Moldavia, epicentro de la guerra híbrida de Rusia contra Europa
Este país es el campo de batalla en el mundo postsoviético entre europeístas y prorrusos, un escenario donde Rusia ha puesto en marcha todos los medios en la guerra híbrida que libra contra Europa desde el año 2014, en que se anexiono la península de Crimea.
Las elecciones generales de Moldavia, a celebrar este domingo 28 de septiembre, tienen una trascendencia que va mucho más allá del ámbito local. En definitiva, Moldavia es el campo de batalla entre el bando europeísta y atlantista, liderado por la actual presidenta Maia Sandu, y el bando prorruso de este país, representado en estas elecciones por el opositor Bloque Electoral Patriótico (BEP), formado por tres fuerzas prorrusas, y cuya potencia electoral es notable y no desdeñable, tal como se vio en las últimas elecciones presidenciales, en las que Sandu ganó por los pelos al candidato propuso apoyado por Moscú.
Moldavia ha sufrido en los últimos años, pero sobre todo desde el comienzo de la guerra de Ucrania en 2014, numerosos ataques, descaradas intervenciones e injerencias por parte de Rusia. Se puede decir que el territorio de este país ha sido el campo batalla de toda la guerra híbrida que Moscú despliega por todos medios contra Europa, utilizando toda clase de procedimientos desestabilizadores, ya sea por la fuerza convencional -ocupa la región de Transnistria en territorio moldavo- u otros medios irregulares, como la insurgencia, el terrorismo, la migración e incluso otros más sofisticados mediante el empleo de las últimas tecnologías (guerra cibernética).
Rusia apoya, financia y auspicia siempre candidatos prorrusos en todos los procesos electorales celebrados en en este país, alimenta la secesión de Transnistria y Gaugazia -una entidad regional menor con cierta autonomía-, crea noticias falsas sobre Moldavia, cuestionando su naturaleza democrática y poniendo en la picota a sus dirigentes, y mantiene todo un entramado político, mediático y económico con el único fin desestabilizar Moldavia.
Una victoria de los prorrusos o un escenario político inestable, tal como se prevé con numerosos partidos en el parlamento y sin una mayoría clara, sería una victoria para Moscú en términos geoestratégicos y una derrota para el bando europeísta, que no oculta sus deseos de integrar un día al país en la Unión Europea (UE) y la OTAN, aspiraciones todavía muy lejanas y que pueden quedar en aguas de borrajas si en estas elecciones del domingo se produce un resultado adverso a la presidenta Sandu.
Las tropas rusas en Transnistria
Además, Rusia mantiene ya tropas en este país, concretamente en Transnistria, donde siguiendo las mismas pautas que en Ucrania, como si fuera un prototipo de franquicia, auspicio la secesión de esta región de Moldavia, armó a unas milicias contrarias al ejecutivo moldavo y declaró la independencia de este nuevo “Estado” transnistrio. Moscú dejó estacionadas a sus fuerzas del XIV Ejército ruso que se encontraban en Moldavia -unos 2.000 hombres- para apoyar este proceso separatista y desde el año en que se produjo una mini guerra civil entre las fuerzas moldavas y transnistrias, en 1992, todas las tentativas políticas y diplomáticas para resolver esta conflicto han sido boicoteadas abiertamente por Rusia.
Para terminar, se puede asegurar sin ambages de duda que estas elecciones suponen una prueba para la democracia y el futuro de Moldavia, que se ha convertido ya en el escenario en el que la UE y Rusia luchan abiertamente por extender su área de influencia, aunque en el caso ruso con la impronta especial de la visión neoimperial que tiene el presidente de ese país, Vladimir Putin, sobre las relaciones con sus vecinos. Si cae Moldavia, como ya lo han hecho varias regiones de Ucrania y Georgia, Rusia completará su área de influencia hacia nuevas fronteras de la UE, como Rumania, con el consiguiente riesgo de desestabilización más allá del báltico, el flanco de la OTAN más sensible a las amenazas rusas. ¡Atentos!