Letras y colores

Javier Marías, poeta madrileño

Javier Marías, fallecido a los 70 años, fue un escritor culto y anglófilo, autor de novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos. Nació en Madrid el 20 de septiembre de 1951. Miembro de número de la Real Academia Española desde 2008 hasta su fallecimiento en 2022, ocupó el sillón «R». Fue el cuarto de los cinco hijos del filósofo Julián Marías y de la escritora Dolores Franco Manera, y hermano del historiador del arte Fernando Marías Franco y del crítico de cine y economista Miguel Marías. Además, era sobrino del cineasta Jesús Franco y primo del también cineasta Ricardo Franco.

La obra de Marías, con frecuencia marcada por elementos autobiográficos, indaga en la naturaleza de la verdad y la violencia, y conecta con el lector a través de una profunda exploración de la condición humana, la memoria y el lenguaje. Como lectora habitual de sus libros, siempre me ha llamado la atención la construcción de sus personajes, a menudo envueltos en atmósferas de misterio y reflexión. Estos protagonistas se enfrentan a dilemas morales y existenciales universales, y nos invitan a cuestionar no solo la realidad, sino también la forma en que construimos nuestras propias historias.

Entre sus títulos más destacados se encuentran Tu rostro mañana, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí. Me detendré brevemente en Tu rostro mañana, que, aunque fue publicada hace años, sigue ofreciendo una mirada especialmente lúcida sobre el presente, en particular sobre la percepción de la verdad y la dificultad de conocer el futuro.

La novela gira en torno a la idea de predecir lo que vendrá, de enfrentarse a la imposibilidad de saberlo con certeza, y de cómo esa incertidumbre condiciona nuestras decisiones y vínculos con los demás. En un contexto como el actual, en el que la información circula a gran velocidad, muchas veces sin verificación ni matices, la lectura de Marías se vuelve especialmente pertinente. El personaje de Eduardo, capaz de "ver" el futuro de quienes le rodean, actúa como una metáfora de nuestra forma de interpretar las señales, las tendencias y los pronósticos —sean políticos, económicos o personales— que pueblan nuestra vida cotidiana.

Aplicar hoy la lectura de Tu rostro mañana implica comprender que nuestras percepciones del porvenir son, en buena medida, construcciones propias. La novela nos invita a no aceptar sin más las “verdades” o “mentiras” que se nos ofrecen, a examinar las intenciones que hay detrás de cada predicción y a reconocer cómo nuestras expectativas condicionan lo que creemos que va a suceder. En un mundo saturado de análisis y profecías, Marías nos propone mantener una mirada crítica, atenta a los detalles, y aceptar la ambigüedad como parte esencial de la experiencia humana. No se trata de caer en el escepticismo paralizante, sino de vivir el presente con la conciencia de que el mañana nunca está del todo escrito, en ningún rincón del planeta.