Renacimiento o regreso a la Edad Media: ¿en qué punto está el mundo?
En los siglos XIV y XV, Europa comenzó a salir de la penumbra de la Edad Media para dar paso a un tiempo nuevo: el Renacimiento. Una serie de factores se combinaron para dar lugar a esa transformación histórica. La devastación de la peste negra, la crisis de las instituciones religiosas, los relatos de los viajes de Marco Polo al Imperio Mongol, el auge del comercio en ciudades como Florencia y Venecia, y la recuperación de los textos clásicos gracias a contactos con el mundo árabe y bizantino, fueron los cimientos de un despertar cultural sin precedentes.
Con la imprenta como catalizador, las ideas circularon como nunca antes. El arte se humanizó en las manos de Leonardo y Miguel Ángel; la ciencia se atrevió a cuestionar dogmas con Copérnico, Vesalio y Galileo; el pensamiento se volvió humanista, confiando en la razón y la creatividad humanas; la política inauguró diplomacias modernas y los mapas se abrieron a nuevos continentes. El Renacimiento no solo fue un período: fue una actitud.
Hoy, seis siglos después, el mundo parece vivir una paradoja. Mientras la tecnología nos conecta en segundos y la ciencia alcanza logros impensados —desde la inteligencia artificial hasta la exploración espacial—, los conflictos religiosos y dogmáticos resurgen con fuerza, especialmente en el Medio Oriente. Allí, en nombre de Dios, vuelven a librarse guerras en las que disentir se convierte en blasfemia y opinar en contra o “ser infiel de una fe en ciertas culturas islámicas” puede costar la vida.
La pregunta inquieta: ¿estamos caminando hacia un nuevo Renacimiento global o hacia una reedición de la Edad Media? Las guerras religiosas, los fanatismos, la censura del pensamiento crítico y la intolerancia frente a la diversidad recuerdan demasiado a aquel tiempo en que la verdad era monopolio de las iglesias y los poderes absolutos.
El dilema actual
La paradoja es cruel: nunca tuvimos tanto acceso a la ciencia y a la cultura, y nunca fue tan difícil opinar libremente sin enfrentar la furia de quienes dicen hablar en nombre de Dios.
El Renacimiento fue posible porque hubo quienes se atrevieron a desafiar la oscuridad con ideas, pinceles y telescopios. Hoy, quizás la tarea sea la misma: sostener la razón frente al dogma, la ciencia frente a la superstición, el diálogo frente al fanatismo.
El conflicto en el Medio Oriente es un ejemplo elocuente. La guerra entre Israel y varios países musulmanes, que comenzó como una disputa territorial y política, adquiere cada vez más el tono de una guerra de religiones. Basta escuchar las declaraciones de líderes religiosos que, en ambos bandos, apelan al lenguaje sagrado para justificar la violencia. En algunos discursos, la lucha no es presentada como una cuestión de fronteras o de seguridad, sino como mandato divino.
La lectura atenta del Corán, en sus múltiples interpretaciones, muestra pasajes que han sido utilizados tanto para invocar la paz y la misericordia como para legitimar la guerra santa. Y del otro lado, también existen sectores que enarbolan el Antiguo Testamento o el derecho bíblico a la tierra de Judea y Samaria como argumento absoluto. Cuando la política se convierte en teología armada, el riesgo es retroceder siglos: el desacuerdo se transforma en herejía, y el adversario político en enemigo de Dios.
Un llamado urgente (con agregado final):
El Renacimiento fue posible porque hubo hombres y mujeres que no se resignaron a la oscuridad. Arriesgaron prestigio, libertad y hasta la vida por defender la razón frente al dogma, la evidencia frente al miedo, la imaginación frente al silencio impuesto.
Hoy nos toca lo mismo. El mundo parece deslizarse hacia una guerra de religiones donde cada dios reclama obediencia ciega y cada disidencia se paga con sangre. Si aceptamos callar, si dejamos que el miedo decida, estaremos asistiendo al funeral de nuestro propio Renacimiento.
La historia no se repite, pero rima. Y la rima de nuestro tiempo amenaza con sonar a hoguera, exilio y guerra santa.
La humanidad debe elegir: o sostiene la antorcha del conocimiento y el diálogo, o retrocede a la noche de los dogmas absolutos.
Y cabe preguntarse:
¿Están preparadas las mujeres para soportar una degradación aún más brutal bajo regímenes autocráticos y dictatoriales?
¿Lo están los médicos, físicos y astrónomos para someterse al rechazo de la ciencia?
¿Lo están los ciudadanos para resignar su libertad de expresión y de educación?
¿Lo están incluso los políticos oportunistas para ser descartados cuando ya no sean útiles?
¿Estamos listos, acaso, para un tiempo de nuevas conquistas y reconquistas que evocan las huellas de Andalucía —esa Andalucía árabe y judía que tantos legados dejó en España y de la cual provienen también muchos de los actuales palestinos (véanse estudios genealógicos e históricos sobre el componente andalusí en la población palestina)?
La pregunta, entonces, no es retórica: ¿Está el mundo andando por el buen camino?
Referencias
• Burckhardt, J. (1860). La cultura del Renacimiento en Italia.
• Kristeller, P. O. (1961). El pensamiento renacentista y sus fuentes.
• Gombrich, E. H. (1950). La historia del arte.
• Delumeau, J. (1971). El Renacimiento y la Reforma.
• Armstrong, K. (2014). Fields of Blood: Religion and the History of Violence.
• Huntington, S. (1996). The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order.
• Said, E. (1978). Orientalismo.
• Corán. Traducción y comentario de Muhammad Asad (1980).
• Biblia Hebrea. Antiguo Testamento.
• England, S. (2024). After Nostalgia: Revisiting Palestine’s Poetics of al-Andalus. Journal of Arabic Literature, 55(1), 3-28. Brill.
• Al Qawasmi, N. (2023). Diasporic Heritage as Resistance: The Palestinian Experience. En History, Culture, and Heritage. Amsterdam University Press.
• Arnaiz-Villena, A., et al. (2018). HLA genes in Middle East Palestinians and other Arabic-speaking populations: A phylogenetic analysis. Human Immunology, 79(5), 342-349.
• Palestinian Rural History Project (2012). Oral histories and genealogies of Palestinian villages. Beirut: American University of Beirut.