¿Paz en Gaza?
El acuerdo de paz entre Israel y Hamás, firmado bajo los auspicios de los Estados Unidos, no ha logrado todavía frenar la violencia en la Franja de Gaza y presenta sobre el terreno numerosos problemas y desafíos. Tampoco el mismo representa la esperanza de conformar un día un Estado palestino.
La paz entre Hamás e Israel se firmó, pero el ambiente está muy caldeado y son más las dudas e incertidumbres con respecto al acuerdo alcanzado que las certezas. En primer lugar, la desconfianza entre Israel y los Estados Unidos se acrecienta a medida que avanzan los planes para una supuesta anexión de Cisjordania por parte del Estado hebreo, un escenario que generaría seguros conflictos con la comunidad internacional, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la Unión Europea (UE) y, con toda seguridad, con Washington, como ha alertado y amenazado el presidente norteamericano Donald Trump. La misma oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha criticado la aprobación preliminar por parte de la Knesset -legislativo de Israel- de un proyecto de ley para anexar Cisjordania. Netanyahu, está claro, no quiere una confrontación directa con Trump en estos momentos críticos y aislado internacionalmente.
Por otra parte, y en cumplimiento del acuerdo, Israel ha retirado parte de sus fuerzas militares de la Franja de Gaza en un plan paulatino que garantice la seguridad de Israel y dando paso a una autoridad transitoria que debe ser capaz de neutralizar a Hamás y evitar que siga con sus acciones terroristas y criminales. Estados Unidos, junto con Jordania y Egipto, serán los supervisores de que esto ocurra. Pero, por ahora, este desarme de Hamás no se ha producido y los enfrentamientos entre ambas partes han continuado después de la firma, el pasado 10 de octubre, del acuerdo de paz. Tanto Hamás como Israel se han acusado mutuamente de haber incumplido el alto el fuego y desde la firma del plan de paz han muerto más de un centenar de palestinos en varios bombardeos y varios soldados israelíes en ataques de francotiradores palestinos.
Israel, siguiendo lo acordado, ya ha puesto en libertad, a 250 prisioneros condenados a cadena perpetua, además de 1.700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluidas todas las mujeres y niños. El destino final de estos presos y su futura reubicación, junto con los terroristas todavía activos de Hamás, es un misterio y no queda detallado en el plan de veinte puntos de Trump. Solamente el primer punto habla de este asunto: “Gaza será una zona desradicalizada y libre de terrorismo”, pero sin aportar cómo ni de qué forma. Egipto y Jordania, por supuesto, no quieren ni oír hablar de alojarlos en su territorio; los palestinos no son bienvenidos en ninguna parte, incluido el mundo árabe, esa es la cruda realidad que nadie quiere decir en voz alta.
Esta liberación masiva de presos palestinos estaba condicionada a la entrega inmediata de los veinte rehenes que supuestamente quedaban vivos, tal como ocurrió. El problema reside en la entrega de 18 de los 28 cadáveres en manos todavía de Hamás, debido a que muchos de esos cuerpos están entre los escombros de Gaza, un área lo suficientemente grande para que sea un objetivo difícilmente alcanzable. La opinión pública israelí y varios miembros del gobierno de Netanyahu se sienten engañados y estafados por Hamás al no haber cumplido con todos los puntos firmados en los acuerdos. Las autopsias de los cadáveres de estos rehenes permitirán conocer con claridad cómo murieron y, seguramente, revelarán la dolorosa realidad de que fueron torturados y maltratados antes de su asesinato por los terroristas de Hamás.
Sin embargo, pese a la importancia histórica del acuerdo rubricado, las amenazas para Israel siguen presentes, aunque Estados Unidos asegure en que el mismo es la única salida e intentan presionar a los dirigentes israelíes para su cumplimiento en todos sus términos. Las tensiones en la frontera del Líbano, donde sigue operando impunemente la milicia de Hezbolá y conserva casi intacto su potencial destructivo, continúan y ya las fuerzas militares israelíes -FDI- han realizado algunas acciones preventivas, pero no definitivamente resolutivas para desactivar esta amenaza real.
Tampoco con el nuevo régimen sirio se ha firmado un tratado de paz o un acuerdo definitivo que rebaje las tensiones en la frontera entre ambos países en los Altos del Golán, donde existe una fuerza de interposición de las Naciones Unidas que evita que la tensión escale hasta una guerra. Y, finalmente, los líderes iraníes, que siguen apoyando a Hamás de una forma inequívoca en su lucha contra Israel, han anunciado que seguirán adelante con su programa nuclear, destinado a borrar de la faz de la tierra al Estado hebreo, y aseguran que las recientes intervenciones militares de Israel y Estados Unidos contra sus instalaciones militares donde se ejecutaba el programa no tuvieron el éxito esperado. ¿Será así? Como vemos, la fallida paz en Gaza, por ahora, no es el final del camino ni de nada definitivo para Oriente Medio.