¡No hay que temer a nombrar las cosas por su nombre!
LA MIRADA DE ULISAS había cesado de escribir sobre un tema que le resulta sensible. Con la idea de no cansar a su audiencia con el mismo lema que la trasnocha desde hace más 450 de días al pensar en la condición en que viven los secuestrados del 7 de octubre, se abstuvo de volver una y otra vez al suplicio que ha sentido durante este tiempo, amargo por demás. Le resulta dolorosa la situación de esas víctimas inocentes que fueron atropelladas con sevicia y barbarie por unos terroristas que a la muerte le hacen alabanza. En nombre de su dios se sienten autorizados a asesinar, violar, quemar y vejar para defender una ideología que en Occidente parece extraña y ajena a los preceptos de un Dios, que se conoce como defensor de la vida. Condena asesinar o matar. La única condición permitida para darle cabida a la muerte a manos de otros es en caso de la defensa propia. Y es lo que ha venido haciendo Israel desde el principio de esta declaración de guerra no buscada: resguardar a su pueblo y a su estado. Y si bien muchos desean vender este conflicto como una problemática territorial, los más conocedores y expertos sobre este asunto, que no data de un ayer cercano sino desde los tiempos de Mahoma, saben bien que el propósito reviste otros visos más complejos basados en una guerra de civilizaciones, (¡y... no hay que temer a nombrar las cosas por su nombre!) con la fanática propuesta de imponer reglas, que para los más evolucionados representan el Medioevo con todos su atraso y calamidades. Por lo tanto, la mirada de Ulisas que es la mía analiza los hechos y concluye que la problemática la quieren desviar para no hacerle frente al meollo del aprieto que se vive en la zona del Medio Oriente, donde la paz ha sido sólo un sueño y jamás una realidad como tanto nos gusta a los pacifistas, que sabemos que se puede vivir en cierta armonía con las diferencias. Prueba de ello, Israel donde habita una población multicultural que se hace crisol de civilizaciones y logran convivir con respeto y tolerancia. Lo que se le pide a cualquier sociedad sana y moderna, o por lo menos que viva en estos tiempos donde dichos valores imponen su presencia para que la gente halle una cierta comodidad con relación al trato con el vecino, aunque sea diferente en su pensar o manera de obrar. Son los estandartes que defiende la emancipación, como la alcanzada en Israel, la única democracia de la región donde cohabitan diversas vertientes y no se entre matan entre ellas, aunque genere conflictos. Es importante tener en cuenta este concepto para comprender la problemática, que busca venderse como un colonialismo falso o un genocidio, que supuestamente estaría aplicando Israel con respecto a los palestinos. No hay nada más artificial e hipócrita que esta información que difunden para seguir la ruta del antisemitismo, bien conocida y rechazada por mentes pensantes. Si hacemos historia, que mi mirada siempre está dispuesta a volver a ella, para analizar los hechos y no quedarme en meros prejuicios o sesgos, se sabe que una parte más recalcitrante de los musulmanes odian todo lo que no sea igual a sus creencias, y en ese repudio caen los valores occidentales ejercidos en cualquier país que no se acople a esos conceptos sobre la forma de vida, de visualizar los derechos de la mujer, de aceptar la diferencia o la disidencia. O sea para hablar claro, esa percusión corresponde a todo lo que no se ciña a los preceptos del Corán, entendido como la forma más apartada de la cultura que rige a los occidentales con propuestas más de avanzada y victorias sobre el machismo o las aceptaciones a la diversidad. Hay que poner esto en evidencia para no seguir confundidos o manipulados con falsos escenarios, vendidos como reales, que se ajustan al antisemitismo, viejo como el mundo por ser un asunto de chivos expiatorios sobre el malestar del planeta, que sofoca en cualquier parte en los momentos actuales. Curiosamente, luego de haber vivido unos años de relativa paz mundial que resultaron cómodos. El problema está generalizado y hay que buscar culpables para apaciguar conciencias, en vez de afrontar el toro por lo cachos y ver la verdad, que no puede ni debe nublar la razón. Israel defiende su capacidad de proteger lo que resulta justo y adecuado, sobre todo en épocas modernas como las que estamos viviendo, cuando la mujer, luego de cruentas luchas ha hallado su verdadero lugar, los homosexuales su posibilidad de ser y la educación en el amor y no en el odio una forma de instruir y no como sabemos se inculca desde la infancia en muchos países regidos por un régimen de horror o de retraso con respecto a la evolución del ser humano y sus conquistas humanísticas con el descarte violento de lo distinto. Hay que repensar el conflicto con sus verdaderos alcances y no dejarse enredar en conceptos mentirosos que adulteran la realidad. No podemos seguir siendo ciegos ante tanta injusticia donde las víctimas de repente las veamos como victimarias, cuando sólo han ejercido su justo derecho a la autodefensa sobre unos terroristas que quieren acabar con un Estado de derecho, que le ha mostrado al mundo que sólo anhela vivir en paz y con los firmes deseos de servirle a la Humanidad. Como lo comprueban los hechos palpables de tantos aportes benéficos a los semejantes. Israel le ha mostrado al mundo que su mayor deseo es vivir en paz y no recibir la cantidad de misiles que le lanzan a diario por diversos frentes con el fin de acabar con su existencia. La historia con sus eventos nos ha señalado que, a pesar de querer exterminar al judío no lo han logrado aún con los múltiples intentos de exterminarlo. El judío, en general, es una persona que lucha por su existencia como lo debería hacer cualquier ser humano que se respete, intenta vivir en armonía con su entorno y trata de llevar el bien como bandera de acción al dejar huella en su andar. Prueba de ello, los múltiples premios Nobel que ha recibido con su justo servicio al prójimo y la cantidad de innovaciones que les entrega a sus congéneres. Curioso que estos datos no sean tenidos en cuenta y sólo se subraya que es un pueblo que está causando un genocidio en Gaza, cuando en realidad el exterminio de su propio pueblo lo está propiciando Hamás. Por favor, les ruego poner las cosas en su justo emplazamiento, y pregúntense: ¿quiénes quieren acabar con Israel??? Y por qué no devuelven a los secuestrados que ha sido una vergüenza universal el maltrato que han recibido y siguen recibiendo de sus verdugos. Desde el principio Israel reclamó el retorno de sus secuestrados, inclusive los que han muerto, justamente por el valor que le otorga a la vida de sus nacionales, para suspender sus acciones bélicas y la respuesta siempre ha sido una negativa. Pregúntese si estuvieran atacados en varios frentes que harían sus gobernantes. Creo que la respuesta es obvia: DEFENDERLOS A CAPA Y ESPADA. Y es lo que hace Israel con su población amedrentada en permanencia. Hay que vivir esta realidad para saber lo que significa estar amenazados continuamente y en refugios para evitar la muerte. Y ¿por qué? no hacen otro tanto con el pueblo palestino, víctima de sus propios gobernantes que ponen a la población civil de carne de cañón para resaltar la sensiblería occidental y falsear el problema al alterar la Verdad y la Culpabilidad.