En corto y por derecho

Política y ciencia, una pareja imposible

En 1988 pasé dos semanas en los Centers for Disease Control (CDC) de Atlanta haciendo un curso de Epidemiología. Me sorprendió que los viernes todos los empleados tuvieran que acudir a trabajar en uniforme militar, existiendo diferentes graduaciones hasta la más alta autoridad sanitaria federal al que se le denomina ‘Surgeon General’. Aunque ya se permite no usar el uniforme, siguen teniendo una fuerte dependencia política como ha podido comprobarse con la crisis del Covid.

Han pasado cinco años desde entonces y han cambiado muchas cosas. El doctor Anthony Fauci, asesor entonces de Trump y luego de Biden, ha pasado de héroe a villano, habiendo necesitado incluso protección policial. Aunque Biden le otorgó un ‘indulto preventivo’, continúa siendo investigado por perjurio. Todo lo que sostenía Fauci en relación al origen del virus se ha revelado como falso. Respecto a las vacunas, su postura de defensor a ultranza ha quedado en evidencia, aquellas recomendaciones de vacunar a embarazadas y a niños hoy resultan escandalosamente erróneas. Debe hacerse notar que Fauci no pertenecía al CDC, sino que era el director del National Institute of Health (NIH), lo que generaba un conflicto de competencias con el director de los CDC, responsable científico de las decisiones relacionadas con el Covid. 

En 2025, Trump a través de su Secretario de Salud Robert F. Kennedy, Jr. ha intentado renovar los CDC, habiendo encontrado una gran resistencia interna. Su directora, Susan Monarez, ha dimitido a las pocas semanas de estar en el cargo como protesta por los cambios que se han ido implementando en los diferentes Comités Asesores, siendo en el de Vacunas donde la tensión ha llegado al máximo. Como en Estados Unidos estos comités son públicos, es posible seguir las controversias como si fuera una serie de televisión. 

La vacuna del Covid sigue siendo un asunto candente. En estos momentos solo se puede administrar a mayores de 65 años o personas con la inmunidad comprometida, bajo prescripción médica.  En el último Comité se discutió si ampliarlo a otros pacientes, lo que se admitió siempre bajo prescripción. Durante una discusión sobre si la vacuna proporcionaba protección contra el virus, la Dra. Natalie Thornburg, quien dirige una división respiratoria en los CDC, dijo que se creía que los anticuerpos producidos en respuesta a las vacunas eran protectores. Uno de los panelistas, Robert Malone, dijo que no había evidencia clara para indicar el nivel de anticuerpos necesario para la protección. "Realmente no tienes derecho a afirmar cuáles son tus sentimientos u opiniones sobre si hay o no una correlación entre cualquiera de estos resultados", dijo el Dr. Malone. "No hay protección correlativa establecida para Covid, punto, se acabó, y deja de decir lo contrario."

Esta agresividad entre pesos pesados científicos revela dónde estamos. Thornburg expresa una opinión generalmente admitida, aunque sin datos robustos que la sustenten. Malone la pone en su sitio, cierto que con malas formas. Algo de todo esto deberíamos aprender en España donde impera el secretismo, la ausencia de rendición de cuentas y las afirmaciones de los políticos pretendidamente amparadas en la ciencia, pero que carecen de todo rigor.