Nadie se salva solo
Esta frase que cobró relieve en estos días tras el estreno, en una plataforma de series, de El Eternauta, historieta argentina creada por Héctor Germán Oesterheld (desaparecido durante la Dictadura Militar argentina de la década del 70) con los dibujos maravillosos de Francisco Solano López; nos muestra una vez más el enorme temor de los humanos a ser invadidos por una civilización alienígena que nos destroce nuestra realidad y nos robe no sólo la vida, sino la libertad sometiéndonos a una existencia carente de sentido.
La amenaza no es externa
La realidad que atraviesa nuestro mundo en su historia, nos muestra que esta lucha es tan antigua como la humanidad, la necesidad de ser libres, intrínseca en el propio ser, una y otra vez queda expuesta frente al poder del más fuerte. Hoy esta situación presenta diversas facetas complejas, que tal vez nos hagan pensar que somos libres y que tomamos nuestras propias decisiones, y sin embargo somos esclavos de un bombardeo constante de información orientada a determinado sector, lo que nos hace posicionarnos ideológicamente enfrentados a quienes piensan diferente, rompiendo cualquier posibilidad de encuentro y de fraternidad.
La falsa libertad
Aquel manifiesto de Liberté, Égalité, Fraternité, está muy lejos de ser una realidad, tornándose en una mera declamación de deseo, los hombres no sólo no se sienten hermanos, sino que por el contrario, han exacerbado la división al extremo. Los conflictos bélicos, elecciones, golpes de Estado, poder económico, conflicto entre potencias, riesgo de guerra nuclear. Y a todo ello se suman los desequilibrios sociales (migraciones, desplazados, refugiados), y como si fuera poco un cambio climático que ya es una realidad indiscutible (incendios, inundaciones, etc.), un cambio climático que está relacionado directamente con la interacción de los humanos y sobre todo de quienes hacen uso y abuso de los recursos naturales.
Ante esta realidad, como dije antes, nada escapa, y hasta Melody y Eurovisión fueron objetivos para centrar las miradas y posicionarse políticamente. Es que cualquier ámbito con muchas miradas resulta un buen lugar para depositar semillas de conflicto.
La Resistencia
Ahora, la pregunta es, ¿podemos escapar de esta realidad y permanecer en una postura independiente y verdaderamente libre? Sí es posible, no fácil, es necesario desconectar con el proveedor constante de información, estar informado no es estar formado, volver a los libros en papel, podría ser una forma maravillosa de resistir, recuperar a los clásicos, como Don Quijote, Crimen y Castigo, Guerra y Paz, La Odisea, 1984, volver a la lectura no sólo nos permite la desconexión de pantallas que nos someten a la voluntad ajena, sino también nos permite recuperar ese poder perdido de luchar contra un libro que nos enfrenta cada día a terminarlo, implica un ejercicio de esfuerzo, de dominio, de disciplina, que nos niega la posibilidad de abandonar entre sus páginas una historia sin final. Un libro nos permite entrar en otro mundo, o nos permite dialogar con el escritor para saber desde qué realidad escribió lo que escribió. Hoy nuestras librerías están abarrotadas de textos que nadie lee, un autor ya sea que sea publicado o se auto publique, en promedio vende alrededor de 50 copias y éstas son compradas por familiares y amigos cuando no son regaladas. Todos tenemos mucho que decir, pero poca gente está abierta a escuchar o a leer. La primera actitud frente a la realidad para salir al encuentro del otro, es sin duda, la de recobrar la capacidad de escuchar al otro, leer es también la forma más perfecta de la escucha, silencio, contemplación y comprensión.
Nadie se salva solo, es la frase del inicio, e insisto como decía San Agustín (Doctor de la Gracia): Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti.
La dimensión de la trascendencia
Estamos frente a un dilema existencial histórico, una bisagra que nos enfrenta al egoísmo de alejarnos de todo lo que se oponga a lo que pensamos, o aquella forma superadora de todas las barreras que es el amor, y el amor al prójimo como forma excelsa de ejercicio de la libertad que es la negación a sí mismo y la entrega, volver la mirada al otro es tal vez la forma más urgente de libertad.