Cinco sentidos

Descartado

Una palabra breve y lapidaria, escrita desde una pantalla sin rostro. Resume una realidad  que desde hace años denunciamos quienes creemos en la dignidad humana, pero que  duele de otro modo cuando deja de ser teoría y golpea la propia puerta. 

A mis 58 años, la experiencia migratoria me enfrentó a una escena inesperada: tener  que armar un currículum vitae después de haber enseñado a cientos de adolescentes  cómo hacer uno. Aquello que antes suplía la inexperiencia —fortalezas personales,  voluntariados, compromiso social— hoy parece no tener valor frente a una carencia  idiomática o una habilidad tecnológica específica, o simplemente no tener el rango  etario aceptado por una sociedad que considera que el +50 es una performance  inaceptable. 

La vida recorrida no entra en las casillas de los portales laborales. No figuran las horas  dedicadas a sacar adelante una familia, acompañar a un enfermo, sostener causas  comunitarias o apostar por el bien común. Todo eso queda fuera del radar de quien, ante  cientos de postulantes y un solo puesto, debe filtrar desde una computadora. 

Sin embargo, ante esta realidad esperada, me resulta demasiado fuerte el uso de la  palabra que a través de un frío mensaje ausente de humanidad, sólo escribe  “DESCARTADO”. 

No busco compasión, conozco bien el tema, he hablado muchas veces en mis clases y  en mis publicaciones y programas, sin embargo, esto significa para mí un movimiento  sísmico interno, toda la teoría vivida en carne propia, la vida misma de una realidad que  atraviesan cientos de millones cada día, la vejez o la juventud, el color de la piel, o el  lugar de origen, el idioma, el físico, el sexo, la discapacidad, o cualquier otra  circunstancia que cada uno de los seres humanos no ha podido elegir sino que adquirió  en su vida o en forma azarosa tiene que ver con su propia vida y su lugar de origen, sin  ninguna posibilidad de elección. 

Una espada se yergue sobre las cabezas de millones, ¿quién sostiene esas espadas y  para qué? 

Recuerdo las palabras de Gilbert Keith Chesterton “Las cosas más grandes del mundo no  tienen una finalidad práctica. No se puede justificar a un bebé en términos de utilidad”  (What`s Wrong with the World).

“Hemos dado inicio a la cultura del descarte, que incluso se promueve. Ya no se trata  simplemente de explotación y opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión se hiere en  sus mismas raíces la pertenencia a la sociedad en la que se vive.”— Evangelii Gaudium,  n.° 53 Papa Francisco. 

No deberíamos olvidar que lo aparentemente “inútil”, la familia, el niño, el enfermo, el  anciano, el pobre, el diferente, es la prueba contundente de una sociedad, que  demostrará si cree realmente en la dignidad humana, o sólo la declama con pancartas y  discursos. –