Coroliano
Esta semana se ha podido asistir a la representación de ‘Coroliano’ de Shakespeare, adaptada y dirigida por Antonio Simón, en los Teatros del Canal. No es tarea fácil, se trata de un texto largo y una trama compleja, por lo que la principal tarea sería hacerlo comprensible al público. Simón ha optado por ser fiel al texto añadiéndole las inevitables ‘morcillas woke’. Así, como la adaptación alcanza las dos horas de duración sin intermedio, lo ha acompañado de una realización escénica, que pretende mantener al público en vilo, a base de actores correteando por el pasillo y percusión con amplificación atronante. El resultado es curioso, porque muchos espectadores no aguantaron toda la representación, no se sabe si por aburrimiento o por acúfenos.
La relación entre el Aquiles de Homero y el Coriolano de Shakespeare representa uno de los vínculos más fascinantes en la tradición literaria occidental, donde el dramaturgo inglés reinterpreta y adapta el arquetipo del héroe clásico a las complejidades del mundo moderno. La relación con las figuras maternas constituye un elemento fundamental que conecta a ambos héroes. Aquiles era hijo del mortal Peleo y de la ninfa marina Tetis, quien intentó conferirle inmortalidad pero lo dejó vulnerable en el talón, creando la paradoja de un héroe casi invencible. Esta relación maternal compleja, donde el amor y la protección coexisten con las limitaciones del destino heroico, establece un patrón que Shakespeare adapta brillantemente. En el caso de Coriolano, la figura de Volumnia representa una versión intensificada y politizada de la influencia maternal. Shakespeare atribuye a Volumnia el arte del disimulo y sobre este motivo basa la escena en la que trata de persuadir a su hijo para que se trague su orgullo y así conseguir el consulado. Esta caracterización va más allá de la fuente plutarquiana y muestra cómo Shakespeare profundizó la relación madre-hijo para explorar temas de manipulación política y conflictos entre los valores heroicos y las demandas pragmáticas.
La interpretación que hace Carmen Conesa de Volumnia es el acierto fundamental de esta representación. Simón sabe darle el protagonismo que necesita, pues la obra gira alrededor de ella y la relación con su hijo Cayo Marcio Coroliano, al que Roberto Enríquez da vida con notable acierto, aunque en algunas de sus largas intervenciones cueste trabajo entenderle. Álex Barahona es un convincente Manenio, mientras Beatriz Melgares naufraga en su imposible papel de lugarteniente de Aufidio, el mortal enemigo de Coroliano, al que asesina en la última escena de la obra.