Fortuna Imperatrix

Patrimonio de la Inhumanidad

Es decir, pasto de los gamberros. Se ha dicho que las paredes son el papiro de los tontos, o en latín, si se prefiere: “Parietes papyrus stultorum”. Aunque a veces se encuentran joyas como “yo a tu edad, tenía más años”, por ejemplo. En verdad el mono, desde que Dios le regaló el alma envuelto en las palabras de un chiste, siempre ha necesitado expresarse. La prueba está en que, aun sin papiro a mano, ha dejado constancia de su pensamiento en las rocas de las cavernas o en el tronco de los árboles. Algunos llegan, incluso, a enmarcar sus nombres dentro del ancestral corazón atravesado por la flecha, como si eso le importara a alguien. Suelen ser noveles, estos escritores, y jóvenes, como el de la edad y los años que mencioné antes, con prisa por figurar desde muy pronto en los anales de la Historia.

En ese contexto debe entenderse la detención de un estudiante italiano en la isla de Gozo, Malta, al ser sorprendido in fraganti mientras grababa a sus anchas sus iniciales en una de las puertas principales de entrada al monumento neolítico de los templos de Ggantija, o de los Gigantes. Levantados entre los años 3.200 y 3.600 A.C., son por tanto la construcción humana en pie más antigua del mundo, anterior a las Pirámides de Egipto, un tesoro que figura orgulloso, por extraordinario, en las monedas del país. La condena que se le impuso a este malote ávido de protagonismo consistió, tal y como se anunció en la prensa a toda plana, en dos años de prisión, suspendidos por el período máximo de cuatro previsto por la ley, lo que no sabemos qué diablos significa, más una multa de 15.000 euros. Pensar, sin embargo, que en un país así de pequeño pueda cumplirse una pena tan grande, sería como dar por hecho que al fin van a empapelar en el nuestro al carterista que acaban de detener por enésima vez.

Lo que logra semejante satisfacción de los instintos destructivos es la merma del Patrimonio, más inexorable aún al amparo de la ley de la selva, que es en lo que devienen las normas que, por lo que sea, no se aplican adecuadamente. Tal es la gravedad del asunto, que a menudo no les queda otra a las obras agredidas que actuar en defensa propia, como le ocurrió a un león de granito de enorme peso encadenado frente a la catedral de Ávila. Este, al ser derribado de su pedestal por el empuje de varios vándalos hormonales españoles, también en viaje escolar como el de Malta, les aplastó los pies en su caída.

Sí, es cierto que no todas las pintadas son detestables, las hay muy buenas, como esa que decía “tonto el que no lea” o esta, todavía mejor: "Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

¿Alguien dijo castigo? Por favor.