Sencillamente irresistibles

Desafiando a la muerte

El ser humano es arbitrario y contradictorio, y así, en tanto  provoca continuas guerras con acciones crueles y devastadoras, investiga a tope para alcanzar la inmortalidad.

Vivimos ahora mismo un momento en el que los científicos, desde sus laboratorios, formulas y  probetas, investigan para engañar a la muerte, para que cumplamos mil años, declarando la vejez  como “la enfermedad en su estado puro”.

Vencerla -según ellos- nos conduciría a disfrutar de una prolongadísima existencia, sin problemas, sin alzheimer, ni parkinson, ni cáncer, ni enfermedades semejantes, provocadas por ella.

Pero esta búsqueda no es nada nuevo aunque ahora vaya por ahí la moda geo-política, y aunque ya desde el Medioevo, la mitológica “Fuente de la eterna juventud” concediera, según consta en múltiples leyendas e historias de la antigüedad,  la  tan ansiada inmortalidad, a quienes tenían la suerte de beber de sus aguas o bañarse en ellas, y aunque ya el novelista y ensayista ingles Aldous Husley,  en su obra “Viejo muere el cisne”, contara de qué modo Jeremy Pordage, intelectual británico, llega a Los Ángeles, contratado por un millonario americano para descifrar unos archivos viejísimos, que describen la posibilidad de  prolongar la vida sin límites. 

El final de la historia es alucinante e inesperado, pero ¡lo consigue!
En su libro se refiere a temas tan trascendentales como los sistemas sociales, el bien y el mal, el amor y el sexo, la ciencia y la literatura, etc., porque la inmortalidad supondría un cambio total en nuestra concepción de la vida.

Es curioso que Huxley escribiera también “Un mundo feliz”,  autoría que le aporto gran parte de su fama, donde  habla de una sociedad imaginaria gobernada por un poder totalitario, que funciona como una dictadura, pero sin que los ciudadanos lo aprecien, porque disfrutan a tope del sexo y las drogas sin enterarse de su falta de libertad.

Desde luego parece una premonición, y eso sin ahondar más en la narrativa, ni en lo que también aparece en sus páginas acerca de un gobierno mundial, situado en un momento indeterminado del futuro de entones, y quizás ya del presente ahora.

Dejando aparte la literatura, resulta altamente impactante el tema de los Tardígrados, también conocidos como “osos de agua” y sus súper poderes.

Se trata de unos bichitos microscópicos, de menos de un milímetro de longitud, que  tienen neuronas, una boca abierta, un intestino que contiene una microbiota, cuatro pares de patas terminadas en garras, y dos ojos.

La primera vez que tuve noticia de su existencia fue en la Maison Carita, el templo de la belleza creado en Paris en  el  Faubourg Saint-Honore por las hermanas de origen español María y Rosy Carita, algunos años asociadas con Alexandre, que revolucionaron el concepto de belleza integral cambiándolo por el de "belleza global" (cabello, rostro y cuerpo).

Fue inaugurado por la duquesa de Windsor y a él acudían personajes como Brigitte Bardot, Catherine Deneuve, Claudia Cardinale, la duquesa de Alba y un larguísimo etc.

Y fue allí donde presentaron a la prensa especializada el descubrimiento por parte de los estudiosos de los hielos, los denominados “glacinautas”, de las características de los Tardígrados, y de cómo en base a tales nociones y al comportamiento de las aguas purísimas de los glaciares, crearon alguno de sus muy eficaces tratamientos cosméticos, pensando en alcanzar y por supuesto comercializar, la juventud imperecedera de la piel.

Los “ositos de agua” baten records de supervivencia”, incluso han sido enviados al espacio y han sobrevivido como si tal cosa, así que experimentando con ellos en  laboratorio y con células humanas cultivadas, se ha llegado a la conclusión de que un gen asociado con una proteína proporciona resistencia contra el daño causado por los rayos X en nuestro ADN.

Es decir, que las proteínas exclusivas de los tardígrados (su arma secreta) son literalmente “un escudo celular contra las alteraciones de nuestro material genético”.

Sin duda una gran noticia para los estudiosos que intentan ralentizar el proceso de envejecimiento.

Pero con todo lo que tendría de maravillosa la inmortalidad, ¿Aguantaríamos la terrible gesta de soportar más de mil años a Pedro Sánchez?

¡¡Casi mejor quedarnos como estamos!!