Disquisiciones

Pensamiento Crítico

La sociedad requiere el debate de temas trascendentales como la justicia, el bien común, las obligaciones recíprocas de los ciudadanos, que son cuestiones que deben ser parte de la discusión política.

Para abordarlos, es necesaria la participación colectiva, no para que se tenga en cuenta cuando se necesita de su voto, sino como un ejercicio donde se indague su rumbo, procure mejores condiciones, estructure posibilidades, o explore si es mejor como estamos.

Necesitamos del ejemplo, liderazgo con argumentos y conocimiento temático, en lugar de ajenas vocaciones, intereses personalistas o de grupo, verbo pobre y análisis superfluos que se traducen generalmente en falsas sonrisas en vallas publicitarias y mensajes propios del mercadeo político.

Sobre el particular, el profesor de Harvard, Michael Sandel en “Lo que el dinero no puede comprar”, dice que las personas sabias comunican a través de simples reflexiones, deplora la insatisfacción de la gente frente a la política, trata la crisis ética y su ausencia del debate, en razón a que se impuso el pensamiento económico y la lógica del mercado.

Es cierto, la economía desplazó a la política democrática, el pensamiento económico sustituyó al debate ético como centro de atención de la política, cuando justamente esos aspectos deben centrar un importante debate, para que justicia, bien común y obligaciones de los ciudadanos entre sí, siendo implícitos, no resulten ausentes del análisis democrático.

Como prima el comercio de la política, las voces propias de los valores y la ética resultan intrascendentes y secundarias, ya que casi siempre, el  pragmatismo ahoga aquellos temas, que ni siquiera abordan o despiertan la debida atención.

Hoy en las democracias, la política se ha circunscrito en lo referente al Estado, pero deja de lado lo que tiene que ver con la gente. Y ese vacío existe en el discurso público.

Entre más cosas puedan comprar las personas, mayor la incidencia en desigualdad económica, porque el dinero permite no sólo bienes de lujo, sino el acceso a los aspectos esenciales de un mejor vivir, como servicios particulares en atención médica y educación privilegiada, pero no la posibilidad de formar una voz crítica en defensa del colectivo. Entonces, si el dinero gobierna esas esperanzas fundamentales, que maneja y reserva un grupo privilegiado, en verdad debemos preocuparnos por la desigualdad.

El profesor Carlos Hernando Forero Robayo, especialista en temas de educación, señala en una referencia de su reciente artículo “Requerimos mejores respuestas de la educación superior” (www.universidad.edu.co), que <<en el 2024 hubo un récord de elecciones en el planeta, pero eso no trajo más democracia. Centros de análisis en Francia y Alemania, calculan unos 5500 millones de personas en todo el mundo que viven hoy bajo regímenes autoritarios, en los cuales los derechos humanos están amenazados o, simple y llanamente han desaparecido. Por eso enfatiza, el papel de la educación superior en la consolidación de los sistemas democráticos, y el campo para aportar sobre la verdad objetiva que conduzca al mejoramiento del bien común>>.