Cuando fuimos peces

Cuando fuimos raíles

Hoy, donde el silencio de los pinares se mezcla con el rumor de las bicicletas, la vía verde de la Val de Zafán nos invita a recorrer no solo un paisaje, sino una historia. Bajo sus sombras y túneles se esconde el eco de un ferrocarril que quiso unir el Bajo Aragón con el Mediterráneo, pero nunca llegó al mar.

Todo comenzó en 1863, cuando se soñó una línea que conectara La Puebla de Híjar con Vinaròs. Más tarde se desvió hacia Sant Carles de la Ràpita, pero el trazado quedó incompleto. En 1895 se inauguró el primer tramo hasta Alcañiz, y con él, la esperanza de un territorio que veía en el tren una vía hacia el progreso.

La historia del ferrocarril de la Val de Zafán es también la historia de sus heridas. Conflictos económicos, guerras, trabajos forzados y sabotajes marcaron su recorrido. Durante la Guerra Civil, la línea se convirtió en arteria bélica, y los presos republicanos picaban piedra para sostener los raíles. En la posguerra, los maquis la usaron como escenario de resistencia.

Pero también hubo años de paz. En los cincuenta, los vecinos viajaban estoicamente entre pueblos, visitaban a sus familias, accedían a servicios médicos, hacían la compra. El tren era lento, pero era suyo. Un tren de carne y hueso, de esperas largas y encuentros breves.

Nunca llegó a Sant Carles. El auge del transporte por carretera y los informes del Banco Mundial que recomendaban cerrar líneas poco rentables marcaron su epitafio. El hundimiento del túnel número 28 fue la excusa definitiva: el 17 de septiembre de 1973, la línea cerró para siempre.

Hoy, la vía verde es una solución que transforma el abandono en oportunidad. Donde antes rugía el vapor, ahora cantan los mirlos. Donde hubo raíles, hay senderos. Y donde hubo olvido, hay memoria activa.

Porque cuando fuimos peces, también fuimos raíles. Y cada pedalada por esta ruta es una forma de recordar que el progreso puede volver por caminos más lentos, pero más humanos.

“El 23 de octubre de 1882, el rey Alfonso XII presidió la colocación de la primera piedra de la línea en La Puebla de Híjar, acompañado por el presidente del Consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta, y el ministro de Fomento, José Luis Albareda.”

Una piedra que aún resuena bajo cada rueda que pasa. Y que, como el eco de un tren que ya no existe, nos recuerda que hay historias que no se detienen, aunque ya no tengan estación.