Habitación con derecho a cocina
De los muchos problemas a los que se enfrentan los españoles, el más grave es , sin duda.. el de la vivienda o, por ser más exacto, el de la falta de vivienda. La demanda ha crecido espectacularmente en los últimos años, y la oferta es manifiestamente insuficiente, entre otras cosas porque se ha construido muy poco. Una Ministra del gobierno socialista, de cuyo nombre no quiero acordarme, habló de “ soluciones habitacionales” que consistían en reducir el tamaño de los pisos, y que ahora, sobre todo en las grandes ciudades, han llegado a alquilar no pisos, sino habitaciones, aunque en un alarde de generosidad permiten que se pueda utilizar la cocina, y supongo que el inodoro.
Esto de habitaciones con derecho a cocina me hace recordar los viejos tiempos de la posguerra, cuando se hablaba de regiones devastadas por la contienda, había un traslado de personas del campo a la ciudad, y tenían que alojarse en pisos de familiares, o aceptar vivir de alquiler en una habitación. Las dificultades de muchas viudas y huérfanos que habían perdido a sus seres queridos les obligaban, también, a alquilar habitaciones en sus pisos. Recuerdo a un amigo que se había quedado huérfano de guerra, y vivía con una tía que había perdido a su marido en la contienda, y se veía obligada a alquilar habitaciones para completar unos ingresos insuficientes con una pequeña pensión de viudedad. Me contó mi amigo que su tía tenía alquilada una habitación a una extraña pareja, él mayor y ella joven, tan joven que era menor de edad. Se había producido una especie de rapto consentido, y estaban huidos hasta que se solucionara su situación.
Volvamos a la realidad actual. Los jóvenes que han terminado sus estudios universitarios o de formación profesional, y que han conseguido su primer empleo, ven que sus deseos de emancipación se han convertido en imposibles. Para alquilar un piso, de pequeñas dimensiones le piden una cifra que representa el setenta u ochenta por ciento de sus ingresos. En algunos casos se ponen de acuerdo tres o cuatro jóvenes para poder pagar el alquiler. Es una extraña forma de emancipación. Si se pretende comprar un piso, las hipotecas permiten ir pagando a muchos años vista, con una inversión que está rindiendo sus frutos. El problema estriba fundamentalmente en que hay que comenzar pagando una cantidad de entrada que ellos no tienen.
La solución, en teoría, es sencilla. Hay que construir más y con precios asequibles, y eso no puede conseguirse si un porcentaje importante de esos pisos son de protección oficial. Pero una nueva construcción requiere tiempo, no de meses, sino años. El gobierno, en sus siete años al frente del país, ha construido una cantidad ridícula de viviendas. Y ha presentado una nueva Ley de vivienda que está llena de buenas intenciones, y que no acaba de conseguir pasar de la teoría a la práctica.
Mientras tanto, los justamente denominados fondos buitre, en manos de extranjeros, adquieren bloques de viviendas, que cuando van venciendo los contratos, pretenden subir los alquileres un cien, doscientos, y hasta trescientos por ciento del precio actual,
Esto me hace recordar lo que oí, hace muchos años, a ese gran arquitecto que fue Miguel Fisac, con palabras que siguen siendo de actualidad: “ La vivienda puede ser un negocio, pero nunca un cochino negocio”.