Organigrama del poder o el gobierno incompetente
El “Principio de Peter” o “Principio de Incompetencia de Peter” - desarrollado por el pedagogo y catedrático canadiense Laurence Johnston Peter y por el escritor Raymond Hull en el año 1969 - viene a señalar, más o menos, que los individuos que llegan a ascender profesionalmente hasta un puesto de responsabilidad para el que no estaban preparados terminan fracasando estrepitosamente; porque son incapaces de asumir las condiciones de un cargo que les queda muy grande. El actual gobierno de España está presidido por un “Peter”, poco preparado y muy prepotente, y complementado por otros muchos “Peter” que han llegado a ser ministros sin haber tenido formación para asumir esos cargos, sin sentido común y sin criterio. Y a la vista están las continuas debilidades y carencias que demuestran todos ellos a la hora de gobernar este país. Pedro o Peter - tanto monta - es la cabeza visible de un desastre que no deja dormir en paz a millones de españoles a los que, en realidad, les gustaría que un grado de responsabilidad y de cordura fuese el que incitase a muchas dimisiones diciendo simplemente: “esto me queda grande”.
Porque el problema de fondo es que el actual gobierno de España se sustenta en un equipo humano de numerosísimos “Peter” que NO son capaces de enderezar la trayectoria de un país que va directo a la deriva. Eso quiere decir que la incompetencia se ha apoderado de aquellos que deberían ofrecer tranquilidad. Y así vemos que todos los estamentos que presiden ofrecen lamentables resultados.
Esto no es el fango ni la fábrica del fango. Es una triste realidad muy preocupante que va a dejar a España con deudas tan cuantiosas que serán necesarios muchos años de dramas y penurias: Red Eléctrica, Correos o Ferrocarriles son algunos ejemplos preocupantes.
Y es que ascender por ascender hacia una responsabilidad inmerecida forma parte de la ética de los individuos que NO poseen un grado razonable de cordura. Ya que en esos ascensos que arrastra la política late el caos que sitúa a los personajes, de muy escasos méritos, muy por encima de sus posibilidades. Por eso se notan tanto sus debilidades, sus carencias, sus engolamientos y sus pedanterías.
Cuando una persona supone que no encaja en determinado nivel jerárquico no debería aceptar un nombramiento, porque está fracasando desde el instante mismo en que lo acepta.
El “Principio de la Incompetencia de Peter” evalúa competencias personales antes de ascender hacia determinados puestos que, en ocasiones, se obtienen a través de la cercanía, de la camaradería, de la familiaridad, de pertenecer al mismo partido político o de los favores obtenidos en determinadas circunstancias. Y las personas nombradas de ese modo suelen ser, casi siempre, incompetentes, narcisistas o ignorantes, porque se muestran dispuestas a alcanzar responsabilidades para las que nunca estuvieron preparadas.
¿Recuerdan cuando Carmen Calvo, la que fue ministra de Zapatero y luego vicepresidenta de Sánchez dejó para la historia de la humanidad aquella frase lapidaria y ridícula que aseveraba que “el dinero público no es de nadie”? Eso denota la calidad intelectual de estos individuos que tenemos por castigo los españoles.
Hoy seguimos igual. Mucho más claro lo tiene mi amigo Eligio el de Ciempozuelos, que ayer me recordó la moraleja que dejó escrita Iriarte en la fábula de “El oso, la mona y el cerdo”: Guarde para su regalo / esta sentencia el autor / Si el sabio no aprueba, malo; / si el necio aplaude, peor”.
El “principio de incompetencia de Peter” se ha adueñado de nosotros. Pero pasará, como pasan las gripes que se nos hacen eternas.