Bit a bit: historias de blockchain e inteligencia artificial

¿Qué quiere decir tokenizar la economía?

La economía está cambiando y el control financiero está más cerca que nunca. La tokenización puede ser una oportunidad, pero también un riesgo. ¿Qué opinas tú? ¿Estamos construyendo el futuro o cayendo en una nueva forma de vigilancia económica?

Déjame contarte algo que no encontrarás en las portadas de los periódicos ni en las tertulias políticas. Es una historia que se mueve entre la innovación y el control absoluto, y aunque suena como el futuro, lo cierto es que ya está aquí. Hoy te hablo de la tokenización de la economía, un concepto que promete revolucionar nuestras vidas, pero que también guarda riesgos que pocos quieren discutir.

Imagina por un momento que cada activo físico o financiero que conocemos –desde un cuadro hasta una parcela de tierra, desde bonos hasta las acciones de una pequeña empresa– pudiera transformarse en un token digital en una blockchain. Esto, que parece el inicio de una película futurista, no solo es posible, sino que ya está siendo regulado por la Comisión Europea a través de la implementación de nuevas normativas como el régimen piloto DLT y el reglamento MiCA (Mercados de Criptoactivos). ¿El objetivo? Según ellos, facilitar la financiación, eliminar intermediarios y mejorar la transparencia. Pero como bien sabes, en economía, no todo lo que brilla es oro.

La tokenización, a grandes rasgos, consiste en convertir cualquier activo en una representación digital –un token– dentro de una blockchain. Esto permite que, por ejemplo, algo tan concreto como una obra de arte, un edificio o una acción de una empresa pueda ser fraccionado en cientos o miles de partes digitales, de manera que cualquiera pueda poseer una "fracción" de ese activo. En teoría, esto democratiza las inversiones, elimina barreras económicas y reduce costos, ya que se elimina la necesidad de intermediarios como bancos o bolsas de valores. Suena espectacular, ¿no?

Imagínate tener una obra de arte valorada en 100,000 euros. Podrías dividirla en mil tokens, y cada token representaría una milésima parte de esa obra. Si mañana el valor de la obra sube a 200,000 euros, el valor de cada token también sube. Y como todo ocurre en la blockchain, podrías vender tu fracción directamente en un mercado digital, sin necesidad de pasar por una galería o una casa de subastas. Así, los tokens no solo simplifican los procesos, sino que abren el mercado a personas comunes, permitiéndoles participar en inversiones que antes estaban reservadas para grandes capitales.

Además, esta tecnología no se limita a representar propiedad sobre empresas o bienes tangibles. Los tokens también pueden abarcar bonos, participaciones en fondos e incluso derechos sobre otros activos menos convencionales, como los recursos naturales o la infraestructura urbana. Por eso, la Comisión Europea lo presenta como la gran herramienta del futuro financiero. Pero, como siempre, la realidad tiene matices.

Si te digo la verdad, aquí es donde las cosas empiezan a ponerse turbias. Mientras que la tokenización promete descentralización y transparencia, su implementación real puede tener efectos opuestos, especialmente si está regulada por organismos gubernamentales y entidades financieras. Y es que, cuando la Comisión Europea nos vende que este modelo eliminará intermediarios y fomentará la innovación, lo hace sin mencionar algunos puntos clave que podrían cambiar radicalmente las reglas del juego.

Primero, no todo lo que se presenta como descentralizado lo es realmente. Muchas de estas iniciativas utilizan redes blockchain "permitidas", es decir, redes donde solo actores autorizados –como bancos, grandes corporaciones o instituciones públicas– tienen acceso para validar transacciones. Esto, aunque suene más seguro, socava completamente la idea original de la blockchain: la descentralización. En otras palabras, no estaríamos ante un modelo descentralizado, sino ante una centralización encubierta.

Segundo, está el tema de la privacidad. La digitalización de activos y su registro en blockchain podría permitir un nivel de rastreo financiero sin precedentes. Imagina que cada transacción que realices quede registrada, no solo en una base de datos descentralizada, sino también accesible para gobiernos o entidades privadas. ¿Qué pasaría si esas transacciones se usaran para controlar tus hábitos de consumo, tus inversiones o incluso tus decisiones personales? Si esto te parece una exageración, recuerda que ya vivimos en una sociedad donde las cámaras, los algoritmos y las bases de datos rastrean cada movimiento que hacemos.

Y tercero, no podemos ignorar el papel de las CBDCs (monedas digitales emitidas por bancos centrales) en todo esto. Aunque el régimen piloto DLT y el reglamento MiCA parecen ser avances aislados, algunos analistas ya sugieren que estas normativas son el primer paso hacia un futuro donde las CBDCs sean la norma. Estas monedas digitales, que prometen ser la versión digital del dinero físico, están diseñadas para permitir un control total sobre las transacciones económicas. Imagina un mundo donde los bancos centrales no solo emiten dinero, sino que también supervisan cada euro digital que gastas, dónde lo gastas y cómo lo gastas. No es difícil conectar los puntos.

Aunque la tokenización y las DLT se presentan como una herramienta de progreso, también traen consigo riesgos considerables. Aquí te detallo algunos de los más preocupantes:

  1. Exclusión económica: Mientras que estas tecnologías prometen democratizar las inversiones, la realidad es que las pequeñas empresas y startups podrían enfrentarse a barreras insuperables para cumplir con los requisitos regulatorios. Al final, solo las grandes instituciones financieras y tecnológicas tendrán los recursos necesarios para operar en este nuevo modelo, perpetuando así su dominio.
  2. Centralización encubierta: Aunque la blockchain se asocia con descentralización, en un sistema supervisado por organismos regulados, se pierde esta característica fundamental. Solo unos pocos actores tendrán control sobre las transacciones, lo que podría dar lugar a un monopolio financiero digital.
  3. Riesgos éticos y sociales: El modelo de tokenización podría llegar a extremos preocupantes. Por ejemplo, ya se plantea la posibilidad de tokenizar recursos naturales, como el agua o las tierras agrícolas, lo que abriría la puerta a su especulación en mercados digitales. Peor aún, algunas ideas radicales sugieren que incluso ciudades enteras, con sus recursos humanos incluidos, podrían ser tokenizadas como garantía de deuda. Un escenario que parece sacado de una distopía, pero que algunos ven como viable.

Cuando escucho hablar de la Comisión Europea y su entusiasmo por estas tecnologías, no puedo evitar preguntarme: ¿qué intereses hay detrás de todo esto? Mientras nos venden la tokenización como una herramienta de innovación y progreso, los riesgos de centralización, exclusión y pérdida de privacidad son demasiado grandes para ignorarlos. ¿Estamos ante una revolución económica que cambiará las reglas del juego para siempre o ante un modelo de control financiero disfrazado de innovación?

Lo único claro es que el futuro que se nos presenta no es neutral. Quien controle la tokenización de los activos, las blockchains permitidas y las CBDCs, controlará la economía global. Y ese control no estará en manos de las personas comunes, sino de las grandes corporaciones y gobiernos. La pregunta es: ¿estamos listos para entregarles ese poder?