Regreso a Sarajevo
En noviembre de este año se celebra el treinta aniversario de la firma de los Acuerdos de Dayton que pusieron fina a la guerra civil bosnia. En estos años, Sarajevo se ha transformado en una gran ciudad europea a pesar de sus crisis demográfica, las amenazas serbobosnias de auspiciar una secesión y su bajo nivel de vida.
Estuve en Sarajevo en noviembre de 1995, nada más firmarse los Acuerdos de paz de Dayton entre los presidentes de Serbia, Bosnia y Herzegovina y Croacia, Slobodan Milosevic, Alja Izebegovic, Franjo Tudman, respectivamente, y las consecuencias de la guerra era bien visibles en toda la ciudad. Casas destruidas, coches calcinados y abandonados, impactos de bala en numerosas viviendas, cristales rotos en decenas de ventanas, hombres y mujeres con notorias discapacidades y en fin, para resumirlo, un ambiente de posguerra, parálisis económica y cierto desánimo. Como en tantos acuerdos de paz en la historia, las tres partes tenían la sensación de haber perdido la guerra y de haber hecho demasiadas concesiones a sus enemigos.
El asedio y cerco de Sarajevo fue terrible y duró casi cuatro años (1992-1996), causando 10.000 víctimas mortales, cincuenta mil heridos y decenas de miles de refugiados que huyeron antes y durante la guerra. Muchos de ellos nunca regresaron. Las fuerzas serbias de Ratko Mladic y Radovan Karadzic, jefes militar y político del bando serbio, respectivamente, nunca aceptaron la independencia de Bosnia y la convivencia en un mismo Estado con bosniomusulmanes y croatas. La toma de Sarajevo, que era la capital de Bosnia y Herzegovina, era un asunto vital para los serbobosnios, ya que era el principal centro político y económico del país, y tomarla hubiera precipitado seguramente el colapso del nuevo Estado bosnio y la consiguiente derrota en la guerra de los bosniomusulmanes, pero no fue así.
Solamente la intervención de la OTAN liderada por los Estados Unidos, que atacó desde el aire a las fuerzas serbobosnias, y la operación Tormenta lanzada por Croacia contra los serbios, forzó a las autoridades serbias de Belgrado a negociar un acuerdo de paz con sus enemigos croatas y bosnios. Sarajevo, para gran desgracia de los serbobosnios, fue adjudicada en los Acuerdos de Dayton a la entidad política que agrupaba a los bosniosmusulmanes y los croatas, la Federación de Bosnia y Herzegovina. Desde esa fecha, noviembre de 1995, miles de serbios han abandonado la capital bosnia.
Auge del turismo y crisis demográfica
Hoy, sin embargo, la ciudad ha cambiado notablemente y han proliferado numerosos negocios de todo tipo. Hay decenas de bares, restaurantes, hoteles, tiendas de moda, casas de cambio de moneda y un aire de notables mejoras en todos los aspectos de la vida. Los servicios de agua, luz y gas, a diferencia de lo que ocurría durante el asedio a la ciudad, funcionan perfectamente y Bosnia y Herzegovina espera que algún día se integre en la Unión Europea (UE). Otra aspecto que llama la atención ahora es que hay numeroso turismo, dada su cercanía a Croacia y Serbia, y que las comunicaciones han mejorado bastante, lo que facilitaría el desarrollo de esta incipiente industria.
Sin embargo, la ciudad ha sufrido un profundo cambio en lo que respecta a su composición étnica debido a la guerra y las sucesivas limpiezas étnicas emprendidas por los tres bandos en conflicto. Si en 1991 el 50% de la población era musulmana y la otra mitad se consideraba croata, serbia o yugoslava, hoy en día quedan apenas 10.000 croatas y 15.000 serbios sobre un censo de 275.000 habitantes, es decir, el 3% y el 5%, respectivamente. Antes de la guerra Sarajevo tenía 420.000 habitantes y, como todo el país, la capital bosnia está inmersa en una grave crisis demográfica debido a una caída en las tasas de natalidad y en la inmigración de los más jóvenes ante la falta de perspectivas.
El carácter cosmopolita, multiétnico, abierto y plural de la capital bosnia se ha perdido quizá para siempre debido a estas “mutaciones” étnicas que, como en otras partes de Bosnia, fueron consecuencia de la guerra y del fracaso de la comunidad internacional a la hora de favorecer el retorno de los refugiados y desplazados que fueron expulsados de sus ciudades y pueblos a causa de la limpieza étnica. Ese es uno de los constatados fracasos de los Acuerdos Dayton y su posterior implementación sobre el terreno. La mayoría de estos desplazados nunca regresaron a sus casas y quedó, por tanto, legitimada la limpieza étnica; las realidades sobre el terreno manu militari se imponen.
En cualquier caso, esta mítica ciudad, donde saltó la chispa que abrió el camino a la Primera Guerra Mundial, ha sufrido una profunda transformación en estos treinta años y la llegada del turismo hace presagiar que el panorama económico puede evolucionar positivamente en los próximos años y frenar la sangría demográfica, el principal problema de Bosnia en estos momentos, como ya hemos dicho antes. También la integración en la UE ayudaría a fortalecer el proceso de consolidación de un Estado que todavía es cuestionado en su interior por los líderes serbobosnios de la República Srpska -la entidad política serbia en Bosnia y Herzegovina que ocupa el 49% del territorio.- y que todavía siguen anhelando ¡al día de hoy! la integración en Serbia para cumplir esa quimera imposible denominada como la Gran Serbia.