¿Qué le pasa a Colombia?
LA MIRADA DE ULISAS se pregunta: ¿hasta cuándo? y ¿por qué en Colombia se reestrena un lamentable pasado? Es atroz revivir la época entre los 80 y 90 cuando asesinaron a candidatos a la presidencia. Triste y condenable es visitar una nueva realidad que, con el atentado a Miguel Uribe Turbay, un senador de prestigio, resurge la idea de rechazar un periodo bestial y de terror para la democracia que representa Colombia, y que debe permanecer con su estatus de libertad de expresión y del ejercicio de los derechos de todo tipo. El actual candidato a la presidencia de Colombia, Miguel Uribe Turbay es hijo de Diana Turbay, una reconocida periodista que a su vez fue asesinada y nieto de un ex presidente, Julio César Turbay Ayala. Se destaca por ser un brillante político de menos de 40 años, quien en estos momentos difíciles se debate entre la vida y la muerte debido a un atentado contra su existencia, su voz y sus valores. Daba un elocuente discurso encima de una tarima en el barrio Modelia de Bogotá durante su reciente campaña electoral. Fue blanco de la pistola que cargaba el joven homicida, un muchacho de quince años, un sicario, como los que se adiestran y contratan para matar. Y curiosamente, resulta una práctica muy establecida antes de sus espantosos actos homicidas que se basa en que los sicarios suelen acudir a la iglesia para pedirle de rodillas a la Virgencita que los proteja y les ayude a llevar sus pésimas acciones a buen término.
Otra pregunta que le ronda a la mirada de Ulisas, ¿cuánto se le paga a un mocoso (así se les dice a los niños en Colombia) con un arma de fuego para que liquide a alguien? Parece que la vida de un ciudadano en el país de las tres cordilleras y dos océanos no vale mucho por estar expuesta a tanto maleante que por un mísero cobro está dispuesto a quitarle el aliento a alguien, que molesta o incomoda a otro alguien. Proliferan las escuelas de sicarios formados para seguir generando la violencia que a esa hermosa nación se le atribuye. Es reconocida como unos de los países más bellos del mundo donde hechos tan punzantes se registran, si bien no son solamente reprochables en Colombia, ya que se ven en cualquier lugar del planeta como un mecanismo de acallar las disidencias, como se constató en el caso del presidente Donald Trump y de otros personajes. Pero, vale la pena resaltar que lo que ocurrió en Colombia en el día de ayer se pensaba y se anhelaba que hubiera sido un ciclo enterrado debido a sus nefastas consecuencias y al gran malestar que generó. Por desgracia, se observa con inmensa angustia que renace con la misma vehemencia que se padeció cuando asesinaron a los candidatos de la izquierda: Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo de la Unión Patriótica, Carlos Pizarro de la Alianza Democrática M-19 y el padre del actual alcalde de Bogotá: Luis Carlos Galán, del Nuevo Liberalismo. Todos en fechas diversas sucumbieron ante las certeras balas asesinas de hombres nacidos para matar. En el caso de este desastroso acontecimiento la democracia llora porque nuevamente ve sus instituciones malogradas y la fuerza del mal que intenta retomar posesión de almas ajenas y en los sitios públicos. Situación alarmante que desata preocupación y pesimismo. El candidato presidencial Miguel Uribe Turbay lucha por su vida como muchos de los ciudadanos en Colombia que ven su hora comprometida debido al alto índice de la desatada delincuencia que circula en el país, sin la mano firme que debería evitar sucesos que muchos tienen que deplorar. Llegó el tiempo, que se restablezca el orden en un país que goza de múltiples riquezas y de gente hermosa. Merece mejor suerte que ver tanta inseguridad reinante en las calles y en los silencios de mandatarios que no cumplen con la obligación de proteger a sus compatriotas. Una voz de alarma se hace sentir antes de que la Historia vuelva a dar comienzo o continuación a los asesinatos que enlutaron la patria y los corazones que saben mirar de otra manera.
La mirada de Ulisas pide que esta joven promesa de la política colombiana recupere su salud y pueda seguir mostrándole a Colombia que sus habitantes precisan de otra Colombia con un basta ya a tanta sangre derramada y con la presencia de un alto a seguir tratando de acallar conciencias, que desean un buen futuro para un país que merece días mejores. Una Colombia que renazca de sus cenizas y muestre su pujanza como lo desea María José Pizarro, otra victima del asesinato de su padre, el político Carlos Pizarro. Ella desde su dolor dice: "Soy hija de un candidato presidencial asesinado en 1990 y esta historia no se puede repetir". La mirada de Ulisas manifiesta lo mismo con un sentimiento de solidaridad y de compasión.