¿Por qué Andrés Trapiello no es académico de la RAE?
Lean ustedes, es buen consejo, este artículo de Andrés Trapiello (1) -San Pascual Bailón y la eterna primavera- que el autor resume de la guisa: En su ensayo, Félix de Azúa alude a una constatación a un tiempo resignada y nietzscheana: esta edad nuestra ha tocado a su fin y sin embargo la vida nos brinda cada día ocasiones suficientes para celebrarla. Esta pieza –que Fernando Savater y Antonio Jiménez-Blanco calificaron de mágica- es cuño e impronta, por sí misma y aunque sólo fuere por esas palabras, de lo inmenso que puede ser, que es, Trapiello como escritor (y De Azúa de consuno).
Hoy no me tocaba hablar genéricamente de la producción literaria, ensayística y periodística de Andrés Trapiello sino aprontar a esta columna breve reseña de Próspero viento: Una vida política, libro recién salido de su obrador, buen pan horneado con experiencia. Pero, ay, al no recibirlo a tiempo asignaré el espacio a otras andaduras del susodicho, en esta hora y siglo uno de los mejores prosistas de las letras hispánicas. No es poco decir. De Buenos Aires al Bronx y de Los Ángeles a Barcelona. Y siendo esto así, así me parece, sí, no es gratuito preguntarse el porqué de la ausencia del escritor leonés de la docta casa (RAE). Los padrinos cuentan, las presiones políticas también, y, actualmente, el sexo (los seis) allende la valía intrínseca del seso. Pero en el caso de Trapiello cuentan sobre todo los odios incubados para con él. Sabemos por Javier Marías que la RAE no siempre estuvo sometida al poder político. En efecto, cuando un pelotas de guardia fue a Franco con el chivatazo de que la RAE se disponía a elegir a Don Julián miembro de número (fiel a Besteiro hasta el último minuto), el Generalísimo se limitó a comentar que no había que perder el tiempo y pasar a otra cosa: “No hay nada que podamos hacer para impedirlo, la RAE no la controlamos” O sea, como el Constitucional de Conde-Pumpido. Aún hay clases.
Remitiendo una vez más a la autoridad de Félix d’A (2) –que sí leyó y reseñó Próspero viento en magnifica columna (Hablando de Trapiello)- leemos que “Como es su costumbre, aprovecha para repartir leña contra los pobres insensatos que se le han encarado y ofendido, casi todos mercenarios de Sánchez”. En realidad, no es exactamente así. Trapiello, ya antes de Sánchez, padece la buenísima costumbre moral y malísimo hábito profesional de ser incapaz de nadar y guardar la ropa al mismo tiempo, o como dicen en otras lenguas “Servir deux maîtres à la fois/Run with the hare and hunt with the hounds”. Bien recuerdo y aún me parto de la risa (Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil,1936-1939, páginas 175-180) las leches que Trapiello distribuye a diestro y siniestro a los íconos de la pomada cultural y política española de por entonces –de Marañón, irrecuperable antisemita, a Pérez de Ayala, ameritándose en el más rastrero franquista y eso que había cola- lo cual no debe estar bien considerado en la RAE a pesar de lo llovido. Eso para mí es tener independencia de criterio y arrojo intelectual. Hay más.
Mucho más. Los Machado, por ejemplo. En España, los del monopolio cultural han decretado que el bueno, en todos los sentidos, el infinitamente mejor, es Antonio (Ya habrá cigüeñas al sol/ mirando la tarde roja/ entre Moncayo y Urbión); Manuel, un segundo espada en poesía además de franquista. Roma locuta, causa finita. Pues no. Jean d’Ormesson fue fulminado por la belleza de la lengua española cuando leyó estos versos de Manuel: “Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron/ soy de la raza mora, vieja amiga del Sol,/ que todo lo ganaron y todo lo perdieron./Tengo el alma de nardo del árabe español”. Y Andrés Trapiello con inaudita independencia escribió estas justas palabras (3) en Los Machado, almas gemelas: “Las tontas comparaciones habían dejado incompleto a Antonio, privándole de su hermano”. Con un par. Así no se ingresa en la RAE ni con calzador.
Sucede que siempre hay alguno que se pasa de listo y queriendo sentar cátedra mea fuera de tiesto. Un tal –en fin olvidé su nombre- Pelagatos pudiera ser, pretextando reseñar Próspero viento, en TO (4), aprovecha para soltar una homilía a la memoria de Gil de Biedma –que no sabía inglés y menos español- y abroncar in fine a Trapiello porque, sin duda desinformado, no ha sido suficientemente explícito en lo tocante a Gaza reprochándole el tono que, sin compasión, ha utilizado en sus últimos escritos respecto a la “indignante masacre de palestinos”.
Well. Mire usted, estimado Pelagatos, de la indignación acepto la irreverencia saludable, fresca, renovadora. También en esto de escribir -actividad, como el andamio y el toreo, de quien no vale para otra cosa, decía el maestro (y no es Mainer)- cada cual emplea su propio tono -desenvuelto y sentencioso, provocador y truculento, docto y despreciativo, esquinero e insolente-, pero es inadmisible poner por delante sentimientos de indignación que pretenden justificar procedimientos de descalificación. El éxito político e intelectual de los conservadores, la izquierda –verbigracia, usted mismo, estimado Pelagatos- lo achaca a la desinformación. No obstante, no es descabellado sospechar que las personas lúcidas están cansadas del moralismo racialista propalestino, del teatrillo identitario, de la majadería woke, de la mala leche feminista, del engreído supremacismo inverso de árabes y negros, del desprecio de las élites al pueblo sin diplomas, de quienes teniendo todo también quieren tener buena conciencia, de los revolucionarios en velero y baño de las islas griegas, etc. Y eso no es desinformación. Yo con Trapiello también mantengo árida lejanía respecto a cuestiones cruciales, pero no respecto a Gaza. Ni respecto a su valía singular, única.
A mí tampoco me gusta lo que ha escrito Trapiello respecto a Trump –a quien no sólo admiro sino asimismo adoro- o respecto a la guerra en Ucrania. La guerra más justa de este siglo como anticipó en su día Kissinger advirtiendo a los gánsteres de la OTAN si se pasaban de matones. No sólo se pasaron, siguen con sus belicosas provocaciones, sino que Zelenski –ese payaso sanguinario que, en edificante espectáculo, tocaba el piano con el pene en binomio con un comparsa en ese maravilloso país cuya principal industria son las putas y el tráfico de órganos humanos- ha conseguido que diez millones de ucranianos/as se hayan exiliado para no ir a su guerra. La guerra de Zelenski y los traficantes de armas y mercenarios financiados por Bruselas y la OTAN. No comparto ni de lejos lo que ha escrito Trapiello al respecto pero en intelectual independiente escribe para un lector ideal que encarne el sentido de lo que pudiera aproximarse a su Verdad. En fin, como todo dios, digo yo. Y respecto a lo de Gaza, estimado Pelagatos, ahí van dos cosillas que me transfirieron en bilateral sendos amigos de amplios, selectos y bien colocados saberes:
1De una cuenta en Twiter: “Vas a todas las manifestaciones por Palestina pero nunca te acercas a visitar a tu abuela al asilo”.
2La militante italiana propalestina y proislamista Pippa Bacca, falleció en acto de servicio a la fusión de culturas. Pippa, nacida Giuseppina Pasqualino di Marineo falleció porque la asesinaron en Gebze, a las afueras de Estambul. Pippa, artista multidisciplinar (como aquella otra de la banda de Colau que meaba en público y contaba para su CV artístico y de concejala, o lo que fuese), se vistió de novia y se fue andando a Palestina con intención de acabar en Jerusalem. Simbolizaba el matrimonio entre Oriente y Occidente (que tanto gustaba a Zapatero y a su ministra Leire Pajin, la de la pulserita sanadora). Al poner el pie en Turquía, vestida de novia cristiana italiana, la violaron, la mataron y el asesino, además, usó su móvil para hacer llamadas.
Ahora, los expertos “independientes” de la ONU, encabezados por Francesca Albanese (prima del Cojo Manteca o algo por el estilo), se oponen firmemente al plan de paz aceptado por Israel y Hamas. La parte difícil del plan de Trump va a ser convencer a Ione Belarra, a Francesca Albanese y el resto de pringados occidentales, incluidos etarras y tripulantas de la Flotilla Sumud, dicen mis irónicos amigos.
Al grano. Serenamente avecindado en Extremadura, nos trajo Trapiello de sus zamoranas tierras cazadoras, la escarchada prosa del alba, mordiente y dura como el colmillo acerado, la garra carnicera o el plomo incandescente que frecuentó. Prosa justa y precisa, equilibrada y enjuta, sin excesos ni aspavientos. Por elegante y clara está ahí toda limpia y sana la dicción inconfundible de un escritor como la copa de un pino. Escritor de buen gusto cuyo fraseo suena como el viento a ras de campos sembrados de adjetivos. Que no otra cosa son la prosa y la caza para quien las practica en mano, pluma escribidora y granadilla de codorniz, tradición de labradores y cervantinos hidalgos pobres pues sólo los que han sido desposeídos de casi todo pueden viajar ligeros de equipaje con la sobriedad massaï del desamparo elegante. Por escribir así de bien nunca lo llamaron de la RAE, pero un día, lo deseo de corazón por el bien de la buena España, lo llamarán de Estocolmo.
(1)https://www.elmundo.es/la-lectura/2025/01/24/678e8fbbfc6c8346678b45c2.html
(2) https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2025-09-27/hablando-de-trapiello-articulo-azua/
(3) https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/11/08/672cb85dfdddff44798b4597.html
(4) https://theobjective.com/cultura/literatura/2025-09-29/viento-andres-trapiello-estado-cuestion/