Con la modernidad social, también comenzaron las corridas de toros a modernizarse
En el transcurso de la modernidad social, finales del siglo XVI, la fiesta de los toros también se acomodó a ella, la que estuvo bastante tiempo celebrándose en las plazas mayores cuadradas o rectangulares, pero pronto surgieron los cosos redondos para mejor visión del espectador y no proporcionarles los rincones a los toros aquerenciados.
Las primeras plazas redondas fueron en las capitales de Madrid, Cádiz y Pamplona. Posteriormente se construyeron más por toda la geografía española.
Paralelamente, entre los siglos XVII y XVIII, también empezaron a edificarse las maestranzas de caballería de Sevilla, Granada, Ronda, Valencia, Zaragoza, Jerez de la Frontera, Lora del Rio, Carmona, Utrera, Antequera, Jaén y Palma de Mallorca, incluso una en La Habana, todas tomaron el rango de reales en el año 1733. En la actualidad siguen adelante solamente dos, Sevilla y Ronda, propiedad de los Maestrantes. Las demás pasaron a organismos oficiales y a particulares. Algunas de ellas derribadas, construyendo otras nuevas en diferentes lugares de donde estaban ubicadas las primitivas.
Sin descuidar al mismo tiempo la importancia que iba generando en las dehesas la crianza del ganado bravo, seleccionando a los animales por su condición de fiera salvaje y acometedora, asentados mayoritariamente en los campos de Navarra, Castilla, La Mancha y Andalucía. En esta última región, dio lugar a ganaderías afamadas y troncales, como la Vazqueña, Cabrera y Vistahermosa.
La fiesta taurina cada vez se iba organizando y codificando mejor, dando testimonio de ello, las Autoridades Competentes en una corrida celebrada en Cádiz en el año 1772, que duró dos horas y media, estoqueándose diez toros de tres ganaderías distintas, estructurando en tres partes la lidia: picadores-banderilleros-matadores, lo que después serían los tres tercios actuales: capote y varas-banderillas-muleta y muerte.
El famoso torero chiclanero-gaditano Paquiro, hay que considerarlo como el propulsor de nuevas normativas, básicamente derivadas de aquellas que iniciaran un siglo antes Pepe-Hillo y Pedro Romero. También Paquiro, fue el inventor del traje de luces, al que le incorporaría pedrería y lentejuelas con brillo, así como la montera proveniente de su apellido, Montes. Con anterioridad a él, sería Costillares quien dotaría de galón plateado, siguiéndole, Curro Guillen y Sentimientos en bordados igualmente plateados.
El mencionado Paquiro, suplió el tejido de algodón por la seda en el vestido de torear, ampliando el tamaño de las hombreras y enriqueciendo su vistosidad barroca, agregándole borlas, alamares y caireles de color dorado, hasta entonces este color podían lucirlo solamente los privilegiados de aquella sociedad, como eran la nobleza, la burguesía y el clero.
A finales del referido siglo XVIII, el torerismo llegó a convertirse en una obsesión nacional. El diplomático francés destinado en España, Jean François Peyron, lo reflejó en un diario de Francia en el año 1772, de esta manera: “Los españoles han llevado su pasión de los toros a todos los rincones del mundo, parece extremadamente increíble. Las gentes del pueblo hasta empeñan sus alhajas, muebles y ropas para poder asistir a los festejos taurinos. Se nota la nación dividida por ver a sus ídolos más famosos”, como eran; Pepe-Hillo, Pedro Romero y Costillares.
Con el pasar de los tiempos, el toreo se ha ido modificando en muchos aspectos para el bien del mismo, tanto para las personas como para los animales, transcurriendo todo por situaciones emocionantes y otras no tanto, debido en mayor parte a nuevos Reglamentos y el testificado de muchos toreros que dejaron y dejaran huella en sus respectivas épocas, entre otros y por ejemplo: Curro Cúchares, Lagartijo, Frascuelo, Guerrita, Machaquito, Bombita, Joselito o Juan Belmonte, hasta los más posteriores y actuales, como: Bienvenida, Dominguín, Gitanillo de Triana, Chicuelo, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Domingo Ortega, Fernando Domínguez, Lalanda, Manolo González, Chamaco, Antonio Ordóñez, Aparicio, Litri, El Cordobés, Antoñete, Paco Camino, Diego Puerta, Curro Romero, Paco Ojeda, Manzanares, Julio Robles, Capea, Esplá, Espartaco, Enrique Ponce, Morante de la Puebla, José Tomás, El Juli o Talavante, así como un largo etcétera de otros, tanto españoles como extranjeros que, en la historia taurina, podrían ser tan renombrados como los relacionados.
Los toros es una fiesta heredada de nuestros antepasados que ha proporcionado cultura, riqueza, belleza, colorido y diversión, a cambio de ello, también con el tributo de morir muchos diestros, quienes ofrecieron una liturgia dramática a un pueblo culto y de tradiciones antiquísimas como es España, que ha sabido transmitirla a muchas partes del mundo.