Luces en la oscuridad

Manuel Pecellín, un maestro de la literatura y del periodismo

Manuel Pecellín Lancharro es uno de los pocos hombres dedicados a la literatura en su totalidad, con una producción enciclopedia y oceánica. Es investigador, editor, traductor, creador, docente, divulgador en publicaciones periódicas y en otros medios, gestor, además de tener un serio compromiso con la sociedad y con el propio texto como nadie.

Manuel Pecellín

De Pecellín puedo afirmar con total seguridad lo que dijo Mary Schelley, de su madre Mary Wollstonecraft: “es uno de los seres que sólo aparecen una vez por generación, para arrojar sobre la humanidad un rayo de luz...”. Wollstonecraft escribió ya en el siglo XVIII Vindicación de los derechos del hombre (1790) y Vindicación de los derechos de la mujer (1792). Estos mismos derechos defendió Pecellín en el primer libro que publicó a sus veinte años y los sigue defendiendo hasta la actualidad.

Ha publicado una veintena de libros sobre escritores y filósofos extremeños, más doce volúmenes de bibliografía extremeña, el primero en 1997 y el último hasta ahora en el 2025.

En el campo de la creación destacan Caleidoscopio, Historias Mínimas, Relumbres de Espejuelos, Bajo el sol de la dehesa, Cielo y tierra nativos, Libre con Libros o Impresiones y memorias de un setentón recluido, Máscaras de invierno, Luces de otoño, así como artículos periodísticos incluidos que son auténticas piezas creativas.

Como gestor, ha participado en la fundación de la AEEX, la UBEx, el Ateneo de Badajoz, la Asociación Extremeño-Alentejana, la Gran Enciclopedia de Extremadura, el Servicio de Publicaciones de la diputación pacense, la fundación pedagógica Juan Uña y otras instituciones culturales de la región, asumiendo en ellas distintas responsabilidades. Fue director del Centro de Estudios Extremeños y de su revista. En el 2011 recibió la Medalla de Extremadura. Ha sido secretario de la R. Academia de Extremadura y pertenece a la R. Sociedad de Amigos del País de Badajoz y al Club Senior de Extremadura.

 Como periodista y divulgador de la literatura, destacan sus colaboraciones en El Urogallo Extremadura, del que fue coordinador, en las revistas Alor Novísimo, Ars et Sapientia, Alcántara, Anaquel, Turia, Capela,  Guadalupe y en los periódicos HOY y ABC

Su crítica literaria en las publicaciones periódicas es sin duda una de las de mayor calidad, o la mejor de las que hoy se publican en España. Sus piezas me recuerdan las de Clarín, Unamuno, Valle-Inclán, Ortega y Gasset y de otros autores, que marcaron en épocas en El liberal, El Sol, Revista de Occidente…

Si Luis Sáez Delgado explicaba que Memorias de invierno se acogían a alguno de los géneros olvidados, como las crestomatías y florilegios de los Siglos de Oro y  las silvas como la Silva locorum communium de Fray Luis de Granada, a esta modalidad se acoge Bibliografía extremeña 2025. Este y otros libros de Pecellín me recuerdan los textos que Jacobo Grimm seleccionó amorosamente, como señala Rodríguez-Moñino -citado con frecuencia y con todo merecimiento por Pecellín- y publicó en Viena en 1815, con el título de Silva de romances viejos.

Bibliografía extremeña 2025 recoge más de cuatrocientas entradas de libros publicados entre marzo de 2004 y febrero de 2025. Esta relación de autores ordenada alfabéticamente comienza con las obras colectivas, acogidas a la denominación de AA.VV. La primera referencia individual es la de Acedo Díaz Theófilo y última la de Zoido Naranjo, Antonio, La Prisión General de los gitanos (Córdoba, Almuzara, 2025). Entre una y otra se insertan las obras de extremeños de la época clásica, de los Siglos de Oro y de la actualidad.

Portad libro

En el tratamiento de todos ellos, Manuel Pecellín se nos muestra como uno de los mejores maestros del cultivo de la literatura y el periodismo, de la simbiosis entre ambos géneros, que cuenta con una venerable tradición.

Los historiadores de la información vienen considerando al autor literario Andrés de Almansa y Mendoza como uno de los principales fundadores del periodismo en pleno Siglo de Oro. Esta es la postura del marqués de Fuensanta, que en La historia del periodismo político compara la empresa de Almansa con la de Butter en Inglaterra en 1662 y la de Renaudot en Francia  en 1631. Por lo que respecta a la literatura inglesa, Lennard Davies considera que la novela de los siglos XVI y XVII tiene los mismos orígenes que el periodismo.

En España, el citado Almansa y Mendoza, amigo de Quevedo y uno de los difusores y defensores de las Soledades de Góngora, realiza una labor trascendental en lo que podría denominarse “industrias de la información” en los primeros años del reinado de Felipe IV. Su obra periodística se reparte en las dos modalidades de impresos noticieros de su tiempo: la gaceta o noticia corta, con estructura epistolar, y la relación, dedicada a relatar un suceso Las informaciones del relacionero o gacetillero Almansa se caracterizan por la presentación concisa, sintética y precisa. Su práctica periodística anuncia ya los rasgos de estilo, que dos siglos más tarde atribuiría Larra al periodismo, y que son los característicos del estilo de Pecellín.

En esta dialéctica tan fructífera, tuvieron un papel capital, como he anunciado, los grandes escritores y los periódicos de finales del XIX y principios del XX. Guillermo de Torre advertía que “la tendencia a considerar ese bloque compacto que forma el libro, como único testimonio, nos ha privado generalmente de muy sabrosos complementos en las historias literarias”(Del 98 al Barroco, Madrid, Gredos, 1969, pág. 13).

Manuel Pecellín en sus artículos y en sus libros expone  una denuncia y una respuesta , como diría Lucien Golmann al olvido que España ha tenido y tiene de Extremadura y la poca o nula dedicación de los profesores a las producciones científicas y literarias extremeñas. Pecellín no se limita solo a la riqueza cultural de nuestra región, sino también a las de otras regiones con las  que establece un diálogo, una comunicación y una solidaridad. Pecellín defiende un concepto de identidad, que implica y explica el de otredad

Para Pecellín, igual que para don Antonio Machado y Fernando Pessoa, el yo es un escenario por el que transitan numerosos yoes. Madame de Staël también plantea en estos términos los conceptos de identidad y de alteridad: “conocer el uno es de alguna manera una vía de acercarse al otro, repensarlo desde otra perspectiva”. Y lo mismo ocurre con Jean-Paul Sartre, que encuentra en Husserl una de las fuerzas rectoras de su obra (“toda conciencia es conciencia de algo”) y retoma de la filosofía de Heidegger su concepción del otro.  El aparente pesimismo trágico lo supera Sartre recurriendo a la existencia del otro, partiendo del solipsismo clásico y oponiéndole al mismo las actitudes de Hegel, de Husserl y de Heidegger.

La influencia de Sartre, además de la de Husserl, Heidegger, la Biblia y el Talmud parece clara en las obras de Emmanuel Levinas Totalidad e infinito El humanismo del otro hombre donde expresa: “Yo no existo como sujeto más que en virtud de otro que vela por mí y por el cual yo debo velar. Así que cada uno no es más que en la medida en que es responsable de Otro”. Esta dialéctica de la identidad/alteridad tan bien expuesta teóricamente por Levinas la encontramos representada en esta bibliografía y en los demás libros y artículos de nuestro autor. Junto a estos, sus prólogos son auténticos y valiosos tratados de teoría literaria, como son los prólogos de Cervantes a sus propias obras y el Prohemio  que el extremeño Torres Naharro antepuso a su Propalladia.

En una en la época en la que se ha perdido el concepto de significado, de centro, de vértice la Bibliografía extremeña 2025 del maestro Manuel Pecellín, tiene sentido como dirían los flamencos cabales. Si la forma y la estructura son espléndidas, el significado remite realmente al significado, como dirían Charles Kay Ogden e Ivor Armstrong Richards en su obra El significado del significado (The Meaning of Meaning, 1923).

Las obras de Pecellín siempre tienen un significado profundo, con la necesidad que tenemos de buscar sentidos y explicaciones a lo duro que es el mundo, con el “ruido y la furia” shakespeareanos, que tan bellamente noveló William Faulkner. En definitiva, la historia de la literatura, de la filosofía, de la ciencia, de la cultura, de la redefinición del hombre. Y también un alegato, un alegato contra la estulticia, contra la mediocridad, contra la estupidez, contra la falta de solidaridad, de honor, de caballerosidad, un alegato dirigido fundamentalmente a los dirigentes, a los que nos gobiernan, en el que se les dice que, como ciudadanos, no son admirables.