En corto y por derecho

El Doctor Pittaluga

Desde la ventana de mi despacho en el Instituto de Salud Carlos III estuve viendo durante una buena temporada la entrada del ‘Aula Magna Pittaluga’, llamada así en honor del doctor Pittaluga que fue el primer director de la Escuela Nacional de Sanidad la cual acaba de cumplir 100 años. La celebración ha sido ciertamente discreta pero por fortuna la Editorial Renacimiento ha tenido la excelente idea de publicar el libro ‘Gustavo Pittaluga. Diálogos 1944-1956’, lo que ha permitido que se conozca mejor la biografía de este notable personaje.

Nacido en Florencia en 1876 se estableció en Madrid de la mano de Ramón y Cajal que lo contrató para su Instituto de Higiene en 1903, donde comenzó a desarrollar su carrera como notable salubrista. Su interés abarcaba más allá de la Medicina e inmediatamente se introdujo en la política de la mano de Melquiades Álvarez por cuyo partido salió diputado;  la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera hizo que apenas pudiera ejercer su cargo. Su prestigio profesional le acercó al doctor Marañón del que fue íntimo amigo, sus conocimientos de hematología le llevaron a ser médico de Alfonso XIII el cual se vio con él la noche anterior a iniciar su exilio para que le diera los últimos consejos sobre el manejo de la hemofilia familiar. Esta relación con el Rey no interfirió en su sincero republicanismo adscrito ahora al partido de Azaña. Salió diputado en las elecciones de 1936 y fue nombrado consejero en Sanidad. Sin embargo, tras el comienzo de la Guerra Civil salió de España para no volver. En diciembre del 36 Azaña le depuso de  sus cargos administrativos y en julio del 39 fue depurado de sus puestos académicos por el Gobierno de Franco.

Se refugió en París como tantos republicanos con contactos y medios económicos, pero la llegada de los alemanes le llevó a emigrar a Cuba donde murió en 1956 en condiciones algo precarias. El libro de Renacimiento, en edición de Miquel Osset, recrea esos años de exilio en la Habana donde coincidió con María Zambrano y pudo rehacer su vida profesional e intelectual. Hay que resaltar que su hijo, del mismo nombre, fue un músico excepcional que perteneció en los años 30 al llamado ‘Grupo de los ocho’ junto, entre otros, a los hermanos Halffter o Salvador Bacarisse. Se exilió en México donde compuso la banda sonora de diferentes películas de Luís Buñuel.