Jesús, el buen Pastor
En Juan 10:11 se lee “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas y las mías me conocen”.
El 28 de Julio, muy temprano en la mañana, Venezuela salió en una suerte de rebaño de fe a votar por un cambio y en contra de la dictadura oprobiosa que durante 25 años ha empobrecido y destrozado nuestro territorio. Esa dictadura que empobreció a la población, destruyó nuestras estructuras petroleras y mineras, la vialidad, la salud, la educación y que ha utilizado el enorme caudal de nuestro erario público para enriquecer a una cúpula ya de todos conocida.
Regularmente en política el término rebaño se usa para desprestigiar a un grupo y decir que siguen a alguien sin pensamiento propio, pero esta vez fue distinta. La grey venezolana siguió a sus líderes, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia como única posibilidad de salvación y para ello se organizaron en más de 20 mil mesas que se instalaron a lo largo y ancho de nuestro país.
Jesús, en medio de esta organización, quedó como testigo de mesa en el estado Anzoátegui. Su trabajo, como el de más de 45 mil testigos, era verificar el proceso, fiscalizarlo y al cerrar las mesas contar los votos, recibir la copia del acta que avalaba la votación y firmar en señal de aprobación. Jesús además salió orgullosamente a leer el resultado de su mesa, donde Edmundo González Urrutia gana con cerca del 80% de los sufragios, al igual como sucedió en toda Venezuela. Después de la celebración, corta debido al robo de parte del CNE y su presidente Elvis Amoroso de nuestros sufragios, Jesús, al igual que cientos de testigos de mesa, fueron perseguidos por la policía política venezolana con el sentido de torcer la voluntad, forjando actas y buscando que esos testigos las firmaran.
Jesús fue torturado, golpeado y además se les negó a sus familiares el acceso a su centro de detención. Jesús tenía una enfermedad terminal y requería tratamiento y jamás se le dio la posibilidad de ser tratado mientras la tortura sistemática de los esbirros de Maduro, buscaba una firma en un acta forjada. Jesús aguantó y puso su vida a nombre de su país.
Cuando las lesiones, y úlceras en la piel de Jesús se hicieron tan evidentes que era imposible obviarlas, lo llevaron a un centro de Salud, lo dejaron tirado en una cama, pero a pesar de ello Jesús Manuel Martínez murió por falta de atención médica, de torturas, de desidia. Pero por sobre todas las cosas, Jesús murió por todos los que queremos un mejor país.
Jesús murió por nosotros. Los venezolanos de buena fe que queremos un mejor país.
En Tesalonicenses 1 4:14 se lee “Porque si creemos que Dios murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”.
Jesús Manuel Martínez, oriental y venezolano, duerme el sueño eterno en el olimpo de los Guerreros por la libertad y su recuerdo estará presente en el corazón de todos los venezolanos cuando muy pronto celebremos en familia nuestra libertad.
Descanso en gloria, Jesús.