Protocolos... ¿Qué protocolos?
El intrépido reportero de La Sexta se acerca a unos transeúntes en la puerta del Sol.
“Buenos días, señor, estamos haciendo una encuesta para El Intermedio. ¿Conoce usted el sentido de la palabra protocolo?”
El interpelado se queda un momento pensativo.
“Pues la verdad es que no estoy seguro, no sabría decírselo”
El periodista se vuelve hacia una señora.
“Y usted, señora ¿conoce el significado de la palabra protocolo?
La señora queda igualmente pensativa.
“Bueno, creo que es algo político…de los ministerios… pero tampoco lo sé exactamente”.
“Vaya, veo que no están seguros con la palabra. Pero ¿Y si yo les preguntase qué son los “protocolos de la vergüenza”, eso les suena más?
Una bombilla se enciende en el rostro del caballero.
“Ah, eso si que me suena, me suena porque se escucha todo el rato”
“¿Y sabría ahora definirlo?”
“Ahora si -tercia la señora- es algo malo que hizo la presidenta de Madrid, algo muy malo”
“Es que -el señor ha recuperado la memoria- dejaron morirse a los ancianos en la pandemia, eso fue lo que pasó. Y los protocolos esos, que no sé lo que son, pero son de la vergüenza, es porque dejaron morirse a los viejos”
“Gracias, han sido muy amables” -termina el periodista antes de dirigirse al programa de Wyoming con su preciado tesoro.
La primera regla del trabajo de los aprendices de Goebbels, en Moncloa, es rebautizar la realidad. Se necesita un término de impacto, algo que prenda en las mentes populares, que sea intenso. Y como ni con el padre, ni con la madre, ni con el hermano, ni con el novio, se rinden los frutos deseados, hay que ir a por ella directamente. La líder de los socialistas en el Ayuntamiento de Madrid, Reyes Maroto, ya la calificó: asesina de ancianos.
Severa afirmación, desde luego, pero formulada cuando los asesores de Moncloa ya habían encontrado el término: “Protocolos de la vergüenza”. Bajo esos protocolos, Ayuso habría dejado morir a miles de ancianos en sus residencias. Antes de encontrar la afortunada frase, el PSOE puso querellas a tutiplén contra Ayuso, pero 60 de 60 fueron inadmitidas. Las del PSOE, las de Más Madrid, las de Podemos, las de Izquierda Unida…vamos, todas.
Sin embargo, tras el hallazgo de la expresión adecuada y su repetición “ad nauseam” por la ministra portavoz, la ministra de Sanidad, ministros varios, la oposición en pleno y los medios corifeos afines, un leve rayo de esperanza anida en sus corazones. La otra noche, en el programa de Javier Fortes en el canal 24 horas, Jesús Magaña, plúmbeo e imperturbable como siempre, reconoció que aún tenía alguna leve esperanza: tal vez alguna querella residual, despistada, podría prosperar. En ello se afana también la fiscalía de Madrid, que ya sabemos de quién depende. Y es que, aunque el invento ha llegado tarde…¡caray, que potencia! ni siquiera un juez puede sustraerse a él (“Señoría, no vengo a hablarle de una señora con 90 años y la salud muy quebrada, que murió como tantos miles en España, durante la terrible pandemia, no; ¡vengo a hablarle de los protocolos de la vergüenza”) Prima doble para el inventor.
Así que desesperado Sánchez porque su inquina no hace mella en la presidenta de Madrid, que va liquidando, uno por uno, a cuantos emisarios manda para destruirla, ha decidido jugársela con su mejor peón: Oscar López. Líder del PSOE en Castilla-León, luego jefe de Paradores, después secretario del presidente en Moncloa y ahora ministro de cualquier cosa. Curtido en mil batallas, es el hombre destinado a liquidar a Isabel Díaz Ayuso. El “terminator” fiable, el Aquiles de pies ligeros, presto al combate.
Porque ya se la juegan. No solo no han pinchado con toda la familia. Es que ella, en cambio, tiene “p´alante” al fiscal general y su acólita, por un sucio asunto de revelación de secretos que en cualquier momento (en cuanto Google le mande al juez los contenidos de los móviles destruidos) puede alcanzar a “la secretaria del secretario del presidente” (Pilar Sánchez Acera) al “secretario del presidente” (Óscar López) e incluso al mismo presidente. Lo dicho, es el momento de echar el resto. Necrofagia a tope (qué son cinco años para desenterrar muertos) y todos a las espaldas de Ayuso.
¿Colará esta vez? En mi anterior artículo afirmaba que la necrofagia ha venido dando buenos resultados al PSOE. Eso de la muerte es muy serio y si consigues colgar el sambenito de asesino a alguien… Pero yo creo que no. Que la gente de Madrid sabe cómo fue aquello, cómo la muerte recorría hospitales, residencias y domicilios, sin camas ni sitio en los pasillos, sin respiradores ni mascarillas, con médicos que morían junto a sus pacientes…y no tragará la burda patraña de que todo aquello fue culpa de Ayuso. Alguna vez tendrá que quebrar el recurso del PSOE a la necrofagia, tan reiterado…tan cansino… La sociedad madrileña es más inteligente que los inventores de Moncloa. Y recomendará a los líderes de la izquierda otra dieta alimenticia. Igualmente insólita pero menos dañina: la coprofagia, por ejemplo.