Prisma Internacional

Samuel Bak, un pintor genial que sobrevivió al Holocausto

El pintor lituano Samuel Bak fue un sobreviviente del Holocausto y, siendo apenas un niño, fue testigo de hechos terribles y brutales que lo marcaron de por vida y que, sin duda, influyeron profundamente en su obra pictórica. Nacido en Vilna, Lituania, el 12 de agosto de 1933, Bak  muy pronto, a la temprana edad de seis años, conoció también el honor de la guerra en Europa.

Samuel Bak

Lituania fue un país independiente desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta 1940 y, a partir de entonces, cambiaría de manos entre soviéticos y alemanes en varias ocasiones, aunque ambos ocupantes maltrataron al pueblo lituano y lo sometieron de una forma casi colonial y oprobiosa. 

Entre junio y julio de 1941, los alemanes ocuparon Lituania tras la invasión de la Unión Soviética. Muy pronto, comenzaron las primeras medidas antisemitas, como ya había ocurrido en otras partes de Europa ocupadas por los nazis. Bak, con tan solo ocho años, fue obligado a llevar el distintivo amarillo que lo identificaba como judío y, junto con toda su familia, fue trasladado al gueto de Vilna, creado por los nazis. Con apenas nueve años realizó allí su primera exposición artística. Durante ese tiempo fue testigo de incontables ejecuciones perpetradas por los alemanes y por sus colaboradores lituanos, en ocasiones incluso más crueles con los judíos que los propios ocupantes nazis.

Bak era un niño del Holocausto, perdido en un rincón de una historia cruel que se abatía sobre un destino injusto, insondable e incierto. En muchas de sus pinturas, de gran colorido y fuerza expresiva, aparece la figura de un niño solitario, con la que quiso evocar a su mejor amigo de la infancia, Epstein Samek, asesinado durante el terror nazi e inocente víctima, como él mismo, de la Shoah.

En 1943, su padre fue enviado a un campo de trabajos forzados controlado por el ejército alemán. Más tarde, Samuel y su madre fueron deportados al mismo lugar durante la liquidación del gueto de Vilna, el 24 de septiembre de 1944. El museo Yad Vashem describe así las peripecias de Bak y su madre durante la guerra:

«En 1943 fue enviado junto con su familia a un campo de trabajo, pero el padre consiguió sacarlos de allí antes de ser asesinado. Bak y su madre regresaron a un monasterio benedictino, donde permanecieron escondidos hasta el final de la guerra. Tras múltiples peripecias llegaron al campo de personas desplazadas de Landsberg, en Alemania. A pesar de las dificultades, su madre se preocupó de que continuara su educación artística durante todo ese período».

Tras la guerra, Samuel y su madre fueron los únicos miembros de su extensa familia que lograron sobrevivir. Su padre había sido fusilado por los alemanes en julio de 1944. Pocos días antes de la liberación, el propio Bak describía así la situación:

«En 1944 los soviéticos nos liberaron. Éramos dos de los 200 sobrevivientes de Vilna, lo que quedaba de una comunidad que había contado con 70 u 80 mil personas».

Una vida intensa, viajera y dedicada al arte

Entre 1945 y 1948, Samuel Bak y su madre vivieron como personas desplazadas en distintos campos de Alemania, pasando la mayor parte de ese período en el campamento de Landsberg, donde pintó su famoso autorretrato. El joven Bak, residiendo allí con su madre, expresó en sus obras la empatía hacia el destino de los niños huérfanos abandonados en un mundo alienado. En una de sus pinturas, en la que aparecen dos niños situados en el centro de la escena, con sus huellas en la nieve a sus espaldas y montañas lejanas al frente, se alude simbólicamente al largo camino recorrido y a las dificultades que aún les aguardaban.

A partir de ese período de relativa tranquilidad y libertad creativa tras la guerra, Bak comenzó a desarrollar plenamente su carrera artística. En 1948, él y su madre emigraron a Israel y, cuatro años más tarde, ingresó en la Academia Bezalel de Arte y Diseño de Jerusalén. Vivió en Israel entre 1948 y 1956, año en que se trasladó a París, donde se matriculó en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1959 recibió el Primer

La vida de Bak fue intensa y profundamente viajera, viviendo  entre Israel, Nueva York, París y Lausana, En la actualidad, ya nonagenario, continúa trabajando en lo que él denomina la “expresión artística de la destrucción y la deshumanización”, evocando los recuerdos de su infancia y las atrocidades del Holocausto, aunque rechaza encasillar su obra exclusivamente en el género del “arte post-Holocausto”. Desde 1993 vive de forma permanente en los Estados Unidos, junto a su esposa, y posee la nacionalidad estadounidense.

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Una parte significativa de su obra se exhibe de forma permanente en la Galería de Frunza, en Boston (Massachusetts), y numerosas exposiciones de Bak se celebran en importantes museos y galerías internacionales. Otra destacada muestra de sus pinturas se encuentra en el Museo Samuel Bak, integrado en el complejo del Museo Judío de Historia Vilna Gaon, donde se conservan algunas de sus obras más emblemáticas.