El nuevo Oriente Medio ya es una realidad
Aunque persisten todavía muchos de los viejos conflictos y tensiones, no cabe duda de que esta región ha vivido en estos dos últimos años profundas transformaciones y mutaciones que han generado una importante transformación geoestratégica que conviene la pena analizar en profundidad.
Los atentados del 7 de octubre de Hamás contra Israel, que dejaron más 1.300 víctimas y 250 rehenes en manos de los terroristas, serán ya para siempre un antes y un después en la historia del Estado hebreo, pero también han modificado de una forma concomitante a Oriente Medio y han provocado cambios colaterales muy profundos. En primer lugar, Hamás ha sido seriamente dañada, habiendo perdido a numerosos de sus líderes en esta guerra y ahora con una menor capacidad para seguir efectuando ataques contra Israel, pero, ni mucho menos, está totalmente derrotada y acabada, como pretendía el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuando comenzó la ofensiva terrestre y aérea contra la Franja de Gaza.
Luego, en segundo lugar pero no menos importante, ha sido el cambio de régimen en Siria, cuando el dictador sirio Bashar al-Assad abandonó el poder y partió rumbo al exilio el 6 de diciembre de 2024 con destino a Moscú. Siria ha sido tradicionalmente uno de los mayores enemigos de Israel a lo largo de su historia y ha participado en todas las guerras árabes contra los judíos -1948, 1956, 1967 y 1973-, bien apoyando con sus propias fuerzas las agresiones contra este país o bien sea auspiciando el terrorismo desde Cisjordania, Gaza y el Líbano. Además, el régimen de al-Assad era uno de los principales aliados de Irán en la región y, paradójicamente, el ataque de Hamás ha tenido como efecto inesperado el debilitamiento del régimen de los ayatolás en toda la zona.
Efectivamente, Irán tras los ataques militares de Israel y Estados Unidos contra sus instalaciones nucleares en junio de este año ha visto cómo su liderazgo se ha visto mermado en la región y que sus aliados cada día son menos y más débiles, como ocurre con el grupo político y milicia Hezbolá en el Líbano, que debido a los ataques aéreos israelíes y al famoso golpe de los beepers -que causó unos 4.000 heridos y fallecidos en las filas de esta organización- ya no tiene el papel protagónico que tenía hasta ahora en la sociedad libanesa. Siendo todavía una organización fuerte, Hezbolá ya no goza ni del prestigio que tenía antes de los últimos ataques israelíes ni del apoyo ni el reconocimiento de otros actores regionales, como Siria, con la que coordinaba sus fuerzas, ataques e incluso la defensa numantina del régimen de al-Assad. Sigue siendo un actor importante en la sociedad libanesa, pero ya no es una fuerza determinante y central en la misma.
Por último, si los acercamientos entre Siria e Israel se confirman, bajo los auspicios del presidente norteamericano Donald Trump, asistiremos a un cambio absolutamente radical en la región y sería un hecho histórico para dos países que han sido grandes enemigos y libraron encarnizadas guerras en el pasado. Israel todavía ocupa los Altos del Golán sirios, que seguramente serían reclamados por Damasco para lograr la paz con el Estado Hebreo, y en las últimas semanas varias incursiones israelíes en territorio sirio han elevado las tensiones, mostrando a las claras que el camino hacia la paz entre ambos países será arduo, complejo y plagado de dificultades. Por tanto, examinemos todavía este asunto con cautela y sin precipitarnos porque un pacto de seguridad entre Israel y Siria está todavía muy lejos de firmarse, tal como desearían Netanyahu y el mismo Trump.
Complicada situación en Cisjordania
Donde la situación amenaza con desbordarse es en Cisjordania, donde varias organizaciones terroristas palestinas campan a sus anchas y perpetran frecuentemente atentados, muchas veces indiscriminados utilizando armas e incluso coches suicidas, en este territorio no reconocido internacionalmente como israelí, Jerusalén y otros territorios israelíes. Luego la violencia desatada por los colonos judíos radicales de Cisjordania contra sus vecinos palestinos está absolutamente fuera de control y en alza, tal como han señalado varias organizaciones internaciones.
Se habla que solamente en este año se produjeron unos 9.500 ataques de radicales judíos contra palestinos, causando abundantes daños materiales, como la destrucción de negocios, viviendas, vehículos y otras propiedades, incluyendo una mezquita, económicos, al no dejar a los agricultores locales cultivar sus tierras y transitar con su ganado, y físicos, al haber herido en varias ocasiones a civiles indefensos. En cierta medida, el nuevo Oriente Medio tiene mucho que ver con el viejo, con el de un conflicto que no cierra sus heridas desde el año 1948, en que se fundó el Estado de Israel y sus vecinos árabes nunca lo aceptaron, lanzándose a una guerra suicida cuyas consecuencias todavía pagamos todos. Todo ha cambiado, es cierto, pero la inercia del pasado sigue siendo todavía muy fuerte.