Rutas conocidas y caminos nuevos para el 2025
Empieza ya el 2025 con rutas que vamos trazando, a veces abriéndolas a punta de machete por intrincados bosques, a veces suaves senderos de arena. Antes quería correr por esos caminos, ahora es el camino el que me lleva. Quería ser mayor y comerme al mundo, probarlo en muchos países, degustarlo con sus diferentes sazones, pero para eso quería salir de casa y ser adulta, como si el horizonte fuera una meta urgente. No sabía entonces que mi hogar contenía ese mundo y allí con mis hermanas y mis padres aprendí a saborear las dudas y las primeras certezas, sin el peso de un futuro que aún no me pertenecía. Aun así, era impaciente.
Ahora me llega la madurez, la veo en el espejo, en los hijos que se marchan, en el camino recorrido que no se ha de volver a transitar sino con nostalgia de lo que fue, a veces con el ansia de volver atrás. Abrazar nuevamente a los que se han ido y escucharlos reír, sostener a mis recién nacidos y poderlos retener de nuevo entre mis pechos llenos de leche. Acepto entonces con firmeza y temple que hay que dejar ir, como frutos que han alcanzado su tiempo se desprenden del árbol. Como me desprendo yo, y es el mundo el que nos come y nos volvemos tierra.
Descubro (no sin temor, pero si con maravilloso asombro) la plenitud que habita en el presente y pruebo su fruta madura.
La vejez se asoma, en las venas de mis manos, en nuevos surcos que recorren mi piel como mapas de historias. Ya no me desespero por lo que no es. Me entrego confiada a cada instante y cada dolor es un eco de la intensidad con que he habitado el mundo. Aún tengo hambre de ese mundo que ansiaba, pero consigo serenidad afrutada, olorosa y sensible donde antes hubo ímpetu. Fui semilla y viña y me entrego a la barrica y a ser una con su madera.
En cada edad hay un canto distinto, un placer y un dolor que nos recorren como ríos. Y es preciso, como hojas en el viento, como frutos desprendidos, dejarnos llevar por ellos, sin resistencia, hasta que el tiempo nos devuelva al todo del que venimos. Feliz 2025, un nuevo comienzo que nos alcanza dondequiera que estemos en este caminar de la vida.