En corto y por derecho

Las cien flores

Una de las iniciativas más sublimes de Mao Zedong fue el movimiento de «Las cien flores»; hacía ocho años que había derrotado a Chiang Kai-shek en la segunda Guerra Civil, obligándole a refugiarse en Taiwan, y el Partido Comunista Chino gobernaba sin oposición. Corría 1958, el ‘Gran salto adelante’ estaba dando, aparentemente, unos extraordinarios resultados en la producción de acero y grano.

A Mao le pareció el momento oportuno para que hablara el pueblo, desde los campesinos a los intelectuales tendrían la oportunidad de expresar sus opiniones en libertad, sin temor a represalia alguna. El Gran Timonel pretendía que sus ideas no fueran aceptadas por imposición o por miedo, sino que surgieran como flores de gran belleza en la mente del pueblo, solo así se alcanzaría el objetivo de paz y democracia que anhelaba para 600 millones de chinos.

Tan sólo seis semanas después de que se iniciara el movimiento, Mao se dio cuenta que el pueblo se centraba en la crítica de los errores más insignificantes del Partido, en vez de exaltar espontáneamente la ideología del líder. Aún así, animó al pueblo para que continuara en el empeño pero dos semanas después decidió poner fin al experimento de ‘Las cien flores’ y castigar a los desviacionistas, a los oportunistas de derechas y a los faccionalistas. Cumplió su palabra y aplicó las oportunas correcciones con ‘clemencia’, apenas fueron ejecutadas o enviadas a campos de reeducación, una forma más lenta de morir, medio millón de personas

Mientras tanto ‘El gran salto adelante’ había conseguido en 1958 unas cifras record en producción de acero y grano, lo que hacía más incomprensibles todavía las críticas recibidas. Una revisión de los datos en 1959 descubrió que las cifras oficiales estaban infladas y que el acero fundido era de tan baja calidad que resultaba inutilizable. Mao hizo una autocrítica, reconociendo que había sobrevalorado la fuerza de la política frente a la realidad y las dificultades técnicas. No obstante, siguió persistiendo en el error y no cejó hasta que la gran hambruna hizo su aparición. Los campesinos, habían sido crédulos con las cifras oficiales y las declaraciones de Mao de que sobraría comida, durante unos meses se dieron un gran festín para consolarse de pasadas privaciones, consumiendo todas las reservas.