Abrir la mente y el corazón

La mayor disminución del financiamiento en la ayuda humanitaria de la historia

El reciente informe del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF) revela una realidad alarmante: entre 2023 y 2024 la financiación destinada a la ayuda humanitaria cayó un 10%, y en 2025 se registra la mayor contracción de la historia. Tras décadas de crecimiento, el presupuesto global pasó de 45.700 millones de dólares en 2023 a 41.000 millones en 2024, y las proyecciones para este año advierten recortes de hasta el 34% respecto a 2024, y del 45% frente a 2023.

Según expertos de aquí al año 2030 esto podría traducirse en la pérdida de 14 millones de vidas de niños. A esto se suma el aumento en el número global de conflictos bélicos, así como la tendencia actual a que haya momentos de tregua, cada vez más cortos, con un recrudecimiento intenso posterior.

El informe destaca que la contracción ha sido desigual. Solo cuatro de los veinte principales países donantes incrementaron sus aportaciones en más de un 5%, destacando Arabia Saudí (60%), Reino Unido (40%) y Corea del Sur (247%). En contraste, países como Alemania y Canadá redujeron sus contribuciones a casi la mitad respecto a 2022, mientras que Estados Unidos registró el mayor recorte, con 1.700 millones menos.

En España, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) neta aumentó un 11,87% en 2024 hasta situarse en 4.021,51 millones de euros, pero el financiamiento específico para la acción humanitaria descendió un 18,52% (174,17 millones). La ayuda humanitaria central del Estado cayó aún más: de 171,29 millones en 2023 a 130,31 millones en 2024 (un 23,92 %).

Esta falta de recursos obliga a las organizaciones internacionales a realizar una hiperpriorización, es decir se concentran fondos en crisis visibles, dejando fuera poblaciones con necesidades graves, pero menos mediáticas. Gaza es un ejemplo doloroso: tras el alto el fuego de octubre, más de 16.500 personas esperan evacuación sanitaria, entre ellas 4.000 niños, pero solo se han evacuado 200 pacientes. Hoy no queda ningún hospital plenamente operativo y más de 1.700 trabajadores sanitarios han muerto en dos años.

Otras consecuencias del recorte a la financiación de la ayuda humanitaria:

  • Detención de campañas preventivas contra la malaria, enfermedad que en 2023 causó cerca de 600.000 muertes.
  • Cierre de programas de VIH, tuberculosis, salud sexual y reproductiva (anticoncepción, atención prenatal, respuesta a violencia sexual). 
  • Proyección de la pérdida de 13-14 millones de vidas de niños perdidas hasta 2030 si los recortes y la erosión de capacidades continúan.

¿Qué hacer? 

Algunos cambios necesarios son diversificar la financiación, reforzar la rendición de cuentas, descolonizar la ayuda humanitaria, fortaleciendo la autogestión local. Pero nada será posible sin líderes con corazón y una ciudadanía consciente, formada y comprometida.

Cada uno de nosotros queridos lectores podemos aportar, desde nuestro lugar a generar esa conciencia social y demostrar que a la mayoría sí nos importa lo que sucede. Que las personas independientemente de la creencia, raza, orientación sexual, país de origen son valiosas. Porque cada vida humana vale, y nadie es más que otro.