Malos augurios para Ucrania
Mientras se va conociendo el plan de paz del presidente norteamericano Donald Trump para acabar con la guerra de Ucrania, Rusia sigue avanzando sobre el terreno, atacando objetivos civiles y ensañandose con la estructura energética ucraniana para dejar sin luz a millones de sus ciudadanos abatidos tras años de guerra. El plan, en líneas generales, no difiere mucho de otros planteados por Trump en el pasado y se atiene a sus ideas fijas sobre la guerra que tiene el máximo líder norteamericano.
Trump pretende que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ceda el 20% del territorio ocupado -cuatro departamentos ya anexionados por Rusia: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia-, renuncie a su pretensión de integrar a Ucrania en la OTAN, reduzca su ejército, reconozca la anexión de Crimea, tanto por Kiev como por la comunidad internacional, y que el país quede en un limbo geopolítico como una país neutral y casi tutelado por Rusia. Trump, un putinista confeso, ha dado un ultimátum a Ucrania y ha aclarado a Zelenski que no tiene “cartas” con las que jugar, muy en su estilo de machacar al débil y complacer el fuerte, al agresor, en este caso el presidente ruso, Vladimir Putin.
“Ucrania puede verse en el riesgo de perder su dignidad o a un aliado clave”, ha dicho Zelenski en un comunicado lacónico y funerario. Aparte de que el plan es una suerte de rendición y capitulación de Ucrania, tampoco le garantiza la paz, la seguridad y la estabilidad al país. Trump, que ni siquiera ha contado con Ucrania ni Europa, a la que desprecia abiertamente, pretende que este acuerdo sea aceptado en apenas una semana y amenaza abiertamente a Ucrania con cortarle su cooperación militar y el envío de material de guerra. Es decir, si Zelenski no acepta el plan no habrá más armas y dejará al país indefenso, atado de pies y manos, a merced de Rusia.
¿Qué hará la Unión Europea (UE)? La situación es muy grave, Ucrania vive las horas más criticas desde que fue atacada y ocupada por Moscú. Trump, que es un absoluto ignorante de la historia, pretende repetir los mismos errores que el Reino Unido y Francia en 1938, cuando a merced de los tristemente conocidos Acuerdos de Munich ambos países entregaron en bandeja los Sudetes checos a Hitler para apaciguar sus ansias imperialistas con respecto a Europa. Pero, como dijo el genial Winston Churchill muy oportunamente dirigiéndose a el primer ministro británico, Chamberlain, "se te dio a elegir entre la guerra y la deshonra. Elegiste la deshonra, y tendrás la guerra”. Así fue; después de la ignominiosa entrega de los Sudetes, Hitler ocuparía toda Checoslovaquia y el uno de septiembre de 1939 le tocaría el turno a Polonia. Había comenzado la Segunda Guerra Mundial que dejaría el camino sesenta millones de muertos y una Europa devastada y hundida. ¿Estamos ad portas de repetir los mismos errores?
¿Estará la UE dispuesta a llegar hasta el final en la defensa de Ucrania?
Ahora estamos en una situación parecida y esta capitulación de Ucrania en toda regla no va a garantizar a nuestro continente una paz segura y definitiva con Rusia, sino una suerte de calma chica como la que viven todos los vecinos de ese país. Georgia y Moldavia, dos países con territorios ocupados por Moscú desde hace décadas, bien los saben y desde hacen años sufren la zozobra de un ataque ruso que les acabe privando definitivamente de su precaria independencia. Si se cumple este plan de paz, que solamente mediante amenazas lo acabará aceptando Ucrania, Polonia, los países bálticos y Moldavia se convertirán en el escudo protector de la OTAN frente a una amenaza rusa a Europa, algo a qué estas alturas ya nadie descarta.
Las provocaciones rusas a Europa, bien sea mediante ataques con drones, violaciones del espacio aéreo y marítimo, envió de oleada migratorias descontroladas a sus vecinos, ataques cibernéticos e incluso violación de las fronteras internacionales, han estado al orden del día en los últimos años y la lista de países atacados abarca desde Rumania hasta el Reino Unido, pasando por Estonia, Polonia, Finlandia, Suecia y Lituania.
Finalmente, el plan de paz de Trump es ciego en materia de derechos humanos, no compensando a las víctimas y dejando a millones de ucranianos bajo dominio ruso sin ni siquiera consultarles, abandonándolos a su suerte y arrojándolos a un destino incierto bajo una tiranía terrible. Zelenski lo tendrá muy difícil ante su pueblo y ante la historia para poder aceptar las condiciones de este acuerdo que ahora pretende imponer Trump, ¿pero tiene otra salida u otro plan alternativo? ¿Estará la UE dispuesta a llegar hasta el final en la defensa de Ucrania, haciendo grandes sacrificios económicos, y desafiando a Estados Unidos? En la respuesta a estas cuestiones está la clave de cómo terminará esta guerra. Por cierto, en este acuerdo resulta un chiste imponer a Ucrania que celebre elecciones en tres meses, como si no fuera un país democrático cuando sí lo es, mientras se pasa por alto a la tiranía de Putin, una dictadura que tiene en su haber miles de violaciones de los derechos humanos, incluyendo asesinatos políticos, y dando al sátrapa de Moscú patente de corso para que siga haciendo de las suyas. Lamentable.