No, no… ¿pero si fuera que sí?
Miren, les voy a hacer algunas reflexiones que me queman por dentro y a las que no encuentro mucha lógica o, para ser exacto, ninguna. Aunque, por ser sábado y no ensombrecer su fin de semana, me limitaré a tres, más una propina, claramente diferenciables entre sí.
En primer lugar algo relativo a la estrella mediática del momento, Sánchez.
Mi opinión es que viendo el perfil, nivel y carisma del personaje, estoy totalmente convencido que este hombre —por más que su ambición y ego sean descomedidos—, no es más que una marioneta que alguien, muy poderoso, mueve a conveniencia y provecho.
Y lo de poderoso tanto puede ser un país, un colectivo, un poder oculto o algo por el estilo. Me explicaré, para intentar esclarecer la razón de tan disparatado —aparentemente— comentario.
Observando detenidamente y repasando el currículo y experiencias previas al cargo que hoy detenta, se evidencia que tiempo atrás no era más que un tipo del montón, grande de tamaño pero con muy escasa brillantez. Uno más de la escuela de Pepiño —otro asunto que debería investigarse, porque huele a grupo raro, clan oscuro y poder subrepticio—, pero lo cierto es que ni Hernando, ni el Oscar este que han llevado al matadero de la autonomía de Madrid, ni él mismo, ninguno de esos tres mosqueteros ha inventado la pólvora. De hecho, Sánchez fue casi 8 años concejal del Ayuntamiento de Madrid sin que en ese tiempo —que no es poco— se le hubieran descubierto capacidades que presagiaran futuros descollantes o asimilables al puesto que hoy detenta.
Es más, fue tan burdo y poco hábil en su primera intentona de engañar al propio partido, que tuvieron que sacarlo a puntapiés porque chapuceramente hizo trampas metiendo papeletas en una urna escondida detrás de unas cortinas y en una votación que no había sido convocada. Conclusión, un inepto falsario de tomo y lomo.
Poco después y apoyándose exclusivamente en el selecto grupo del Peugeot 407, —formando la cuadrilla de la muerte, que diría el Sabina «ese que canta», con Koldo al volante, Abalos a los teclados y Santos Cerdán en los timbales—, no resulta creíble que con semejante troupe de auténtica comedia pudiera desbancar a los poderosos barones del PSOE. Los partidos son entes cerrados donde cambiar una sola coma en un congreso cuesta Dios y ayuda y, mucho más, hacerse con las riendas del mismo frente al complejo entramado de poderes e intereses orgánicos existentes.
Luego, digo y concluyo: el tipo tiene altura —que no talla—, pero ni talento, ni inteligencia ni capacidad para domeñar tanto y a tantos y, de tal suerte, ganar un Congreso para ser elegido Secretario General. Luego, pienso que algo o alguien movió los hilos para, primero, colocarle donde está y después, desencadenar la debacle y desgobierno en que ha sumido a todo un país.
Y ya, para cuadrar esa especie de círculo diabólico respecto a una trama orquestada con detalle y minuciosidad para dinamitar España, está el hecho de que ha sido nombrado, recientemente, Presidente de la Internacional Socialista. Dinero y maletas de Delcy aparte, muchas sombras se ciernen sobre el personaje, su génesis, y más, el desenlace que esto vaya a tener.
Un segundo ejemplo, Chávez y Maduro: Ambos, aunque diferentes en muchas cosas, asimilables en que son peones del mismo tablero de ajedrez, cumplen análogos objetivos y donde las cabezas pensantes de esa infernal partida son otras y alejadas de la patria de Simón Bolívar.
Los dos, eso sí, se asemejan en su parva inteligencia, enorme ambición —factor común en todos los dictadores— y ser plenamente incapaces para mover toda la política latinoamericana de la forma que lo han hecho.
Hugo Rafael Chávez Frías fue toda su vida un militar con escaso brillo que alcanzó tan solo el grado de teniente coronel y que, primero, provocó una asonada militar contra Carlos Andrés Pérez en la que, como torpe y cobardón que era, fracasó estrepitosamente para después, y tras un indulto totalmente injustificado, ganar las elecciones en su país.
¡Golpe de estado, indulto sorprendente y posterior victoria electoral! Raro, muy raro…, habría que desenmarañar ese complejo ovillo nunca suficientemente analizado.
¿Y creen posible que aquel tipo gordito de Barinas, chistoso y de belfo prominente, solo con palabrería de barato charlatán haya sido capaz de montar todo el tinglado bolivariano que hoy sacude el continente americano?. ¿Cómo puede ser que con tan poco se llegue a tanto? Porque no estamos hablando de un ideólogo, un intelectual o un político, como fueron Marx, Engels, Lenin o Trotsky y organizar la revolución bolchevique de 1917.
Se trataba de un militarote golpista, con la escasa cultura que evidenciaba en sus interminables alocuciones dominicales “Aló Presidente” y desde donde televisivamente gobernaba, nombraba ministros, cesaba a otros, reñía, adoctrinaba, bendecía y saludaba regocijante como si fuera un vulgar —y grosero por momentos—, showman, con ribetes de pastor evangélico de la televisión local.
Fue esta una de las razones por las que la oposición venezolana no le dio demasiada importancia al personaje. Era imposible imaginar que semejante esperpento —burdo y zafio «a paladas»— fuera a trocar el mapa geoestratégico de Venezuela, primero, de Latinoamérica después, y hasta de medio mundo, con aquellas mamarrachadas y estupideces que mostraba tan pública e impúdicamente. Pero sin embargo lo hizo…., o le teledirigieron para hacerlo.
¿Y Maduro? Pues peor aún, Nicolás Maduro Moros, elegido sucesor de Chávez, no fue otra cosa que un conductor del metro de Caracas durante toda su vida. Más tarde se unió a la deriva revolucionaria de «su comandante» y, a partir de ese momento y por ser un buen mandado, ahí lo tenemos por el tiempo que quieran los que le han colocado en la Presidencia de la República. Parece ser que hay documentación fidedigna que acredita que el fallecimiento de Chávez se produjo, realmente en La Habana, un mes antes de la fecha que oficialmente se difundió. Por lo visto fue el tiempo necesario para que el gobierno cubano, o quien moviera las cuerdas de aquel guiñol bolivariano, preparase el desembarco de Maduro para que fuera aceptado por el pueblo venezolano o, mejor dicho, por los adeptos a la revolución y las conexiones e intereses estratégicos que sustentaban el poder, divididos entonces entre un buen y dócil Nicolás Maduro y un militar con peso, jerarquía y listo, como Diosdado Cabello.
Un tercer ejemplo, Cataluña: ni Puigdemont, ni Comín —ese que anda por ahí de la mano de Errejón y Monedero con temas de abusos—, ni la condenada judicialmente Laura Borrás, ni el Boye —que, aunque va de jurista, ni sabe redactar su propia ley para que le exonere de cargos penales a él y a su jefe—, ni el repeinado Rufian, ni ninguno de los restantes comparsas del mismo circo, tiene «media torta» —que diría gráficamente un castizo— para estructurar el lío que organizaron con al golpe de estado, la votación en las escuelas con escudos humanos, vender con éxito un relato totalmente divergente al acontecido, montar el Tsunami Democratic, los comités para la defensa de la república (CDR), la invasión del Prat, las urnas inencontrables, ni la deriva internacional que el «procés» está teniendo. Aunque bueno, aquí me consta que contaron con la suerte de su lado, materializada en la estulticia y vagancia inmensa de Mariano al que se unió la incompetencia, no escasa tampoco, de su vicepresidenta, Soraya.
Además de lo descrito, parece está contrastado —por más que haya causas judiciales abiertas y cerradas—, que agentes del KGB soviético se movieron por la Generalitat en fechas previas al ilegal referéndum y hasta se ha dicho que Putin llegó a ofrecer diez mil soldados a Puigdemont para defender el golpe de estado.
Esta cuestión, siendo así, empezaría a poner un poco de orden lógico y cierta coherencia en todo el entramado, complejísimo y contundente, de lo que está siendo el proceso soberanista y la cada vez más cercana desmembración del Estado español.
Conclusión y epílogo:
Luego, si ni Sánchez —más allá de ansias y vanidades personales—, ni los bolivarianos Chávez y Maduro con su socialismo del siglo XXI, ni los catalanistas con sus demandas, presiones y chantajes, tienen una micra de cerebro para organizar todo el berenjenal que han preparado, solo puedo inferir que todos ellos —hay más, pero les propuse solo tres ejemplos— no son otra cosa que tentáculos o peones de un enorme poder en la sombra. Un poder sutil, inteligente, organizado y con muchísimos medios, capaz de mover países, gobiernos y manejar voluntades.
Y tal como lo anuncie, aquí viene la propina: Trump.
Sí ya su nombre al pronunciarse suena a golpetazo, sirva como una especie de premonición de lo que llegaría con él.
Sorprendentemente es amigo de Putin —como los comunistas de Podemos—; dinamita sin justificación alguna sus vínculos con los socios europeos —también para satisfacción de los comunistas de Podemos—; medio se ha cargado la OTAN —aún más gozo y algarabía en los comunistas de Podemos— y, despreciando a Europa y a Zelenski, pretende entregar Ucrania al gran zar de todas las Rusias y experto en polonio, Vladímir Putin —también para gozo y felicidad lúbrica de los comunistas de Podemos y los de toda la faz de la tierra—.
Entonces, habría que preguntarse ¿quién es realmente Trump y qué intereses defiende?
Ya, ya sé que esta teoría es un tanto conspiranoica, pero.. ¿y si pareciendo que no, fuera que sí?.
¿Eh…?