Los hermanitos Bibas, dos angelitos que denuncian el mal
LA MIRADA DE ULISAS, demasiadas veces despepita sus ojos sin poder parpadear ante los hechos que cruzan su vista. Bien abiertos y en lágrimas quedan. Ver que regresan los cuerpos inertes de los niños Ariel y Kafir Bibas, el par de pelirrojos de meses y de cuatro años en el momento del secuestro, personitas que nada tuvieron que ver con un conflicto armado, parte el alma de toda una nación. Israel entera se halla de duelo con estos asesinatos atroces. Infantes indefensos fueron tomados como rehenes aquel fatídico 7 de octubre por primitivos terroristas sin límite en la maldad. Su madre, Shiri, los cargaba en brazos y fue llevada al infierno de los maltratos donde los tres hallaron la muerte en condiciones difíciles de describir. El padre recientemente liberado corrió con una suerte similar, aunque ya en casa debe enfrentarse a la desconsolada realidad de que nunca más podrá acariciar a sus hijos ni a su mujer. La cara de espanto de la madre en el momento del arrebato de su libertad lo dijo todo en una imagen que nos persigue y atormenta. Los despojos arribaron a Israel luego de una negociación que desvela y aterra, fuera de todo contexto. Se liberan cientos de terroristas condenados por tener sangre en sus manos y ser verdugos declarados a cambio del rescate de cadáveres.
Lo que no comprenden ciertas personas o no quieren darse por enteradas del alto significado que para el judío este intercambio contiene. Por supuesto de lógico y justo no tiene el menor sesgo. Si embargo, resulta valioso para el pueblo judío que en todo tiempo honra la vida y la muerte. Considera que toda persona precisa de un entierro digno y por lo tanto es necesario devolver a su gente a la tierra, al resaltar que polvo somos y al polvo volvemos. Este intercambio, si que se le puede apelar así, es de los exabruptos que se ven sin censura alguna por parte de ciertas instituciones oficiales y aún de países, que no quieren discernir lo que implica este asunto para una civilización que ha alcanzado la figura de un porvenir con valores defendidos por las democracias, que preservan los principios de igualdad, fraternidad y libertad. Va allende de toda concepción de lo humano lo vivido el 7 de octubre, aquella mañana de horror y de infinita tristeza que lacera el alma y crea lamentos. Una aberración que permanece en los corazones de los individuos sensatos con la idea clara de lo que encarna la barbarie. Crueldad que debería ser punible y erradicada en pleno siglo XXI cuando se han renovado los criterios sobre las implicaciones de una guerra. Torturar y hacer sufrir es de un salvajismo que no tiene perdón porque representa un símbolo de ferocidad que debe ser condenado a nivel mundial y captado como algo demencial, rechazado por personas sanas y amantes del humanismo y del progreso. Dicha bestialidad crea el espanto al que le caben todos los sinónimos. Muestra una realidad que traduce el odio, vil sentimiento sin razón de ser y menos de hacerse presente en gente buena, que de una manera u otra debe conocer de cerca estos atropellos que Hamás ha cometido Y seguirá propiciando debido a sus hábitos de odiar todo lo que no se parezca a su ideología. Doctrina ajena a los ideales que la Humanidad reclama o pide para el buen entendimiento de todos los hermanos que somos, representados en ese Uno universal que forma la raza humana, sin distingo de credos ni de rechazo a la diversidad como tal. Argentina se suma a este duelo ya que la familia Bibas es oriunda del país del sur.
El atisbo de Ulisas piensa que todos los países deberían copiar esta actitud para respaldar a una nación como es Israel, víctima de un segundo holocausto con los desastres y violaciones que Hamás le propició, alimentando los anhelos de borrar a Israel del mapa Y además de liquidar a cuanto judío exista, ya que en nombre de un dios se da a la execrable tarea de matar a sangre fría y por la espalda a seres indefensos por el mero hecho de haber abrazado las Tablas de la ley, donde se exaltan los principios de una convivencia plural y respetuosa con los demás. ¿Qué dios y en cuál lógica se permiten actos tan abyectos? Sólo el diablo se hace presente en cuadros tan aberrantes y enfermizos. Secuestrar a niños de pañal es una infamia de intenso dolor e incomprensión. Será que el mundo va a despertar con el color fuego del pelo de estos inocentes que entregaron su existencia con el fin de concientizar al mundo sobre un futuro negro, si no se ataja el terrorismo antes de que sea demasiado tarde. Ya Europa padece las consecuencias que saltan a la vista con tanto problema de inmigración y de terrorismo debido a la presencia de otra civilización, empeñada en desplazar a la occidental y dejar el mundo sembrado en el terror. El vislumbrado panorama se hace a un horizonte pavoroso e inquietante. Una alarma se escucha en la voz de este par de angelitos con el sonido de un basta ya de tanta ignominia. Denuncian el mal que arrastra los valores de la vida y de las personas cabales para dejar nuestra amada Tierra en la vehemencia de abrir bien los ojos y escuchar nuestros corazones. Lloran el cruce de caminos de dos civilizaciones que se verifican antagónicas y con el tinte de la sombra y de la luz en cada manera de obrar. Sin duda alguna, la luz triunfará y les dará la estocada final a las sombras que pretenden arrasar al bien común. Se alzan las voces para impedir que tal debacle suceda…
¡Viva la democracia! Bien que mal permite una vida más justa y menos fiera que la impuesta por las dictaduras con tentáculos absolutistas donde el terror hace su nido. Ya se avecina otro problema sobre las mentiras y engaños, que sacan a relucir quienes son esos monstruos ocultos bajo caretas infernales: el cuerpo de la madre no es el de Shiri Bibas. ¡Cómo nos queda el ojo!