Comienzo de clases y caos familiar
Hace apenas unas semanas comenzó el nuevo curso escolar en todos los niveles educativos, lo que significa para padres y madres una etapa de reajuste: un periodo de caos, reestructuración familiar, y un notable incremento de gastos.
Casi siempre esa reorganización recae sobre las mujeres. Si bien es cierto que en los últimos años se han logrado avances en materia de equidad de género, la realidad es que aún sigue siendo un gran pendiente en todo el mundo, incluidos los países europeos, y España no escapa de ello.
Los principales problemas de este período del año se pueden resumir de esta manera:
- Ajuste de horarios: Adaptar rutinas familiares, y laborales para cumplir con los horarios escolares.
- Movilidad: Organizar traslados diarios, lo que puede implicar más tiempo en atascos, o uso de transporte escolar.
- Aumento del gasto familiar: Compra de libros, material escolar, mochilas, uniformes y ropa (los niños crecen mucho año a año).
- Actividades varias: Inscripción en actividades extracurriculares, cuotas, excursiones, coordinar agendas para llevar a los niños y las niñas, después de clases a sus actividades extraescolares.
¿Educación sostenible? Una deuda pendiente
El tema de los libros escolares despierta muchas preguntas: ¿por qué se cambian cada dos años? ¿Realmente varían tanto los contenidos como para justificar ese reemplazo constante? En un contexto donde la sostenibilidad debería ser una prioridad, cuesta entender por qué no se apuesta más por materiales digitales o reutilizables, especialmente cuando la tecnología lo permite. Sin embargo, son pocos los centros educativos que adoptan estas alternativas. El caso de los libros de idiomas es aún más llamativo: además del “reading book” y el “workbook”, en algunos casos se debe comprar un CD, un formato completamente obsoleto que rara vez se utiliza. Todo esto representa no solo un gasto considerable para las familias, sino también una oportunidad perdida para modernizar y hacer más sostenible el sistema educativo.
Evidentemente la industria editorial parece moverse más por intereses económicos que por el bienestar de las familias, o el medio ambiente.
El horario de verano cuando ya no es verano
Otro punto crítico de este momento del año es el llamado “horario de verano”. ¿Por qué durante los meses de septiembre y junio los colegios de educación primaria terminan antes su jornada? Este horario no se ajusta a la realidad laboral de la mayoría de las familias, que deben pagar servicios adicionales (al mismo colegio en muchos casos) para cubrir esas horas.
En resumen, todo esto me lleva reflexionar:
- La equidad de género sigue siendo una utopía, aún en España en el año 2025.
- La conciliación laboral es inconciliable.
- Los únicos beneficiados del horario de verano son, en algunos casos excepcionales, el personal de escuelas (sin ánimos de ofender, ya que soy hija de docente y sé lo que trabajan).
- La industria editorial es una gran industria mercantil, y no se promueve la sostenibilidad.
- El gran costo para el bolsillo, y la sobrecarga de tareas de los que elegimos formar una familia.
Sin embargo, la vida en familia es maravillosa, creo realmente que tener hijos es una bendición, y no imagino la vida sin los míos. A pesar de todo este caos, es maravilloso ser mamá.
¡Ánimo!, y buena semana a todos. Sigamos resistiendo, ya casi logramos adaptarnos a este nuevo curso escolar.