Elecciones en la República Checa: avanza el euroescepticismo
Los resultados de las elecciones checas celebradas el pasado fin de semana han arrojado un resultado claro, rotundo y contundente: los euroescépticos han ganado las elecciones y formarán gobierno, mientras los prorrusos y xenófobos del SPD se convierten en el quinto partido más votado. Esta formación, claramente cercana a los intereses de Moscú, está liderada por el extremista checo-japonés Tomio Okamura y ha obtenido el 7,8 % de los votos y 15 escaños, cuya importancia serán vitales para formar gobierno al no haber obtenido ningún partido la mayoría absoluta del Legislativo.
La formación Acción de Ciudadanos Descontentos (ANO), del populista Andrej Babis, ganó con claridad las elecciones legislativas en la República Checa, con un 34,7 % de los votos, por delante de la gobernante coalición 'Spolu' (Juntos) del primer ministro, Petr Fiala, con algo más del 23,3 %. El 34,7 % alcanzado en estas elecciones es el mejor resultado de Babis y de ANO desde su primera participación electoral en 2013. Babis, que ejerció como presidente de gobierno en el pasado (2017-2021), es uno de los hombres más ricos del país y a su paso por el ejecutivo tuvo conflictos de intereses entre sus empresas y los asuntos públicos, incluso se vio envuelto en algún escándalo de corrupción nunca aclarado.
Por lo pronto, ya ha anunciado que intentará gobernar con los partidos más derechistas presentes en el parlamento, como el SPD, el Partido de los Motoristas, con 13 escaños sobre los 200 que tiene el legislativo checo, y la formación Pirata, que tienen 18 escaños, aunque esta última se muestra algo reticente a gobernar con Babis. Con el apoyo de estos partidos, Babis conseguiría una mayoría holgada para gobernar y formar un gobierno estable. Como dato curioso, hay que reseñar que la coalición de izquierda Stačilo!, que incluye al Partido Comunista y los socialdemócratas, no logró superar el umbral del 5 % y queda fuera del Parlamento, tal como ha sucedido con todos los partidos comunistas de la la Europa del Este que antaño estuvieron bajo el dominio de dichas formaciones.
Es más que seguro que Babis imprima un giro prorruso a su política exterior, disminuyendo las ayudas a Ucrania, como ya ha anunciado durante la campaña electoral, e incluso recorte sus gastos en Seguridad y Defensa, en contra del criterio de la OTAN que ha acordado incrementar el presupuesto en dichas áreas. Precisamente, esta victoria de Babis coincide con un aumento de la tensión con Rusia, debido sobre todo a sus esporádicas incursiones con drones en Polonia, Rumania y los países bálticos, y con una escalada brutal en los bombardeos contra objetivos civiles en Ucrania.
El eje euroescéptico
Ahora, junto con Eslovaquia y Hungría, la República Checa refuerza el bando euroescéptico, prorruso y partidario de alcanzar acuerdos con. Moscú, aunque ello signifique sacrificar a Ucrania, que tendría que aceptar las duras condiciones que quiere imponer Rusia para lograr la paz, y a Moldavia, permanentemente amenazada por los rusos y que sufre la ocupación de una parte de su territorio -Transnistria, concretamente- desde 1991. Estoy más que seguro que al ver estos resultados, el autócrata ruso, Vladimir Putin, se ha frotado las manos en señal de satisfacción.
La victoria de Babis, que habrá causado lógica preocupación en Bruselas y en el seno de la OTAN, no es una buena noticia para los europeístas y la Unión Europea (UE), ni tampoco para Ucrania, que va reduciendo sus apoyos en el continente y en la otra orilla del Atlántico, donde Trump pretende lograr un acuerdo a toda costa con Putin a cambio de que Kiev haga concesiones territoriales a los atacantes rusos. En este contexto tan inestable y poco favorable al bando europeísta, se constata el avance de la extrema derecha en todo el continente, la marginalidad de la izquierda en todos los países de Europa del Este y se ahonda la fractura política en el seno de la UE entre los que defienden una política más activa en defensa de Ucrania y aquellos que abogan por disminuir la ayuda a este país,
El caso más extremo es el del primer ministro de Hungría, Viktor Obán, que ha calificado a Ucrania de un “Estado mafioso”; bloquea todas las ayudas de la UE a Ucrania sistemáticamente en todas las cumbres de esta organización; y ha llegado incluso a cuestionar la integridad territorial de esta nación, asegurando que ya «no es un país soberano». Orbán, que nunca ha ocultado sus simpatías por Putin, es una suerte de quinta columna de Moscú en la UE. Corren tiempos críticos para Europa.