Cinco sentidos

No solo de pan vive el hombre

Según un estudio publicado por la Proceedings of the National Academy of Sciences, se  encontraron restos carbonizados de pan datados hace unos 14.400 años, el lugar  Shubayqa en Jordania, y según esa publicación se trataría del vestigio más antiguo de  pan de la humanidad hallado hasta el momento. 

Pensar en aquellos humanos prehistóricos, cazadores, moliendo grano y mezclándolo con agua, me resulta casi mágico, me los imagino en esa mezcla casual apoyada sobre  una piedra caliente y con ese aroma tan característico del pan caliente. 

Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que los egipcios y también de forma casual  dejaran fermentar la masa y descubrieron la maravilla más cercana a nuestro pan  moderno. 

Luego Grecia, pero fundamentalmente Roma (por algo fueron Imperio), hicieron de  ese producto algo totalmente distinto, fueron quienes de alguna manera lo  industrializaron, crearon panaderías públicas y aprovecharon el pan para marcar  diferencias sociales, pero sin duda alguna, convirtieron al pan en un alimento básico de los Ejércitos Romanos y de la población en general, aquella frase “Pan y Circo nació por  aquellos días” como una forma de mantener aplacado al pueblo. 

Con la llegada de la Revolución Industrial se estandarizó la producción y se  introdujeron harinas más refinadas. 

No se vosotros, pero el aroma a pan caliente forma parte de mi vida, esos bollos de  abuela recién horneados, o la visita a la panadería de la esquina de mi casa, recuerdo a  propósito a Doña Mercedes, quien tenía una canasta llena de pan para vender cada  día, y mi madre que me pedía ir a comprar el pan, una de esas tantas mañanas, al  regresar de casa comiendo un poco de pan por el camino, se me ocurrió contarle a mi  madre que ese día el pan estaba más caliente porque el gato dormía sobre el pan  aprovechando su calor, circunstancia que a mí con 7 años me parecía de lo más enternecedor pero que a mi madre parece que no lo resultó lo mismo, porque a partir  de ese día no compramos más pan a Doña Mercedes. 

Además, el pan significó para mí un momento especial de alegría, en los recreos de la  Escuela de Argentina nos daban a todos una figazza de pan y mate cocido o un vaso de  leche (yo optaba por el segundo), y siempre que sobraba pan (y sobraba siempre)  podíamos repetir y allí íbamos todos a por la segunda figazza.

Si lo pensamos un poco el pan ha sido parte de nuestras vidas, según he podido  averiguar existen más de 5.000 tipos de pan y bollería, de ellos unos 40 resultan  icónicos en todo el mundo, entre los países más famosos por sus panes, tenemos que  destacar a Francia reconocida como la cuna de la panadería artesanal siendo la  Baguette su ícono mundial. 

Alemania por su parte parece tener la mayor variedad del mundo destacando sus  panes de centeno multisemillas, sourdough y los de especialidad como el  Pumpermickel de la zona de Westfalia. 

Indudablemente Italia con su Ciabatta y su Focaccia, (sin entrar en la Pizza de la que ya  hablaremos en otra oportunidad). Y además sus panes con denominación de origen  protegido y con sello distintivo como el Pane di Altamura, il Tarallo (un vivió para mí). 

Sería injusto no nombrar el pan de Iavash de Turquía, el Milk Bread de Japón y tantos aún por descubrir. 

El pan español, es una maravilla, el Pan Gallego, el Mollete andaluz, la Coca Catalana, la Pataqueta Valenciana, los Bollos preñaos de Asturias, pero no hay nada como  perderse en las calles de Chamberí y comerse un bocata de calamares cerca de la Plaza  Mayor. 

Y por supuesto no puedo dejar de mencionar el pan de miga argentino con el que se hacen los sándwiches de miga y su infinita variedad de combinaciones. 

El pan como vemos es parte de nuestras vidas, cultura, costumbre, pero también es alimento Espiritual, no puedo olvidar como los Discípulos de Emaús reconocen a Jesús  al Partir el Pan. O aquella multiplicación de los panes milagrosa. 

El mismo Dios ha querido ser pan para su Pueblo, Pan de vida Eterna. 

Por eso quiero cerrar con este artículo con una pequeña reflexión, ser como el grano de trigo de pan que desaparece para convertirse en pan y semilla que se multiplica. 

Danos, Señor nuestro Pan de cada día. Gracias por permitirnos entender que ese pan que tanto disfrutamos es alimento para todos físico y espiritual.