La mirada de Ulisas

La realidad sale a relucir en boca de las víctimas

LA MIRADA DE ULISAS,  como siempre, no puede ni debe quedar indiferente frente a los males que aquejan a las personas y al mundo en general. Ayer mi mirada, la que me pertenece desde que me dieron vida y razón de ser y que además anhela penetrar verdades, vio en la televisión una entrevista a algunos habitantes de Gaza, y a mi buena sorpresa. (¡lo escribo porque muchas personas están confundidas con lo cierto!), individuos ya sin filtro denunciaban en cámara lo que los terroristas de Hamás le hacen a su propia gente por el mero hecho de acudir al camión de los alimentos para mendigar comida. Estas escenas las hemos visto y escuchado repetidas veces, pero lo que más me impactó es que el ser humano que hablaba cojeaba y mostró al lente su pierna destrozada por las balas recibidas en el momento que se aproximaba al vehículo con carga humanitaria. Los disparos no tardaron en llegar. Argumentó que sólo estaba implorando por el aliento para su familia. No lograba contener las lágrimas. Yo lo observaba con compasión. Me involucré en su dolor y en el padecimiento de muchos sujetos en su misma condición. Habló fuerte y duro contra Hamás. Seguramente al saber que cada día pierden fuerza y a sus comandantes, tuvo la osadía de acusarlos por todas sus desgracias y la de sus semejantes, muchos en el mismo estado de abandono y desolación. Varios individuos que escuchaban su queja se unieron en coro a decir lo mismo, que sólo Hamás es el culpable de la tremenda situación vivida en Gaza. Ellos y nada más que ellos nos llevaron a la ruina y a la desesperanza. Otras voces manifestaron lo mismo: nuestra desgracia se la debemos exclusivamente a Hamás y no a Israel como muchos lo piensan o lo sostienen. Israel no buscó la guerra, a pesar de los miles y miles de misiles al que se veía expuesto. Lo incitaron a la defensa ante un ataque de barbarie sin precedentes en la Historia Moderna. Se creía que esos repugnantes actos quedaban enterrados en un pasado condenable. Probablemente, no es así y se revive con los actos terroristas que se propagan en cualquier lugar del planeta. La salvajada empleada es lamentable, como las bombas en sitios públicos como fue el desastre de Atocha o el automotor fantasma de Niza que atropelló a tantos inocentes, por sólo nombrar algunas acciones que descentran a aquellos que amamos la libertad de ser y de expresarnos.

Y como la mirada justa que pretendo ser en cada entrega, reproduzco este mensaje para que los lectores se enteren, ya que muchos culpan a Israel por las muertes de niños, ancianos y mujeres en Gaza. La realidad sale a relucir en boca de las víctimas. No se puede tener oculta ni sesgada. Hay que ventilarla para que todos nos enteremos del pensamiento que ya se expone en la zona de desastre. Los ciudadanos de Gaza saben que quien condujo a esta guerra fue Hamás. El único culpable, ya que sus gobernantes, que no se apiadan de las necesidades de sus coterráneos, los utilizan de carne de cañón. Les vale cinco, como se dice de manera más llana, pero que encierra la conformidad de los hechos que ya son reconocidos. Para Hamás sus paisanos son el blanco de sus metas, exponerlos para acumular muertos y heridos al despertar la sensibilidad de aquellos que no analizan a fondo lo sucedido. Se quedan en métodos facilistas de responsabilizar a Israel de esta desgracia y de acusarlo de genocidio. A los gobiernos amigos de los terroristas les conviene difundir la versión anti sionista para crear más adeptos a sus causas, al querer fomentar el olvido o desviar la atención de sus pésimas administraciones. Resulta un sofisma de distracción. Nada difícil de entrever, bajo esta nueva forma de exaltar el antisemitismo, viejo como el mundo, un sentimiento que se torna el chivo expiatorio de todos los males.

Mi mirada sintió una gran congoja al experimentar el sufrimiento de un pueblo víctima de sus gobernantes, como son los habitantes de dictaduras y autocracias que sólo responden al despotismo. Países o naciones manipuladas por seres cargados de odio hacia los valores occidentales. Aquellos que nos permitieron conquistar beneficios como la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la libertad de expresión que permite a los disidentes discutir lo que opinan o la libertad de ser diferente cuando corresponde a la inclinación sexual, que según esos opresores merece la decapitación o la muerte segura. No se puede caer en el engaño de ver en qué se basan los terroristas para desestabilizar un orden que las democracias, con todas sus fallas, han logrado con sangre y tesón. Si rasguñamos bien las tiranías manejadas por este tipo de gobiernos sabemos que tienen a su pueblo subyugado y atemorizado con los resultados que saltan a la vista: pésimas economías y condiciones de vida execrables. 

Y la pertinente pregunta es: ¿por qué algunos de estos individuos víctimas de manejos que dejan mucho qué desear huyen de estos gobiernos al exiliarse en Europa o en otras naciones. Fueron a su vez víctimas de los atropellos o de los mismos actos extremistas, para luego pretender hacer lo mismo de lo que huyen.  Gran contradicción que nos pone a meditar y nos debe conducir a hacer el punto con la verdad al no caer en los engaños o argucias que están a la orden del día.