Presidente a la fuga
Cómo será la catadura moral de Pedro Sánchez que, lejos de pedir perdón a los damnificados de la catástrofe en Valencia por su descarado abandono, saca pecho y pide que le aplaudamos como hicimos en pandemia con los sanitarios. Según su criterio, la labor del Estado ha sido poco menos que impecable, y merece el cariño que él no recibió en su visita a Paiporta.
No te comprendemos, presidente; para ti, somos un hato de desinformadores que vamos por ahí extrayendo bulos de nuestra máquina del fango. No comprendemos que te vayas a una conferencia sobre el cambio climático cuando el país que gobiernas sufre una emergencia nacional. Para ti es más importante volar en tu falcon hasta Bakú que presidir in situ el comité de crisis en el Palacio de la Moncloa. Prefieres estar presente en la cumbre del clima, porque en España la única cumbre que alcanzas es la de tu soberbia infinita, esa que roza el cielo que oteas desde la comodidad de tu avión, ¿qué sueñas mientras vuelas, presidente? ¿Emular a Maduro, ser un Castro redivivo, o un dictador chino que ensombrece la figura de Mao Zedong?
Es innegable que, como escapista, Sánchez no tiene precio. Deserta de su responsabilidad cada vez que la ocasión invita a hacerlo. El relato que ahora construye el sanchismo le aleja de la DANA, de los muertos, de toda obligación moral, de toda respuesta a una tragedia de la que busca desentenderse. Él no quiere ahogarse, él siempre encuentra un madero al que asirse, una tabla de salvación con la horma de la derecha. Ahora, en Bakú, nos cuenta que el cambio climático mata, lo vincula con la gota fría de Valencia y asegura que él viaja a la cumbre del clima para frenar esa mortandad climática. Como demagogo tampoco tiene precio.
Te pones estupendo hablando de catástrofes naturales y eres tú la mayor catástrofe política que puede soportar una democracia. Ya lo hiciste en la pandemia, cuando, con una de las peores gestiones de la epidemia a nivel mundial, escurriste el bulto y trasladaste la idea de que era la Comunidad de Madrid la responsable de miles de muertes en las residencias de ancianos. Tergiversas el relato, no asumes responsabilidades, embrollas todo para que la Historia te exculpe, huyes de la zona cero como si, en lugar del presidente del Gobierno, fueras un malandrín al que han pillado hurtando en una de esas casas arrasadas por el temporal.
Lo que parece claro es que al presidente Sánchez le gusta enfangar y no mancharse los zapatos. De momento, qué paradoja, su bellaquería le está dando rédito político. Camuflado tras su voz meliflua de bachiller ofendido, se esconde un depredador que saquea la democracia sin parar mientes en la herida fatal que inflige su mandato. Aunque despacio, la cordura le irá cercando, no es posible que un amoral nos gobierne sin castigo; por de pronto, él juega a lo que sabe, se marcha del lugar del accidente, es, una vez más, un presidente a la fuga.