Un fantasma recorre Europa
«Un fantasma Europa: el fantasma del comunismo», escribieron hace más de ciento cincuenta años los filósofos Carlos Marx y Federico Engels en su Manifiesto Comunista acerca de los cambios sociales y políticos que se estaban produciendo en el continente europeo. Ahora, cuando han pasado muchos años de ese siglo turbulento y agitado, otro fantasma recorre Europa, eso sí en forma de partidos políticos en auge: la extrema derecha.
Leo las últimas encuestas del Reino Unido, Alemania, Francia, Austria y Hungría y en todas ellas el común denominador es que las formaciones de extrema derecha las encabezan. El partido de Nigel Farage, Reform UK, barrería en el Reino Unido con rotundidad y contundencia de celebrarse las elecciones generales ahora mismo, dejando en la marginalidad política a los conservadores y a los desacreditados laboristas ahora en el Ejecutivo de ese país, cada vez más a la baja debido a sus erráticas políticas con respecto a la inmigración ilegal, el manejo de la seguridad en las calles británicas, la inflación galopante y el constatado declive económico de la nación tras la introducción del Brexit.
En Alemania ocurre un tanto de lo mismo y la Alternativa para Alemania (AfD) lidera casi todas las encuestas o está muy cerca porcentualmente del partido gobernante de centro derecha, el CDU/CSU, a gran distancia de los socialdemócratas que están a punto de ser superados en votos por los verdes y la izquierda, Die Linke, y creciendo en intención de voto. Francia, que padece una crisis casi crónica desde hace años y no lograr conformar una mayoría de gobierno sólida y estable, está en la misma tónica que británicos y alemanes y el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, lidera todas las encuestas, aunque en este caso habría que matizar las mismas porque en Francia para la elecciones de representantes en el legislativo cuenta con segunda vuelta y, por lo general, casi todas las fuerzas se unen contra esta formación para evitar que consiga la mayoría absoluta en el parlamento.
Austria también es otro ejemplo parecido a los descritos anteriormente, pero en este caso la distancia entre la formación ultra, el Partido de la Libertad, FPO, es abismal con respecto a la derecha tradicional, el Partido Popular Austriaco, OVP, y los socialdemócratas, el SPO. Últimos sondeos le otorgan al Partido de la Libertad hasta más del doble de votos (38%) que a los socialdemócratas (17%) y a gran distancia de la derecha popular (20%), creciendo solo en este escenario los verdes y un nuevo partido de corte liberal, NEOS.
En Hungría, el gobernante FIDESZ, aliado del español VOX en la escena internacional, baja en intención de voto y de celebrarse elecciones ahora mismo lo tendría muy difícil para conservar su actual mayoría absoluta, pero una escisión también de derechas, el Partido del Respeto y la Libertad, Tisza, ocuparía su espacio, con un 53% en intención de voto en un reciente sondeo, y desbancaría por primera vez en muchos años al partido del actual primer ministro, Viktor Orbán.
Las dos notas en común en todas las naciones europeas
Si hay algo común en todos estos países y en otros casos que no hemos analizado en esta breve panorámica europea, es que los partidos socialistas y socialdemócratas se están convirtiendo en fuerzas irrelevantes en casi todos los casos -excepto en el Reino Unido que pese a la bajada en votos sigue siendo la segunda fuerza- y que han desaparecido totalmente en Europa del Este. Estos partidos fueron parte del orden político europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, y hasta tiempos recientes, alternándose en el poder con los demócratas cristianos y los populares europeos, pero paulatinamente han ido perdiendo el polo a tierra, han sido consumidos por la corrupción -casos de los partidos socialistas de Grecia e Italia como los más paradigmáticos- o simplemente no supieron conectar con las nuevas generaciones.
Como segunda nota en común en todos estos casos está el viraje del voto joven hacia la extrema derecha. Este aspecto es absolutamente relevante en estos momentos porque los votantes europeos entre los 18 y 45 años, tal como señalan las encuestas, han evolucionado con fuerza desde los partidos tradicionales hacia la extrema derecha y esa tendencia es clave a la hora de explicar el auge de estos partidos en Europa. En ese tramo de edad, por ejemplo, en Alemania tanto la extrema derecha (21%) como la extrema izquierda (25%) son las fuerzas más votadas por delante de los partidos tradicionales. De la misma forma, en Francia, y esto ya no son encuestas, el 30% de los jóvenes entre los 18 y 30 años votó en las últimas elecciones presidenciales, celebradas en 2022, por la candidata de la extrema derecha, Marine Le Pen. El fantasma que recorre Europa es joven, anticomunista y presa de un malestar que no han sabido percibir e interpretar los partidos tradicionales.