¿Qué pasa con el calentamiento global?
Fallecido Pradera, fundador de Claves, una de las proezas culturales –sí, proeza- endosable a Fernando Savater fue haber convertido la revista en vivificante enjambrazón de la libertad de opinión bien documentada y argumentada, en el mundo de habla hispánica. López Obrador, haciendo gala de densa formación, se jactaba de leer Claves (sin gran provecho, al parecer). Excepcionalmente, podía toparse el lector artículos algo rudimentarios repitiendo –más que el chorizo- tópicos, pero, con desacuerdos fácilmente asumibles, las piezas mantenían el rigor exigible en ese tipo de publicaciones. De buena hora fue CLAVES de Razón Práctica, esto es, estimulando de preferencia el análisis de lo urgente, lo práctico, lo que nos afecta intelectualmente en el día a día. No se esperaban, en aras de ser publicados, sesudos, eruditos, ininteligibles análisis de alta ciencia o abstrusa filosofía propios de revistas especializadas sólo aptas para minorías que hablan siete idiomas. Y no se les entiende en ninguno. Cientos de artículos editados en Claves mientras Savater la dirigió fueron, abrumadoramente, ensayos cortos elegantemente claros y sintéticos, en cierta medida siguiendo la ejemplar trayectoria ensayística del propio Savater. Conviene no olvidarlo, forma parte de una Historia, la de Occidente, que, tocado del ala, decae a ojos vista.
Con ser lo anterior importante, valoro especialmente que Fer Savater se hubiese erguido (no digamos contra el terrorismo, palabras mayores), que se hubiese implicado personal y editorialmente contra la religión del cambio climático (CC). En breve acotación, se acepta en primera aproximación que calentamiento global (CG) es la forma especifica que adopta el CC en el hemisferio norte. Primero, Savater sacó en El País pieza, de su puño y letra, dudando del monopolio de la verdad y fraudulento consenso en torno al CC. Creo que nunca leí en esas páginas comentarios más hostiles, bajunos, abyectos, deleznables, sectarios y odiosos que los sustanciados por la mayoría de abajo firmantes, pobres diablos, contra Savater, reo de lesa opinión. Segundo, (sin cabida en ninguna otra publicación de ese nivel, tan tremenda era la represión intelectual) editando en Claves algunos ensayos –hasta ahora no rebatidos solventemente- que analizaban los dudosos fundamentos científicos del CG/CC.
Así las cosas, ¿es el cambio climático una religión? También. Pero sobre todo es la ideología que justifica un gran negocio (económico y político) que empobrece a buena parte de la población mundial y estigmatiza a otra buena parte, casi la misma, tildándola de fascista anti-medioambientalista. Ahora bien, a la fuerza ahorcan y era de esperar, recientemente se ha constado inflexión de tono y actitud de gobiernos que hasta ayer mismo fueron furiosamente represores para con críticos o escépticos respecto al CG/CC. Más precisamente, críticos no tanto contra la realidad del CG/CC en sí mismo sino contra la causalidad no probada de CO2 y metano, principalmente, de origen antropogénico/antrópico. Es decir, ustedes y yo cuando encendemos la luz o comemos ternera.
Dicha inflexión se evidencia a tenor de lo siguiente. Desde la Comisión Europea –Von der Lerda en cabeza- se fraguó en junio la propuesta de fijar para 2040 una meta de reducción de las emisiones del 90% respecto a los niveles de 1990. Propuesta que equidista entre el suicidio económico y el retraso mental woke-ecologista con barco y moto de agua. El justificado rechazo de cuatro de los grandes países de la UE a la propuesta —Francia, Alemania, Italia y Polonia—choca con el postureo de España siempre en cabeza del empoderamiento climático, feminista, inmigratorio, animalista, federalista o, de propina, antisemita. La ministra Aagesen, correveidile del Gran Cabrón capaz de vender a España no por tres pesetas pero sí por siete votos, insiste en que la UE, en cumplimiento (no vinculante pues cualquier país puede retirarse cuando le dé la gana) de los Acuerdos de Paris (2015), llegue a la cumbre del clima de Brasil, en noviembre, “con una propuesta ambiciosa y basada en la ciencia” que permita a Europa “reafirmar su liderazgo” en la lucha contra el CG/CC. Postureo total. Y ello porque la UE –mira que somos wokegilipollas- hasta ahora ha sido el espejo de referencia para otras potencias ¿De referencia para quién? ¿Para China, para EE.UU, para India? ¿Propuesta basada en la ciencia? Pues toma ciencia, ministra. En previsión de dedicar un par de piezas a asunto científicamente tan complicado (GC/CC) y políticamente manipulado, avanzo el siguiente dato científico que a buen seguro Aagesen y el Gran Cabrón ignoran. O si no lo ignoran igual da: lo que cuenta son los siete votos de los calentólogos o del diablo.
Ahí va. La última gran glaciación se extendió entre 110.000 y 12.000 años atrás. El hemisferio norte sufrió temperaturas medias anuales 6° (Celsius) menos que las actuales. Sucede que la glaciación no se mantuvo uniformemente –a la misma temperatura durante 100.000 años- sino que experimentó bruscos cambios en pocas décadas. Esos eventos (25 en total) con aumentos de 8° a 14° en cincuenta o sesenta años, en el Atlántico norte, seguidos de enfriamiento gradual (ciclos Dansgaard-Oeschger; eventos de Bond en el Holoceno), han sido detectados por los isótopos conservados en los testigos/catas de hielo en Groenlandia. La misma observación se constata en la Antártida , pero en oposición de fase respecto al Atlántico norte, la así llamada balanza climática bipolar o sincronización opuesta: cuando un polo se enfría el otro se caliente. O sea, nada nuevo bajo el Sol.