable. No vivieron, ¡murieron todos los días! Era demasiado fácil tomar sus pobres almas…” Si bien no es verdadera, creo que es útil para vernos reflejados.
Si nos detenemos por un momento a volver a apreciar la vida, tal vez podamos salir de la espiral en la que estamos, volver a mirar hacia el costado, estirar los brazos para recoger a los caídos, y agregar a nuestro kit de supervivencia la imagen, demasiado acostumbrada, de nuestros seres amados y de los grandiosos momentos cotidianos que pasamos por alto demasiadas veces.- La verdadera libertad está al alcance de nuestra mano, allí donde el amor vence al miedo y al olvido.-
Entonces tal vez, podamos decepcionar una vez más a Orugario y su tío (Cartas del Diablo a su Sobrino) y dejar que los demonios se devoren a sí mismos.-